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Todos los capítulos de Las nubes no son de algodón : Capítulo 1 - Capítulo 10
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Capítulo 1: Katherine
No he podido dormir en toda la noche, por fin, después de tanto tiempo el día ha llegado, ¡Es mi cumpleaños número veintiuno! Estiro la mano para apagar la alarma del despertador, me despojo de las sábanas tirándolas al suelo e intento levantarme de la cama a toda prisa, por lo que no noto que uno de mis pies está aún envuelto en los edredones, tropiezo con torpeza y caigo estrepitosamente al suelo. —¡Auch! —exclamo. Me pongo de pie de inmediato. Está bien, medigo a mi misma; no importa, ya que nada, absolutamente puede arruinar este maravilloso día. Me acerco a mi póster gigante de Amelia Earhart que ocupa casi por completo una de las paredesde mi cuarto. Está sonriéndome como siempre. Es mi heroína, mi ídolo, y a partir de hoy estaré siguiendo sus pasos. —Amelia, hoy es el gran día, ¡Hoy me convertiré en piloto! —le digo eufórica. «Katherine Manson, piloto experimentada. ¡Qué bien suena! » Estoy tan emocionada que podría asomarme por la ventana y empezar a gritar mi alegría a l
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Capítulo 2: Katherine
Me dirijo a la oficina de papá y, cuando por fin llego, noto que la puerta está entreabierta y se pueden escuchar algunas voces; al parecer mi padre esta con algún un cliente. No puedo evitar acercar mi oreja a la puerta para escuchar bien lo que dicen. —He oído que sus aviones son de los más seguros de Estados Unidos, señor Manson, además de que sus pilotos son de primera calidad.—La voz del futuro cliente pertenece a un hombre. —Así es, mis aviones son los más seguros del negocio y mis pilotos están altamente calificados, pero somos una compañía familiar bastante pequeña. —Esa precisamente es la razón principal por la que los he elegido a ustedes para hacereste viaje. De pronto noto preocupada que Peguie empieza hacer unos ruidos con el hocico. —Shh, cállate Peguie, nos van a descubrir —le susurro, pero ella no me obedece y sigue haciendo ruidos, además ahora empieza a moverse inquieta. Veo que está intentando atravesar la puerta y trato de detenerla agarrándola, pero es inút
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Capítulo 3: Taylor
—Sí, estoy en camino, padre. —¿Estás seguro de que puedes encargarte tú solo de esto? ―Claro que puedo hacerme cargo de esto papá, confía en mí. ―Puedo enviar a tu primo Eduardo si quieres, él tiene más experiencia y... —El solo escuchar ese nombre hace que se me revuelva el estómago. ―No, no necesito que envíes a Eduardo a apoyarme, tengo todo bajo control, ¿se te olvida que tengo una maestría en relaciones internacionales y un doctorado en administración de empresas? —le recuerdo frustrado. —Solo quiero asegurarme de que todo salga bien, hijo —dice mi padre en tono condescendiente. ―Todo estará bien, créeme, puedes confiar en mí. —Giro a la derecha para entrar en la propiedad de los Manson—. Ya estoy llegando a la pista papá, te hablo más tarde, adiós. Cuelgo el teléfono y lo aviento al otro lado del asiento del auto rentado, estoy furioso. «Odio que me traten como a un niño. Soy un hombre de veintiocho años de edad, no tengo porqué estar soportando estas estupideces.»
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Capítulo 4: Taylor
Con solo pensar en Eduardo me tenso al instante, así que para calmarme me sirvo otro vaso de escocés y me lo tomo de un sorbo; ese desgraciado se ha aprovechado por años de la generosidad de mi padre, dándose una vida de lujos a costa suya y no solo eso, sino que además se ha empeñado en ponerlo en mi contra. Desde que su padre fue a la cárcel por fraude y desfalco de activos de la empresa en la que era contable, él y mi tía Kate quedaron en la ruina total, y mi padre, al igual que todos en la familia nos sentimos tan mal por ellos que no dudamos ni un segundo en darles una mano. Papá les cedió un apartamento amueblado en Austin y le dio trabajo a Eduardo como administrador en uno de los hoteles de la cadena con un sueldo mucho más generoso del estipulado por la ley para el cargo. Pero claro, el muy sinvergüenza resultó ser de la misma calaña que su padre, en cuanto se familiarizó con el negocio comenzó a alterar los libros de contabilidad y a robar descaradamente al hotel, ademá
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Capítulo 5: Katherine
No puedo creer que desobedecí a mi padre, le sonsacara toda la información del vuelo a mi hermano, y luego lo dejara inconsciente y encerrado en su habitación, solo para pasar el susto de mi vida y terminar perdida en quién sabe dónde con un idiota ricachón que además me amenaza con demandarme. —¿Me puedes decir en dónde estamos? Hablando del rey de Roma. Observo al idiota, como lo he bautizado, articular la misma pregunta por enésima vez desde que salimos del avión, mientras sacude su teléfono móvil en busca de una señal telefónica inexistente. —Ya te dije que no sé, el radar dejo de funcionar mientras estábamos en el aire y había demasiada niebla como para poder ubicarme —le respondo con toda la paciencia que soy capaz de reunir—. Y, como tú mismo acabas de comprobar, nuestros teléfonos no funcionan —le digo mostrándole el mío para que verifique lo que digo. Vuelvo a meter el aparato en mi bolsillo, ignorando su mirada de frustración, y doy un vistazo al entorno; antes de que
