—¡Esa chica es una lunática, una esquizofrénica! Yo solo trataba de hacerla sentir mejor. —Estoy en mi roca con la botella casi vacía de whisky en la mano hablando conmigo mismo, o más bien gritándome a mí mismo. «—Se enoja si soy amable y se enoja si no lo soy ¿Cómo rayos se complace a esta mujer? Me quedo pensativo por unos segundos y luego exploto en carcajadas. ¿Pero qué diablos me pasa? ¿Porqué estoy permitieron que una chiquilla malcriada me saque de mis cabales de esta forma? Es decir, tengo una larga lista de hermosas ex amantes y ninguna de ellas, por mucho que lo hayan intentado, a logrado que me preocupe de esta forma. Me paso el resto del día pescando y buscando fruta para comer, fue la mejor forma de distraerme después de todos mis fallidos intentos de convencer a Kat de salir del avión. Al menos se comió algo de la fruta y el pescado que dejé en la puerta del avión para ella. Supongo que hasta a las locas les da hambre. Al empezar a oscurecer enciendo la fogata para ca
Creo que voy a desmayarme. Las manos me sudan y las piernas me tiemblan sin parar; no puedo creer que todo esto esté me esté pasando a mi. Primero lo de esta mañana, y ahora abro los ojos y encuentro el rostro Taylor a unos pocos centímetros del mío; y mi forma de reaccionar es saltando sobre él y aplicarle una llave de lucha libre. Creo que incluso pude sentir sus labios rozar los míos ¿o es que acado lo soñé? ¡Ay Dios, no lo sé! Luego me entero de que escuchó todas esas cosas vergonzosas que dije mientras estaba hablando dormida y, para empeorarlo todo, me dice que soy hermosa. Siento que estoy en la dimensión desconocida. «Tranquila Kat, no puedes dejar que se entere de que te afecta, contrólate.» Mi Amelia imaginaria está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, meditando en modo Zheng, con una vela de incienso encendida. Ya quisiera yo poder estar así de calmada en esta situacion porque odio sentirme así de vulnerable. —¿Y para qué me dices eso? ¿Qué te hace pensar que me
¿Qué diablos eran esas cosas que comí? Desde que caí desplomado al suelo, de la forma más humillante posible, solo puedo sentir dolor en todas mis articulaciones y unas horribles náuseas. Estoy tan aturdido que apenas si siento mi cuerpo y hago todo lo posible por no depositar todo mi peso sobre Kat mientras me arrastra por el sendero de regreso al avión. Mi visión está borrosa y todo a mi alrededor da vueltas, ni siquiera con la peor de mis resacas me he sentido así de mal. —¿Estás bien Taylor? Ya casi llegamos, sólo aguanta un poco más —me dice preocupada. Yo intento responderle pero mis labios no me lo permiten. En poco tiempo llegamos al avión, hago un esfuerzo sobrehumano para ayudar a Kat a recostarme en uno de los asientos y no dejarle todo el trabajoa ella. —Bien, ya estamos aquí —anuncia, colocándome los pies encima del asiento para quedar totalmente acostado—. Supongo que faltaste a la clase de bayas venenosas en los Boy scouts —me dice con un tono del que no estoy segu
—¿Qué quieres decir con eso? ¿Cómo que no eres una piloto? —Puedo ver la confusión en sus ojos al hacer esas preguntas y en verdad quisiera no tener que contestarlas. —Bueno si soy piloto, solo que no estoy legalmente certificada para volar un avión comercial, o privado... ninguno en realidad, al menos no sin la compañía de alguien que sí lo esté.—Intento explicarle. Estaba tan avergonzada que ni siquiera podía mirarlo a los ojos, pero tenía que decir la verdad. Ver cómo me miraba mientras lo cuidaba hizo que mi corazón se derritiera y que la culpa me atormentara hasta casi volverme loca. Nunca he cido una perita en dulce, solo Dios sabe cuantas veces le he mentido a papá, o cuantas veces le hice trampa a Stephanie jugando al parchis, pero siempre fueron mentiras blascas e inocentes. Esto sin dudas está mucho mas allá y me arrepiento de no haber medido las concecuencias de mis actos antes. En mi defensa puedo decir que, con todas nuestras peleas, jamás pensé que las cosas termina
