Pablo dejó un poco perdida la mirada y comenzó a contar la historia:La polémica comenzó con la llegada de aquel hombre. Era un tipo elegante que, a pesar de su corta estatura, atemorizaba un poco con su presencia.Tenía la mirada torcida. El puño de su mano izquierda, sin dedos, guardada siempre en el bolsillo de su traje, sobrio y moderno. Usaba gafas de pasta pero levantaba la mirada sobre ellas y siempre miraba a su interlocutor fijamente a los ojos.Llegó una tarde de invierno, cuando comenzaban a caer los primeros copos de nieve sobre Puenteviejo. Todos sabían que a partir de ese momento la nieve cubriría las carreteras y básicamente dejaría aislado al pueblo.Entró en la cantina, solo. Se apoyó en la barra, sin importarle las miradas de los vecinos y pidió un vino blanco. Preguntó al dueño, mientras le servía, dónde pod&iacu
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