Días antes
Sasha miró sobre su hombro mientras corría a toda velocidad por el pasillo, cuidándose de su perseguidor. Los pulmones se le apretaban y ardían en busca de aire, mientras el cabello marrón se alborotaba sobre sus ojos.
Dobló la esquina, esquivando una mesa, cuando el olor de su enemigo estaba detrás de él. Su cabeza era un torbellino como para pensar en un plan. Lo sentía tan cerca, pero dónde, no era a su espalda. No podía permitir que lo agarraran, no ahora.
Una figura más alta se cruzó por el camino. Sasha se detuvo en seco y tensó sus músculos. Tenía que escapar, tenía que...
-Sasha, desgraciado, cuando te atrape ya verás lo que te haré -gruñó Axel lleno de furia. Una sonrisa airada salió de la boca de su hermano mayor que aún mantenía puesta la camisa manchada por algún líquido viscoso resultado de alguna broma.
-Eso es si me atrapas -provocó el más joven.
Axel frunció el ceño sabiendo que por más rápido que corriera nunca atraparía a su hermano, pero reconocerlo, jamás.
Un guardia que obstaculizaba el camino se giró hacia un lado dejando el camino libre a los dos príncipes que retomaron la acostumbrada persecución semanal. Quien viera la escena se reiría. Para su edad eran aun unos cachorros. Axel tenía 45 años, mientras su hermano Sasha unos 38, aunque podía pasar por un adolescente bastante jóvenes tanto por su aspecto como por su altura. Y era lógico, los lobos alcanzaban su madurez cerca de los 50 años y tenían su primer celo a los 100.
Sasha dobló por varios pasillos sin aminorar el paso. Era un lobo pequeño, pero ágil como pocos y aunque el mayor no se quedaba atrás, le faltaban las neuronas necesarias para superarlo.
Tal vez, estuvieron una hora más en la divertida faena, no lo supieron. Dejaron caer sus cuerpos agotados y agotados por el intenso esfuerzo físico y con las panzas planas y duras rugiendo por un buen trozo de comida. Estaban seguros que serían regañados por su padre por el jaleo dentro de la mansión principal de la manada, pero les importaba muy poco o nada. Su padre no les prestaba tanta atención como para saber que estaban vivos, a veces ni se acordaba de sus nombres. Y Laira y Fallen, sus otros dos hermanos, tampoco escapaban de ese patrón.
Fallen era el segundo de los hermanos siguiendo a Matías en la lista, el primogénito y favorito del alfa. Era el más tranquilo de los cinco y siempre estaba cuidando a Laira, su hermanita menor y el amor de todos ellos. Y aunque no se parecía en nada a su padre, mantenía rasgos en común con sus parientes, tales como el cabello chocolate, y se excluían sus dos grandes ojos violáceos, cuando en los machos de la familia paterna se mantenían el color avellana. Incluso el alfa había sospechado de la procedencia de ella pero el olor delataba, no importaba su físico.
Los cinco tenían un olor característico, fácil de identificar por cualquiera ajeno a la familia, que sabría que estaba relacionados consanguíneamente. Así como de quienes eran los progenitores.
Ahora la pregunta del siglo y el tema tabú en la manada. ¿Quién era la madre? Ninguno lo sabía y su padre le cortaría la lengua al que osara mencionar la cuestión.
Solo era conocido que Matías fue concedido por el vientre de quien ocupó el lugar de reina de la manada a pesar de ser un macho y ahora descansaba en paz, pero esa historia se había perdido en el tiempo. Ahora ya nada quedaba sobre aquel extraño lobo. Como si nunca hubiera existido. Existían rumores de que estaba vivo pues, una cosa era real, todos los hermanos olían igual. El alfa por su parte negaba una y otra vez, alegando que pertenecían a madres diferentes, y nadie era capaz de replicarle.
Sasha se incorporó del suelo acomodándose la ropa y le extendió la mano a Axel.
-Volvamos, es casi hora de la comida y tenemos que cambiarnos. A padre no le gustara nuestras fachas -sus palabras daban muestra de las relaciones tensa con el jefe de familia.
-Ni que estuviera tan pendiente de nosotros -dijo con desdén el cachorro mayor
-Axel- lo reprendió, con ellos los papeles estaban invertidos- Y tú hueles horrible, y más ahora que estas sudado -continuó mortificándolo
-¿Qué? ¿Te gusta? ¿Quieres un abrazo? -abrió los brazos, pero su hermano se agachó esquivándolo y se apartó.
-No más juegos por hoy, paz entre hermanos -añadió Sasha.
