George no había podido conciliar el sueño. Se sintió varias veces tentado a buscarla, pedirle disculpas, abrazarla toda la noche y amanecer con ella, pero prefirió no hacerlo de inmediato, sabía que necesitaban espacio. Además, la molestia, amainada, aún seguía dando vueltas dentro de él. Con su pantalón de pijama puesto, ninguna camisa que lo cubriera y el edredón tapándolo a medias, miró el techo por lo que pareció demasiado rato. Fue dibujando sus pensamientos y deseos sobre aquel lienzo verde agua encima de él, imaginando a Lenis entre sus brazos, recordando todo lo que había experimentado junto a ella, así como también, esos momentos a futuro, algo que jamás pensó querer vislumbrar con alguien. Él anhelaba (como nunca) vivir con Lenis todas las fechas emblemáticas que existiesen (un anhelo muy oculto, no se lo diría), esas mismas celebraciones que no había podido disfrutar desde hace mucho tiempo. George sabía que lo que venía sería difícil. Contarle quié
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