Reencuentro
Apartó la sábana que se le pegaba y se encontró totalmente desnudo y la imagen del torso también desprovisto de ropa de Lukyan llegó a su mente. Su exquisita clavícula, la piel blanquecina que necesitaba de rayos del sol para broncearse, el pecho plano pero con pezones regordetes, pero que cabrían perfecto en sus manos para masajearlos hasta estar satisfecho, el abdomen plano, la estrecha cintura...

Se tocó el puente de la nariz y recordó los no muy decentes movimientos que había hecho en su momento febril. ¿Por qué demonios no recordaba más? ¿Habían llegado hasta el final? ¿Lo había tomado? ¿Lo había marcado? Su mente divagaba entre lo que parecía verdad y su imaginación.

Se quedó sentado en el borde de la cama apretándose la cabeza cuando la puerta fue abierta y un Lucian sonriente y más alegre que lo que Dante había visto en años lo saludó.

-Mi buen amigo, por fin despertaste- saludó todo sonrisas el alfa.

Un temblor cruzó la columna vertebral del alfa moreno que lo hizo sentar
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