-No quiero oír eso de la persona que arruinó mi camisa favorita- Axel adoraba al cachorro por más que le hiciera cosas. Siempre estaban juntos al cuidado de Fallen. Ahora el segundo hermano no tenía mucho tiempo para estar con ellos, tenía que hacer huecos en su agenda de mamá sustituta y ama de casa para atenderlos. No le reprochaban nada, gracias a él es que se mantenían en aquellas frías paredes.
Caminaron de vuelta cuando escucharon, a lo lejos, el grito atronador de su padre y un fuerte golpe sobre la mesa.
-¿Qué hizo qué? -la furia matizaba la pregunta.
Los hermanos se arrodillaron en una esquina apartada pensando que había sido sobre ellos. A la distancia en que se encontraban podían oír todo, su oído bien desarrollado se lo permitía y con el olor que tenía Axel sería imposible que los detectaran. Ralentizaron su respiración para ocultar su presencia. Si su padre los iba a regañar o castigar era mejor saber cómo seria.
-Lo siento alfa, pero al parecer no puede mantenerlo más tiempo dentro -se escuchaba una voz temerosa y angustiada ofreciendo disculpas
-No me importa el método, no puede perderlo -su prepotente padre no aceptaba la situación que afligía al otro lobo.
-Eso podría hacer que su vida peligre -no continuó, las palabras fueron interrumpidas pasos a lo lejos.
Su padre se había levantado de donde estaba.
-Te pago muy bien para mantenerlo con vida, dándome cachorros para consumir su sangre cuando sean adultos. Dale medicamentos, opéralo, cósele las piernas, pero no puede morir el cachorro -dijo con brutalidad.
Sasha se pegó a su hermano con un ligero temblor. No podía ser. Sus oídos lo estaban engañando. Sabía que su padre era cruel, pero aquello superaba las expectativas, cómo era posible que le hiciera algo así a alguien, incluso si fuera un enemigo.
-Al menos podría mandarlo para un lugar mejor. Las mazmorras no tienen las condiciones para su barriga y su situación no...-la idea fue interrumpida con brusquedad
-Cállate. Tu trabajo es atenderlo como doctor, yo decido donde tiene que estar. Y recuerda- la voz de su padre bajo tanto que les costó trabajo escuchar- Nadie puede saber que la antigua reina de esta manada está vivo. Entendiste -una velada amenaza recorrió las paredes de la habitación.
Axel miró a Sasha con la misma expresión de terror. Aquello se estaba descontrolando. Había mencionado a la reina, el único lobo que había dirigido la manada sin tener los genes de alfa y además siendo un macho. El esposo del actual líder. Si sus palabras eran ciertas, todo lo que les habían contado era una vil mentira.
Ambos asintieron con las cabezas, sus mentes estaban en una sincronía. Tenían que descubrir lo que ocurría en aquella mansión.
Caminaron hacia atrás con cautela sin hacer ruido, si su padre se enteraba que tenían esa información de seguro los mataría. Se alejaron, pero antes de girarse para volver a sus habitaciones, una mano cayó sobre el hombro de Axel.
-¿Qué hacen aquí?-preguntó con sospechas una voz conocida.
Los cachorros tragaron en seco al ser descubiertos y una ligera capa de sudor cubrió sus cuerpos, pero se tranquilizaron al oler, a su espalda, la esencia de su hermano mayor.-Fallen- Axel se giró y mostró una mueca incómoda- Solo estábamos dando un paseo. Ya volvemos a nuestras habitaciones para cambiarnos para la cena-explicó nervioso.El lobo de cabello castaño, al igual que ellos, pero sujeto en una larga trenza a lo largo de la ancha espalda miró en dirección al pasillo que terminaba la oficina de su padre. Su hermoso rostro se contorsionó.-¿Oyeron lo que dijo?- preguntó con el ceño fruncido.Sasha levantó las manos en rendición y duda.-No sé de qué estás hablando- si había algo que Fallen nunca hacía era molestarse, pero pobre del que estuviera cerca cuando ocurriera.El lobo mayor les volvi&oac
Axel y Sasha corrían lo más rápido que sus piernas lo permitían. Axel arrastraba a su hermano por el bosque, esquivando los árboles con dificultad sobre el terreno pantanoso después de la lluvia. Habían cometido el peor error de toda su vida.Habían pensado que todos los hermanos estaban juntos en esta causa, en salvar a su madre de las garras del alfa. ¡Qué ilusos! La traición dolía y más cuando era la primera vez. Aún no habían salido de la conmoción de ver las circunstancias en que estaba el anterior líder de su manada cuando volviendo a sus alcobas habían visto a su hermano mayor y primogénito de los cinco, Matías. Al igual que su padre, los ignoraba y si podía humillarlos lo hacía, así había sido enseñado. Era tan fiel a su padre que daba asco verlo, pero seguía siendo su hermano e hijo de aqu
