La risa frenética de la loba invadió de forma molesta el comedor. La atención de todos estaba enfocada en aquellos que se enfrentaban. Más de uno se había levantado de su asiento para intervenir. A pesar de tener nuevos integrantes y de irse adaptando, tenían órdenes específicas de Dante de no atacar a ninguno. Siempre había alguien que obviaba la palabra del alfa. Ese, por supuesto, terminaba castigado. Y esta no sería una excepción.En primera, aquella loba estaba amenazando e insultando un cachorro indefenso, error fatal; segundo, se enfrentaba con el que había sido la reina de la Manada Gris y el nuevo protegido del alfa. Al igual que con Bastian, a quien quería como un hijo, provocar a Lukyan o sus hijos significaba ofender al mismo Dante.Pero la ofensiva loba pasaba por alto todas las reglas. Sus orbes se habían vuelto dorados. En medio de la trasformación y olvidando toda advertencia se lanzó contra Lukyan, en un salto, agitando los brazos.Falco caminó rápido para interceptarl
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