—Puedes darme otro trago... No, espera, mejor deja la botella justo aquí—mis palabras salen atropelladas, no sé cuántas copas he tomado, pero definitivamente ya me han hecho efecto, no quiero levantarme de mi asiento porque sé que me caeré así que mantengo la mayor parte de mi peso en la barra, no suelo tomar demasiado cuando estoy con las chicas porque yo soy la responsable pero justo ahora estando sola puedo permitirme tener una súper borrachera. —Señorita creo que ya ha sido suficiente—la voz del barman deja de ser divertida y amable, el hombre trata de retirarme mi vaso y con la poca razón que queda en mi ebria mente me niego a soltarlo. —¿Cuántas de estas cosas se necesitan para olvidar a alguien? Olvídalo, ni siquiera vale la pena, lo averiguaré yo misma, maldito y ególatra hombre musculoso—grito estrellando de vaso sobre la barra y derramando el líquido, el barman parece tener cara de pocos amigos ante mis gritos escandalosos. —Ho Ricky, esta pobre niña debe tener un mal de
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