La puerta se abrió dejando pasar un leve destello de luz que se esfumó con la misma velocidad. El lobo adentro levantó la cabeza con tanto esfuerzo que abrir los ojos fue toda una proeza. La imagen ante él le repugnó tanto, que sintió náuseas aún más intensas que las que ya tenía. Sus garras comenzaron a romper la piel de los dedos mientras sus colmillos se agrandaban.Soltó un rugido utilizando toda su fuerza para llegar hasta la persona y desgarrarle la garganta. Su cuerpo comenzó la transformación, sin embargo los grilletes oxidados alrededor de sus muñecas y tobillos le cortaron la circulación y rompieron la piel. El dolor recorrió su cuerpo como brazas de fuego, cayendo de rodillas y jadeando sin fuerza.Una sonrisa triunfadora cruzó los labios del alfa que se arrodilló y apartó el cabello sucio del demacrado rostro de su espos
Dimitri leía la carta que le había llegado a sus manos. Como hermano gemelo del alfa y Comandante de la manada, tenía más responsabilidades de las que quería en su vida. Su hermano tenía menos tiempo que él, así que no tenía derecho de quejarse, incluso ahora sabía que estaba planificando bien el golpe que darían a la Manada Gris.Se pasó la mano por su corto cabello alborotándolo. Estaba agobiado con los nuevos sucesos. ¿Qué demonios pensaban aquellos lobos? Encerrar a un omega. Y uno de sangre pura para concluir. Acaso no sabían que eran tan extraños como los lobos albinos. Con la capacidad de reproducirse en grandes cantidades, sus cuerpos eran lo suficientemente resistentes para soportar dar a luz el triple de veces que una loba común, que solo obtenía su celo cada 100 años. ¿Qué lobo no quisiera múltiples c
Años atrás.Fallen dejó a Axel y Sasha en sus respectivos aposentos después de pasar horas intentando que se comportaran como cachorros decentes. Su padre había dado órdenes explícitas de que no quería nadie dentro de la mansión esa noche y al no poder sacarlos a ellos, los habían confinado en sus habitaciones antes de que el sol se ocultara.Sus hermanos menores adoraban sacarlo de quicio y que los regañara, llamando su atención en todo momento. No podía negar que eran adorables cuando hacían eso y siempre terminaba sonriendo y dándoles un be
Dante se alzó en toda su altura volviendo a su imagen humana. Miró a los cinco lobos ante él y asintió con la cabeza para que el líder de estos copiara su misma acción. Fallen dudo un poco y se transformó más lentamente, quedándose arrodillado en el suelo con la cabeza gacha, su largo. cabello chocolate cayó sobre su espalda y hombros cubriendo también su expresión facial. Mirar a los ojos a un alfa que no era de la manada era considerado una ofensa fatal y Dante podía desgarrarle la garganta con solo pensarlo.-¿Las condiciones están preparadas?-la autoridad emergía en el aire.
Dante soltó un potente jadeo. Aquella pelea se había tornado intensa. Tal vez no lo suficiente para cumplir sus expectativas, pero si para sacarle el aliento. El alfa de la Manada Gris no era débil a pesar de su aspecto, estaba muy bien entrenado y su fuerza no era para sobrevalorar. Aun así él llevaba ventaja.Había atacado varias veces al cuello logrando arrebatarle la cadena, dejándola caer en las patas de Fallen que ahora la cuidaba con su vida, aunque en el proceso había ganado varias heridas en su pecho y patas delanteras. Ahora ambos volvían al inicio, uno frente al otro mostrando sus colmillos cubiertos de saliva burbujeante.Fallen retrocedió hasta donde el beta estaba, sentía la tensión en el ambiente y la presión le costaba respirar. Cuando dos machos alfas se retaban los lobos más débiles podían sentir su poder.La pelea volvió a ret
Edgar, el doctor jefe de la Manada de Plata revisaba a su paciente con el ceño dolorosamente fruncido mientras pronunciaba maldiciones mudas de vez en vez.-¿Cómo está?- Dante se mantenía en la distancia, ansioso, sin noticias desde hacía buen rato.-Ahora no alfa, déjeme terminar mi trabajo- soltó más brusco de lo que pretendía, desechando su ira contenida -Por favor salga -pidió más tranquilo, después de todo se estaba dirigiendo a su alfa.Dante solo asintió con la cabeza y salió de la habitación para encontrarse con el rostro amargado de Fallen y Ryan, que a pesar de las vendas en su cuerpo, había insistido en estar ahí.No se molestó por el tono de Edgar. El lobo le llevaba casi 300 años por encima, incluso había ayudado a traerlo a este mundo y sabía que reaccionar de aquella forma, era indicio de