Capítulo dos El bullicio de la gente hablando taladra mis oídos y mientras más pasa el tiempo desearía estar en mi casa, tranquila, con mis barras de granolas viendo series turcas en mi computador. ¿Pero tu no eras la que odiabas los cliché? Los odio en la vida real, pero no en el mundo ficticio de una novela. Sabes que eso te contradice, ¿no? Ruedo mis ojos y doy un largo suspiro, jorobo mi espalda y observo como mi Quero habla tan animadamente con su mejor amigo, que por ende, también lo es para mí según ella, pero yo lo considero más como un conocido. Un conocido que gusta de ti y está obsesionado con eso de que somos su mate, que no se te olvide. Gracias por aclararlo, Fally. De nada, para eso estamos.
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