Pasaron varios días desde que Katherine y Daniel se casaron, en más de una ocasión ansió llamar a su casa y saber de su padre o hablar con Anna, mas, su orgullo siempre prevaleció, no iba a declinar acerca de alejarse de su padre. La última conversación que hubo entre ella y Guillermo Deveraux le permitió dejar en claro que una vez casada ya no tendría nada que ver con él, en ese momento le pareció ver en el rostro de su padre atisbos de dolor y pena, tal vez era posible eso que creyó ver en él, pero como era asiduo, se volteó quitándole la mirada, centrándose en el jardín que quedaba tras la ventana de su estudio. ¿Cómo podía su padre seguir siendo tan frío con ella? ¿Aún no entendía como su estúpido corazón seguía queriéndolo y suplicando por un poco de su cariño? No se supone que un hijo deba rogar por amor de parte de su progenitor. Respiró profundo y soltó con suavidad el aliento, conteniendo su dolor y su rabia. En eso siempre consistió su relación, una constante tira y encoge,
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