Gregory no podía creer que su amada tenga el corazón tan negro a tal punto de querer quitarle el amor de su pequeña, así que apretó las manos y tenso la mandíbula sintiendo deseo de querer odiarla, pero sin poder porque él respira por ella y para ella. — Ante la ley eres mi esposa y lo seguirás siendo, así que quiero que te alejes de este cabrón — le hizo saber con furia, mientras ella sonreía sin dejar de ver la cara de Corina, ya que Gregory seguía con ella sujetada por la cintura — Gabriela es y siempre será mi hija, ya verás como la apartaré de tu lado, víbora venenosa — Gregory la soltó de golpe, pero ella mantuvo el glamour y la elegancia, antes de tomar entre sus manos una granada, que le pidió a Marcos al inicio de la fiesta, puesto que
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