—¿Qué te gustaría hacer hoy? —escucho detrás de mi la voz de Azael.—No sé, lo que tú quieras —respondo sintiéndome un tanto desanimada y a la vez un cansancio inusual.Justo cuando volteo a verlo bostezo sin disimulo, llegó de pronto, sin darme tiempo a controlarlo. De la pena puse mi mano sobre los labios.—Disculpa —le digo apenada.—Seguro estas agotada por el viaje y que no hemos probado comida hoy —me da dos palmadas en uno de los glúteos—, apresúrate para ir a comer algo y luego damos un paseo por la playa. ¿Te parece?—Lo que tu digas está bien —le contesto forzando una sonrisa.Alargo mi mano para tocar su pecho y luego camino hasta el vestier donde él dejó las maletas. Solo hasta ahora soy consciente que el haber traído ropa fue innecesario. Parecía que tenía todo planificado, o tal vez he estado aquí y en mi proceso de haber olvidado algunos pasajes de mi vida lo olvidé, sacudí la cabeza al sentirme abrumada por la mezcla de la confusión y el agotamiento.Mientras revisaba
—¿Te gusta? —me pregunta Azael mientras caminamos en la orilla de la playa tomados de la mano.—Es hermoso —le contesto luchando con la única mano que tengo libre para impedir que la fuerza del viento que insiste en traer al frente de mi rostro todo el cabello y no me permite voltear a mirarle a los ojos.—Me alegro que te guste amor —responde abrazándome por el hombro.—¿En dónde estamos? —pregunto con curiosidad.—Confórmate con saber que toda esta vista también es tuya, todo lo que está en esta isla te pertenece —toma mi mentón obligándome a levantar la mirada hacia sus ojos—, lo único que debe interesarte es saberte en el lugar que está destinado a hacernos felices —me responde pegándome a su cuerpo.Solamente asentí con un leve movimiento de la cabeza. No supe que responderle. La forma tan romántica y a veces tan misteriosa con la que suele responder alguna de mis interrogantes me dejó confundida. Las palabras de Azael por momentos tienden a confundirme, habla como si la vida dep
El mayor de mis temores se hizo presente finalmente, llegó el día que tanto había querido eliminar de la historia de nuestras vidas. Guardé la esperanza de que de todos los recuerdos de Anel, esa parte dramática, la razón de ser de su accidente quedara definitivamente en el olvido.La buena fortuna no me sonríe esta vez. En su mirada vi odio y dolor reflejado. Por primera vez en mi vida viví lo que es el dolor de perder en vida a alguien. La Anel de esta mañana de hace apenas unos minutos atrás se escapó, ya no está.Al frente de mi reposa sentada en esa silla con la mirada perdida en el horizonte y el cuerpo en una pose de total abandono una mujer destruida, una mujer que se reniega a aceptar la realidad.¿Cómo hacer para hacerle entender que lo que hemos vivido estos tres años es real?, ¿cómo hacerle ver que su amor por mi es tan genuino como el que me invade el cuerpo en este momento?El miedo es la sensación más desgarrante que he podido sentir, nunca antes de ella, sabía lo que e
Despierto desorientada, abro los ojos y todo me da vueltas, los vuelco a cerrar para pasar el efecto de esta sensación tan incomoda. Me mantengo así por largo rato. No pienso, mi mente pareciera estar en blanco por unos minutos y más por la sensación tan desagradable del vértigo sin haberme puesto de pie. El malestar me obliga a no pensar sino buscar sentirme mejor para poder abandonar la cama e ir lo más rápido que pueda al sanitario.Cuando estimo que me siento mejor, lentamente abro los ojos, y enfoco la vista, poco a poco giro la cabeza alrededor de la habitación donde me encuentro.«Ya me ubiqué», pienso mientras procuro sentarme sobre el colchón de la cama. Al hacerlo y ver que no me sentí atolondrada, me fui arrastrando en la cama hasta llegar a la orilla.En seguida los recuerdos del día anterior aparecieron en mi cabeza, dejándome la misma sensación de tristeza y desolación que estruja mi pecho al comprender mi situación.Al mismo tiempo, siento aturdimiento por no encontrar
