Si había algo que Lukyan había aprendido a lo largo de los años era que las lágrimas no resolvían absolutamente nada, así que derramarlas era en vano. En vez de eso, tenía muchas cosas en las que pensar y qué hacer. Una de ellas era el estado de su relación con ese alfa que cada vez que podía le mencionaba que era suyo.
No podía negar que tenía mucho que agradecerle, había hecho por él y su manada más que cualquiera; aun cuando el precio era su cuerpo, el cual dentro de poco perdería, incluso, su independencia.
Acarició la marca de mordid
La risa frenética de la loba invadió de forma molesta el comedor. La atención de todos estaba enfocada en aquellos que se enfrentaban. Más de uno se había levantado de su asiento para intervenir. A pesar de tener nuevos integrantes y de irse adaptando, tenían órdenes específicas de Dante de no atacar a ninguno. Siempre había alguien que obviaba la palabra del alfa. Ese, por supuesto, terminaba castigado. Y esta no sería una excepción.En primera, aquella loba estaba amenazando e insultando un cachorro indefenso, error fatal; segundo, se enfrentaba con el que había sido la reina de la Manada Gris y el nuevo protegido del alfa. Al igual que con Bastian, a quien quería como un hijo, provocar a Lukyan o sus hijos significaba ofender al mismo Dante.Pero la ofensiva loba pasaba por alto todas las reglas. Sus orbes se habían vuelto dorados. En medio de la trasformación y olvidando toda advertencia se lanzó contra Lukyan, en un salto, agitando los brazos.Falco caminó rápido para interceptarl
Dante gruñó al sentir la puerta sonar y percibir el olor detrás de él. -Lucian- dijo cuándo el lobo entró y se sentó cómodamente en el sofá de terciopelo que acompañaba los muebles de la oficina. -Tienes un espécimen interesante como prometido -utilizó un tono que molestó al ya furibundo alfa. El cuerpo del líder se tensó y lo miró fulminándolo con la mirada. -No te le acerques -le advirtió amenazante. -¿Acaso me crees capaz de todo alfa? Pero tienes que admitir que hay detalles que omitiste en nuestra segunda reunión. Fue muy conveniente que él no estuviera marcado por Sylas, que su matrimonio fuera anulado y que este fuera sentenciado a perecer en la próxima luna llena. No obstante la parte de que puede doblegar a los lobos, eso no lo mencionaste -parecía cortés, aunque en el fondo de sus palabras se vislumbraba una velada amenaza. -No debía por qué- Dante se levantó de su asiento y se acercó- Lukyan es un omega por lo cual tiene facultades diferentes a nosotros, eso no es secr
Lukyan retrocedió un paso para detenerse temblando violentamente. La imagen del alfa ante él lo aterraba, tanto como podía cautivarlo. El oscuro cabello suelto y alborotado que enmarcaba su rostro perlado en pequeñas gotas de sudor. La camisa desabotonada que se pegaba como una segunda piel, dejando a la vista los músculos definidos de un lobo adulto en la mejor etapa de su vida. Los pantalones holgados que apenas hacían el esfuerzo de ocultar sus torneadas piernas y la ausencia total de zapatos; le daba un aspecto más salvaje de lo que usualmente mostraba. Aunque, Lukyan estaba más atento al brillo amenazador de sus plateados ojos, que podía definir incluso con su deteriorada vista. Retrocedió otro paso solo para recibir un gruñido y su garganta se secó. Su cuerpo entero se retraía, queriendo huir e ir hacia él en partes iguales. Su mente dictaba que tenía que salir de allí, pero la naturaleza animal era fuerte y dictaba que debía unirse a ese alfa. No quería. Le haría recordar el
Buscando dentro de uno de los bolsillos de su pantalón sacó una llave y abrió el grillete dejando libre la pierna, con un hematoma ya morado alrededor del tobillo. Lo agarró del brazo y lo hizo ponerse de pie. -Sígueme y no intentes escapar, tengo lobos en todos lados y no vacilarán con arrancar la cabeza a cualquiera que no sea de la manada- sus palabras eran tranquilas, pero el deje de amenaza no las abandonaba. Lukyan lo siguió por un largo pasillo hasta llegar a una puerta de hierro al final de este, que tenía varios seguros. La atmósfera se sentía cargada y pesada y le costó respirar. Su corazón latía nervioso indicándole que detrás de la puerta no había nada bueno. Lucian tocó algunos mecanismos y la puerta se abrió lentamente dejando salir un olor rancio, así como el sonido de un rugido. Lukyan retrocedió, pero fue detenido por la mano del alfa que lo detuvo y lo arrastró hasta el interior, en contra de su voluntad. La oscuridad en el interior solo era rota por la luz de peq