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Capítulo 6: Taylor
La veo desaparecer entre los árboles a paso apresurado; y mientras lo hago muevo mi cabeza de un lado a otro frotándome las sienes. De todos las pilotos con las que pude haber quedado atrapado en una isla desierta me tuvo que tocar una demente con trastornos de personalidad, me digo a mí mismo. Aunque no es nada fea debo admitir. Saco mis dos maletas del compartimento y las arrastro hasta el pasillo del avión, las abro simultáneamente. Apenas si recuerdo lo que empaque, pero creo que puedo encontrar algunas cosas utiles. Veamos, tengo: perfume, shampoo, gel de baño, crema de afeitar, afeitadora, pasta dental, cepillo de dientes enjuague bucal, ropa interior Calvin Klein, unos cuantos shorts playeros, pantalones de mezclilla, camisas de manga larga de algodón, algunos sombreros, una caja de puros cubanos, unas cuantas chaquetas, corbatas, un par de zapatos y un par de sandalias. Esto está más que bien, es decir, tomando en cuenta que estoy perdido en medio de quien sabe dónde, lo míni
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Capítulo 7: Katherine
—¡Auch, eso duele! —exclamo. —Ya cálmate, faltan pocas. Esto es, por mucho y sin duda alguna, lo más horrible que me haya podido pasar en toda la vida. Estar recostada en las piernas del idiota más guapo del mundo, desnuda, mientras él me quita un montón de asquerosas sanguijuelas del trasero es sin dudami peor pesadilla echa realidad. «¿Por qué estas cosas tan horribles me tienen que pasar a mí?» Grito mentalmente la pregunta y casi dejo escapar un sollozo. «No soy tan mala persona... bueno, es cierto que robaba las galletas de la alacena y luego fingía que no sabía nada al respecto; también es cierto que tomaba dinero de la billetera de papá para ir a la ciudad a comprar tarjetas de baseball y algunas otras cosas más, pero este castigo es más que excesivo e injusto.» Mientas hago repaso mental de todos mis pecados, puedo sentir como las malditas alimañas succionan la sangre de mis piernas y mi trasero, para luego detenerse y caer al suelo una a una. Mi Amelia imaginaria está at
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Capítulo 8: Taylor
—¡Esa chica es una lunática, una esquizofrénica! Yo solo trataba de hacerla sentir mejor. —Estoy en mi roca con la botella casi vacía de whisky en la mano hablando conmigo mismo, o más bien gritándome a mí mismo. «—Se enoja si soy amable y se enoja si no lo soy ¿Cómo rayos se complace a esta mujer? Me quedo pensativo por unos segundos y luego exploto en carcajadas. ¿Pero qué diablos me pasa? ¿Porqué estoy permitieron que una chiquilla malcriada me saque de mis cabales de esta forma? Es decir, tengo una larga lista de hermosas ex amantes y ninguna de ellas, por mucho que lo hayan intentado, a logrado que me preocupe de esta forma. Me paso el resto del día pescando y buscando fruta para comer, fue la mejor forma de distraerme después de todos mis fallidos intentos de convencer a Kat de salir del avión. Al menos se comió algo de la fruta y el pescado que dejé en la puerta del avión para ella. Supongo que hasta a las locas les da hambre. Al empezar a oscurecer enciendo la fogata para ca
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Capítulo 9: Katherine
Creo que voy a desmayarme. Las manos me sudan y las piernas me tiemblan sin parar; no puedo creer que todo esto esté me esté pasando a mi. Primero lo de esta mañana, y ahora abro los ojos y encuentro el rostro Taylor a unos pocos centímetros del mío; y mi forma de reaccionar es saltando sobre él y aplicarle una llave de lucha libre. Creo que incluso pude sentir sus labios rozar los míos ¿o es que acado lo soñé? ¡Ay Dios, no lo sé! Luego me entero de que escuchó todas esas cosas vergonzosas que dije mientras estaba hablando dormida y, para empeorarlo todo, me dice que soy hermosa. Siento que estoy en la dimensión desconocida. «Tranquila Kat, no puedes dejar que se entere de que te afecta, contrólate.» Mi Amelia imaginaria está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, meditando en modo Zheng, con una vela de incienso encendida. Ya quisiera yo poder estar así de calmada en esta situacion porque odio sentirme así de vulnerable. —¿Y para qué me dices eso? ¿Qué te hace pensar que me
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Capítulo 10: Taylor
¿Qué diablos eran esas cosas que comí? Desde que caí desplomado al suelo, de la forma más humillante posible, solo puedo sentir dolor en todas mis articulaciones y unas horribles náuseas. Estoy tan aturdido que apenas si siento mi cuerpo y hago todo lo posible por no depositar todo mi peso sobre Kat mientras me arrastra por el sendero de regreso al avión. Mi visión está borrosa y todo a mi alrededor da vueltas, ni siquiera con la peor de mis resacas me he sentido así de mal. —¿Estás bien Taylor? Ya casi llegamos, sólo aguanta un poco más —me dice preocupada. Yo intento responderle pero mis labios no me lo permiten. En poco tiempo llegamos al avión, hago un esfuerzo sobrehumano para ayudar a Kat a recostarme en uno de los asientos y no dejarle todo el trabajoa ella. —Bien, ya estamos aquí —anuncia, colocándome los pies encima del asiento para quedar totalmente acostado—. Supongo que faltaste a la clase de bayas venenosas en los Boy scouts —me dice con un tono del que no estoy segu
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