Escuchar su nombre saliendo de los labios de ese frío lobo, que siempre mantenía la distancia de él, pero casi sin aliento y con tono excitado, hizo que todo el cuerpo de Bastian temblara y un marcado sonrojo cubriera sus mejillas, extendiéndose por su cuello.¿Qué demonios?Estaba habituado al siempre frío Falco, no a este lobo que podía tener la voz grave y hacerle latir el corazón. Se preguntó cómo sería en el sexo, si sus ojos brillarían, si sus colmillos se alargarían si su pecho desnudo y fuerte subiría y bajaría, húmedo y brillante de sudor. Era un lobo virgen, pero había fantaseado tantas veces con Falco durante los últimos años que chocar con la verdad era sumamente impactante.Lo sintió removerse un poco y abrió la boca para soltar un ligero gemido.Bastian se alzó sobre su codo y lo miró con los ojos entrecerrados. Los orbes de él comenzaban a tornarse muy dorados con la excitación a flor de piel. No lo podía evitar, el lobo estaba exudando feromonas llenando la habitación.
Falco se sobó la sien temprano en la mañana. Su cabeza le dolía tanto que pensaba que iba a explotar y eso no le permitía concentrarse en su trabajo, y eso que tenía mucho. Lo sucedido en la noche rondaba su mente y no podía separar lo que era verdad de un sueño. Todo había pasado tan rápido que era confuso.Gruñó alarmando a los dos lobos que estaban delante de él esperando por la firma de unos documentos, estos retrocedieron en consecuencia. Falco era un lobo con un carácter complicado, pero siempre tenía control sobre sí mismo, así que verlo en ese estado era toda una novedad.–Oye, no acoses a mis guardias –la voz de Dmitri retumbó cuando entró por la puerta.Falco alzó la cabeza y enarcó una ceja.–No tengo necesidad de acosar a nadie –replicó con tono áspero.–Wow, cierto lobo se levantó con la pata izquierda –Dmitri chifló y pasando por el lado de los dos lobos les hizo seña para que salieran– Yo me encargo –les murmuró y ambos salieron con la cola entre las patas antes de ser
Cuando Bastian había escuchado la fatídica noticia de que el cachorro de su protector había muerto, otra vez sabía lo que iba a ocurrir. Por lo que no se impresionó verlo salir corriendo astillando la ventana y perdiéndose en los árboles que rodeaban la inmensa mansión. Lo que si lo impresionó fue que Falco lo detuviera agarrando su brazo.Bastian pudo jurar que todos los vellos de su cuerpo se erizaron. Miedo, pánico y el recuerdo de esos ojos llenos de odio en dirección a él. No le tenía miedo a Falco como tal, sino al rechazo total de él, como había ocurrido esa noche y que lo había hecho llorar hasta esa mañana, haciendo que sus ojos dolieran.Por lo que había escapado cuanto antes para no escucharlo otra vez. Si él lo odiaba prefería que solo fuera en su mente. Sus palabras lo destruirían y en ese momento se tenía que mantener fuerte. Él era el apoyo de Dante y no podía quebrarse.Así que se transformó y corrió siguiendo su rastro.El alfa había usado su habilidad desplazándose r
Ser alfa de una manada inmensa, esposo atento y padre, las tres cosas a tiempo completo, como que era algo bastante difícil. Sobre todo, para Dante, que caía en la cama, todas las noches, después de hacer todas sus tareas y se dormía profundamente abrazando a su esposo. Y aun así estaba pendiente por si él necesitaba algo o tenía alguna pesadilla.Resultado… su ajetreada vida le estaba pasando factura, pero a él le encantaba. Tenía días en que las ojeras adornaban su hermoso rostro y Lukyan era llamado por Falco para que lo obligara a dormir, y él tenía un método especial para que él hiciera su voluntad. Más no se quejaba.Un día normal en la vida de Dante era levantarse en la mañana y despertar a su esposo llenando su cuerpo de besos. Desde la frente hasta sus pies. Lo hacía suave, dedicado, con cariño y expresando todo su amor a pesar de que ya llevaban tiempo juntos. Nunca se aburría. Y una vez que Lukyan había abierto sus ojos, dependiendo el ánimo de ambos, tenían un desestresant
A pesar de haber tenido seis embarazos, cinco de ellos efectivos, Lukyan no estaba adaptado a la excesiva atención que recibía en su nueva manada. Era algo realmente estresante para él. Y lo decía, tanto en el buen sentido como el malo.Desde que se levantaba tenía a Dante verificando cada uno de sus movimientos, y hasta tenía que gruñirle para que lo dejara, al menos, ir al baño solo. La intimidad era algo que estaba perdiendo poco a poco, y a él le gustaba tener su espacio.Y no era que no le gustaba la atención, es que era tanta que se agobiaba. Y no solo era por Dante, incluso Bastian asistía cada mañana para atenderlo, peinarlo, ayudarlo a vestir y demás. Lukyan, toda su vida, dependió de él mismo, así que tener a alguien que hiciera eso era algo realmente extraño e incómodo.Como resultado, siempre terminaba huyendo a cualquier lado de la manada con tal de respirar. Dante siempre tenía mucho trabajo. Había días en que incluso no se veían mucho, a no ser en la noche y caía tan ca
AdaptaciónDante, alfa de la Manada de Plata, no daba crédito a lo que sus ojos veían. Dos de los hijos de su mayor enemigo estaban arrodillados ante él; implorando que derrocara, nada más ni nada menos, que a su padre. Esa sí era una broma de muy mal gusto. No era una persona cerrada de carácter, pero le gustaría darles unos buenos correctivos a aquellos dos cachorros que osaban burlarse de su persona. O tal vez, aquello era simplemente una estrategia de su padre para acabar con su poder.
El calor era sofocante. Su garganta dolía al tragar debido la sed, no recordaba la última vez que el preciado líquido había pasado por ella. Los grilletes rozaban la piel agrietada de sus muñecas y tobillos estremeciendo todo su cuerpo. Los latigazos en su abdomen se multiplicaban a cada segundo quitándole la respiración.Su barriga, que había crecido en los últimos cuatro meses, manteniendo en ella su próximo cachorro, ahora estaba perdiendo dimensión tras un charco de sangre debajo de sus piernas. No le importó, tal vez así era mejor, su cuerpo estaba tan débil que terminar un embarazo le sería imposible y simplemente estaba abortando. Si solo todo desapareciera«¿Qué había hecho para merecer aquell
Días antesSasha miró sobre su hombro mientras corría a toda velocidad por el pasillo, cuidándose de su perseguidor. Los pulmones se le apretaban y ardían en busca de aire, mientras el cabello marrón se alborotaba sobre sus ojos.Dobló la esquina, esquivando una mesa, cuando el olor de su enemigo estaba detrás de él. Su cabeza era un torbellino como para pensar en un plan. Lo sentía tan cerca, pero dónde, no era a su espalda. No podía permitir que lo agarraran, no ahora.Una figura más alta se cruzó por el camino. Sasha se detuvo en seco y tensó sus músculos. Tenía que escapar, tenía que...-Sasha, desgra