La reacción repentina e inexplicable de Anel me desconcertó, no supe cómo actuar ni que decirle. Solo permanecí observante por breves segundos. Me quedé allí parado de frente de a ella, pensando que tal actitud pudiera ser el resultado de algún recuerdo que de pronto llegó a su memoria, me paralicé, esperé su reacción a lo que imaginé pudiera venir. El miedo reflejado en su mirada, en la expresión de su rostro, no me dio lugar a duda de que era un recuerdo, y no cualquier recuerdo, sino aquel que determinará el comienzo de una nueva etapa en nuestra relación. Ese recuerdo que será mi cruz o tal vez la salvación a seguir bajo la presión de una reacción repentina.Me aparté lo suficiente para dejar que hiciera lo que fuese haría. La miré caminar hasta el jardín y tomar asiento en silencio, en una tranquilidad desconcertante.Mi mente solo quería una cosa, y era saber ¿qué le sucedió?, ¿qué puede estar pasando por su mente en este momento?A riesgo de recibir el arranque de ira que su he
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