Lukyan estaba muy tranquilo. Demasiado tranquilo para el gusto y preocupación de Lucian. No había tocado los alimentos que habían sido llevados a su habitación y tampoco había indicios de fuga. El alfa daba toques con su dedo encima de la mesa, signo inequívoco de inquietud, mirando a su beta. -¿Y?- preguntó a su beta que se mantenía parado al otro lado con las manos en su espalda. -No ha hablado, se mantiene sentado en su cama sin nada más que mirar al vacío. Mirar al vacío era algo que de seguro hacía, pensó Lucian, era del conocimiento público la dificultad que poseía en sus ojos. Pero algo más, necesitaba algo más. Estaba seguro de que él no se quedaría con los brazos cruzados, mientras lo tenía prestado, como decía él. Se levantó de su asiento con tanto impulso que lo tumbó. No podía dilatar tampoco la razón del porqué lo tenía allí. Ya hacía dos días que lo había traído y de seguro se habían dado cuenta en la Manada de Plata de su ausencia, y la de él. Por el momento, no le
Lucian abrió la puerta y Dante frunció el ceño al percibir el olor que provenía de su interior. Se acercó a Lukyan y agarrándolo del brazo lo atrajo hacia él, hasta que su espalda tocó su pecho. -No entrarás ahí, es peligroso- su brazo envolvió la pequeña cintura protectoramente. Lucian no dijo nada, solo esperó. Al perecer el único que podía dominar al otro alfa estaba entre sus propias manos, así que esperaría a que él hiciera su magia. Lukyan acarició el brazo que lo aprisionaba desde el codo hasta la muñeca con delicadeza; recorriendo cada vena y tendón que se marcaba por la tensión hasta llegar a sus dedos. -Dante, estaré bien, ya estuve ahí adentro y no me ocurrió nada- mintió descaradamente- Solo será un momento-le prometió. -No- su voz retumbó en el pecho – lo que está ahí adentro es letal, no te dejaré someterte a ese peligro-no cedía. Lukyan alzó la cabeza hacia atrás descansándola sobre su pecho y estiró su palma hasta la mejilla de él. El lobo lo miró con los ojos ent
Apartó la sábana que se le pegaba y se encontró totalmente desnudo y la imagen del torso también desprovisto de ropa de Lukyan llegó a su mente. Su exquisita clavícula, la piel blanquecina que necesitaba de rayos del sol para broncearse, el pecho plano pero con pezones regordetes, pero que cabrían perfecto en sus manos para masajearlos hasta estar satisfecho, el abdomen plano, la estrecha cintura... Se tocó el puente de la nariz y recordó los no muy decentes movimientos que había hecho en su momento febril. ¿Por qué demonios no recordaba más? ¿Habían llegado hasta el final? ¿Lo había tomado? ¿Lo había marcado? Su mente divagaba entre lo que parecía verdad y su imaginación. Se quedó sentado en el borde de la cama apretándose la cabeza cuando la puerta fue abierta y un Lucian sonriente y más alegre que lo que Dante había visto en años lo saludó. -Mi buen amigo, por fin despertaste- saludó todo sonrisas el alfa. Un temblor cruzó la columna vertebral del alfa moreno que lo hizo sentar
-No te preocupes, alfa- recalcó la última parte- Te invitaré cuando cierto alfa- volvió a recalcar- Me ilumine sobre los detalles de esa próxima boda y de ¿padrino?-su metal de voz fue peligrosamente helado. -De eso hablaría contigo en el viaje de regreso- Dante puso una mano sobre su hombro y él la palmeó apartándola- Y te juro que lo del padrino no vino de mí-intentó aclarar el malentendido. -Claro que me contarás- no es que estuviera realmente molesto, solo no toleraba que se tomaran decisiones que tenían que ver con él y no lo incluyeran, al menos como oyente. -Dante me aseguraré que la próxima vez que visite tu manada saludarlo a él como alfa en vez de reina porque por el camino que vas...-dejó caer insinuante. -Por el camino que voy no es de tu incumbencia-replicó Dante molesto. Lukyan cerró los ojos. Ahí iban otra vez. -¿Cómo está él?- los interrumpió -Descansando- los rasgos faciales de Lucian se suavizaron- Está mejorando rápidamente-el recuerdo de su recién recuperado