Respiré profundo para no dejar que la ola de calor que comenzó a recorrerme por el cuerpo, como muestra de la irritación que ver una vez más a Anel huir de mí, me produjo. Apenas la vi salir corriendo de la habitación quise detenerla, tomarla entre mis brazos para transmitirle la confianza de que conmigo no corre peligro alguno, hacerle entender que solo quiero demostrarle el amor que ella, sin mayor esfuerzo, despertó en mí.¿Cómo negar lo que siento por ella? Me niego a dejarla ir de mi lado. Esa no era la idea del matrimonio que tenía pensado para ambos.Nunca consideré casarme con ninguna otra. Por lo menos, no hasta uno de esos tantos días de los que estuvo en coma postrada en esa cama de hospital. Verla día y noche, allí pálida, sin movilidad, ausente de todo discernimiento de la realidad que estaba viviendo, no solo me confirmó el deseo tremendo que sentía por ella, incluso, de manera enfermiza quise hacerla mía allí en esa cama, hacerme parte de ella de una vez. Esa necesidad
Me siento frustrada, triste y confundida. Escuchar el tono de voz con el que me habló Azael le dio paso a recuerdos que uno a uno comenzaron a emerger haciéndome revivir la pesadilla de la cual fui víctima en manos de Harrison, dos años antes de conocerlo.Harrison es el hombre que mi madre había decidido se convertiría en mi esposo, todo por su apego enfermizo al dinero y la posición que puede adquirir, cegada en pertenecer a las familias importantes de la sociedad Neoyorquina, sobre todo porque Harrison es el heredero de un imperio en el continente europeo y propietario de algunas empresas petroleras con sedes en este país. La riqueza de Harrison deslumbró a mi madre, al punto de empeñarse en hacer la voluntad del hombre que, inmediatamente nos vio a Anna y a mí, quiso tomar partido por una de las dos, y mi madre en medio de su ambición al ser yo la mayor de las hijas, como si de unas niñas se tratara, decidió que yo sería la elegida. Muy en contra de mi negativa a casarme con él y
El resto del día permanecí encerrada en la habitación donde dormí la noche anterior. Me mantuve a la expectativa de que en cualquier momento Azael apareciera exigiéndome volver a la habitación principal. Hubo un momento en el que me quedé dormida, y solo desperté cuando escuché el ruido de la puerta al cerrarse. De pronto se encendió la luz de la habitación que permanecía en penumbra. El choqué del reflejo de la luz en mis ojos me mostró que había llegado la noche. Me sobresalté pensando que pudiera ser Azael. Como estaba de espalda a la puerta, en seguida no vi si era él en realidad. El tono de la voz del ama de llaves disipó el temor que se apoderó de mi estómago y mi corazón.—Señora, aquí está su cena —Me dice esta, obligándome a girar mi cuerpo sobre el colchón. —Gr…, gracias —Le contesto.—¿Gusta darse una ducha antes? —Me inquiere dirigiéndome una mirada que me pareció de compasión. —No, lo haré luego —Le digo tomando asiento en el borde de la cama—. ¿Y…? —Intenté formular la
Han pasado dos semanas desde que Anel recordó, ye en este tiempo su actitud no ha cambiado. No he logrado convencerla de su amor hacía mí. Me siento frustrado, desesperado al ver que pareciera estarla perdiendo aun entre mis manos. No hallo qué más hacer para hacerla comprender que sí me ama, solo que está aturdida, y su renuencia a aceptar la verdad que nos une no la deja ver más allá.Llevamos un mes y unos cuantos días en la isla. En todo este tiempo no he hecho gran cosa. Me llamaron de la empresa de su padre, rechacé regresar porque no puedo hacerlo, no puedo llevarla conmigo, mucho menso dejarla aquí sola con los empleados, debo permanecer con ella aquí mientras termina de recomponerse, pero ¿Cuánto tiempo será eso? Llevarla a un centro de salud no es conveniente, no para mí. No puedo correr el riesgo de que diga lo contrario ante cualquier otra persona que no sean mis empleados. Ellos vieron el amor que ella me ha demostrado en estos tres años, ellos saben que es correspondida