Un mes después. Las cosas para Laura no habían sido nada fáciles, empezaron los efectos secundarios del tratamiento: fiebre, náuseas, sarpullido, le dolían las extremidades, se le hincharon las manos y piernas, el estómago le ardía. Había días en los que las fuerzas la abandonaban. Deseaba que toda esa pesadilla terminara, lloraba sin descanso, sin embargo, a pesar de todo tenía el apoyo de su esposo, quien no dejaba de ir a visitarla, de darle ánimo, al igual que lo hacía su mamá Constanza. Cuando sentía que todo estaba perdido y las ganas de dejarse morir la abordaban, el amor de su esposo la reanimaba, es así que sacaba fuerzas de donde no las tenía y luchaba por su vida. Permaneció internada en aquella habitación aislada del mundo, la convirtieron en una guerrera, en una luchadora, en al
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