La veo alejarse con dirección al río mientras me muestra descaradamente su dedo de en medio, pero no pienso hacer absolutamente nada para detenerla. No puedo creer que me haya dejado engañar por una chiquilla malcriada de una forma tan estúpida. Desde que su estúpido cerdo me mordió en la oficina de su padre supe que ella y todo lo que la rodeaba era sinónimo de problemas; debí de haberme echado a correr cuando la vi vestida de piloto. —¡No puedo creer que esto esté pasando! —Me paseo de un lado a otro exasperado frotándome las sienes con los dedos—. Este viaje era mi oportunidad de probarle a mi padre que Eduardo no es más que un charlatán y ahora está arruinada. Después de un largo rato sentado en la puerta del avión sintiendo lástima por mí mismo me empiezo a sentir observado por una presencia familiar. —¿Tú de nuevo? —le pregunto de forma irónica al pequeño animal— ¿Qué haces aquí? ¿Buscando a tu amiguita? Pues adivina qué: no está aquí, se fue. El animal me mira con la cabe
—¡Maldita sea, nunca saldremos de aquí! —exclamo irritada mientras fallo una vez más en tratar de reparar la radio del avión. Todo este asunto de ser "amiga" de Taylor es mucho más estresante de lo que pensé que sería. Intenté con todas mis fuerzas seguir enojada con él, pero ya no podía soportar verlo humillándose, en cualquier momento iba a explotar en carcajadas así que era mejor ceder, además ¿como decir que no a esa disculpa tan tierna?, pero tres días de su insistente amabilidad son más que suficientes para volverme loca. Ya no soporto ver esa encantadora y perfecta sonrisa, ni esos sexys abdominales empapados de sudor después de su rutina diaria de ejercicios, ni esa masculina barba que ahora cubre su rostro después de que se agotara su última rasuradora; así que, por mi bien, decidí canalizar toda mi energía y utilizarla para tratar de arreglar la radio. Pero no solo es por eso; también he notado un cambio en el clima que me está preocupando un poco, creo que se avecina una f
—¡Rápido! ¿Qué esperan? —insiste la mujer alta y esbelta, vestida con ropa de safari mientras abre la puerta trasera de su vehículo para nosotros. Aunque ambos estamos igual de sorprendidos y confundidos, Kat y yo subimos rápidamente y el hombre que conduce se pone de inmediato en marcha. —¿Cómo están los dos? Espero que hayan disfrutado su estadía en nuestra isla —dice la mujer de unos treinta y tantos de cabello rojo amarrado en una coleta, de ojos verdes y rostro amable—. Yo soy Rhonda Smith y él es mi esposo, Albert Smith —señala al conductor de pelo canoso unos veinte años mayor que ella. —Mucho gusto, yo soy Taylor Evans y ella es Katherine Manson —Nos presento. —¿Cómo que su isla? —pregunta Kat confundida—. ¿Qué no estamos en una isla desierta? —Bueno, tal vez estaba desierta cuando ustedes llegaron porque no estábamos aquí —dice sonriendo—, pero esta isla nos pertenece. —¿Y cómo nos encontraron? —pregunto intrigado. —Llegamos hace dos días de Europa y me puse a revisar
«Dios no puedo creer que esto haya pasado», digo en mi mente mientras trato de recobrar la compostura para que Taylor no se de cuenta de que ese ha sido el beso más intenso y sexy que me han dado en toda mi vida.—No sé porque dije eso, en realidad debería disculparme —dice un poco avergonzado.—No tienes por qué disculparte, fue solo un beso —le digo pretendiendo indiferencia, pero en realidad no es cierto, fue definitivamente mucho más que un beso.—Claro, por supuesto. Bueno, creo que es hora de irme —dice poniéndose de pie.—Sí, tal vez sea lo mejor —le digo acomodándome la bata mientras en mi subconsciente le grita con desesperación "no, quédate, por favor no te vayas".—Que duermas bien —dice abriendo la puerta que separa nuestras habitaciones—. Si necesitas algo solo dime. —Luego de decir eso adentra en su cuarto cerrando la puerta.Me desplomo sobre la cama con un profundo suspiro, mis piernas están temblando y mi cuerpo está ardiendo de la excitación; así es, por primera vez e