35. Ilusiones negativas
Abrill Podría catalogar esa mañana como uno de los momentos más emocionantes del mes, que va, de todo el maldito año. La sensación de libertad, no solo por aceptar lo que sentía por Nicolás sino por todo lo que había pasado con mi padre. Me sentía liberada de la necesidad de satisfacerlo. Ya no existía el anhelo de actuar según él lo quería, ya no me cohibiría. Me habían dolido sus palabras, marchitado las esperanzas, pero el no tener que esperar un mensaje diciéndome que se sentía orgulloso, un te quiero o un viaje espontaneo a Colombia solo poder verme, me empujaba a avanzar por encima de él, a saltar la piedra que el suponía en el camino. Hay esperanzas que es mejor soltarlas que retenerlas porque lastiman y detienen. Quiero a mi padre, pese a todo, sigue siendo lo que un día fue, le tengo un poco de resentimiento, un parasito que no he podido sacar de mi corazón. Seguiré viéndolo porque tiene algo que me pertenece, conserva una parte de mí, de mi alma, pero ya no será el verdugo
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