— Esa es la hija de esa mujer tan peligrosa — le decía Corina mientras lo seguía al despacho en donde Gregory le pidió que entrara.
— Peligrosa, pero no engañosa como cierta víbora — la miró fijamente con esos ojos profundos que hacen a cualquiera temblar.
— Esa zorra americana no tiene comparación — le respondió ella disimulando los nervios que empezaban a atacarla. Gregory la miró con reproche.
— Estoy tan decepcionado de ti, te creí mejor persona, pero me equivoque tanto que enfrente a la madre de mi hija, a la mujer que amo, solamente por darte un lugar en mi vida por lo agradecido que estaba — mientras Gregory habla Corina se queda callada sin entender nada, puesto que tiene muy lejos el hecho de que Gregory descubrirá que lo ha drogado y piensa que tal vez no lo ha hecho bien porque tal parece que eso lo ha unido más a Elizabe
Elizabeth contempló como Gregory salía por esa puerta mientras acomodaba su ropa nuevamente; evitando dejar algún rastro alguno de lo que acababa de suceder aparte de su respiración agitada. Se estremeció cuando escucho unos pasos de alguien que bajaba la escalera, y se giró a observar a su amado Marcos quien le sonreía sin imaginarse lo que acababa de suceder; termino de bajar las escaleras para abrazarla, quien le correspondió con temor mientras sentía su respiración y dejó un suave beso en el cuello; apartándolo bruscamente.— ¿Qué sucede? — Pregunto sin entender, aunque estaba acostumbrado a los cambios extremos en ella —, Bueno, vengo a hablar contigo de un tema.— Solo, no me siento de ánimos, ¿cuéntam
—si lo soy y seré peor si no me declaras qué demonios has venido hacer aquí— le preguntó Gregory con molestia apretando más el brazo de Elizabeth, quien miraba para los lados, apurada, puesto que le urge salir de allí antes de que el veneno haga su efecto en León.—te diré en cuanto salgamos de aquí— Gregory pudo ver su desesperación y con solo mirar sus ojos entendió que no debe detenerse en ese lugar. La hizo entrar en la camioneta y de camino a la casa de ella le volvió a preguntar lo mismo; Elizabeth sonrió con malicia.—aún piensas que te lo diré dragón estúpido— le respondió con sorna. Y es que Gregory en realidad creyó que ella le expresaría lo que hizo dentro de esa cárcel.
Los seguidores de Adriano no podían creer como se encontraba; primero tenía su miembro cortado y vendado de color morado a punto de una infección. Segundo, tenía rasguños por todo su cuerpo y mordiscos en su glúteo izquierdo, pierna derecha y brazo derecho aparte de que su cara se encontraba pálida, casi sin vida y a punto de morir. Salieron corriendo con Adriano en sus brazos hacia su vehículo, mientras otros apuntaban esperando no obtener una sorpresa de Elizabeth o de Marcos.Cuando iban llegando al vehículo, Elizabeth disparó hacia los aires en el balcón del segundo piso erizándolos, quienes entraron rápidamente para irse escuchando los quejidos de Adriano en medio del camino; llegaron por fin a la cabaña vieja donde tenían órdenes de suministrarlo al lado de una enfermera
Él sonrió después de haber colgado la llamada, pues conociendo a su fiera sabe que ella enojada se motivará más para ir a su lado a cobrarle el desplante, sin contar la irritación que ella tiene porque él no le ha llevado a Gabriela.— Ya es hora de que muestre que aquí soy yo quien manda — dijo Gregory pensativo y muy decidido.Siguió con sus planes de empezar la guerra en contra de los Rossini. Dejando a sus padres sorprendidos tras verlo nuevamente en la mansión, entró a su despacho.— Dante quiero que investigué cada uno de los negocios de los Rossini incluyendo la nueva compra de armas que han realizado — le ordenó a su amigo quien asintió de acuerdo.— ¿y cuáles son tus planes con Adriano?, yo considero que deberías dejarlo morir — le propone con tanto odio hacia Adriano como el que
— ¿De qué estás hablando? — Pregunto haciendo señas para que su hombre de confianza la soltara mientras ella sentía que estaba ganando la batalla —, Estás mintiendo solo para que no te eche de acá.— Me hice una prueba de embarazo y salió positiva — Afirmó acercándose a su amado, mientras su corazón se paraliza —, ¿Entonces que vas a hacer? O me dirás que eres de esos cobardes que se defienden diciendo que me acosté con alguien más para evitar su responsabilidad.— Muéstrame la prueba — Ordenó Gregory con enfado, sabía que si resultaba ser cierto y Elizabeth se enteraba nunca más volvería a estar con ella, no lo perdonaría —, ¿Dónde está?
Elizabeth observó con detenimiento aquel vestido, es sexy eso es indudable, sin embargo, su dilema es que no quiere servirle de trofeo a Gregory, no cuando él la ha pisoteado al tener a Corina allí, y salir por esa puerta a su lado significa que su poder, pasa a ser de él, una vez los líderes lo vean juntos, no tiene que ser adivina para saber que el sádico de su esposo ha planeado una fiesta en donde mostrará que la tiene dominada.—maldito dragón engañoso— exclamó furiosa agarrando con brusquedad el vestido.(...)Bajó por las escaleras como toda una diva; no se iba a amilanar, era la señora Bianchi y eso nadie lo podría refutar, ni el mismo Gregory. Sabía que, al aceptar el matrimonio co
Mientras Elizabeth y Gregory seguían perdidos entre besos y caricias hasta el límite de calentarse tanto olvidando que se encuentran rodeados de personas, Corina seguía sangrando, lentamente, puesto que ese es el plan. Cuando sintió que la puerta estaba a punto de ser abierta por alguien, se dejó caer sobre la cama y cerró los ojos. La empleada de servicio tras irle a llevar la cena cuando vio la cama tendida de blanco con bastante sangre en ella y a Corina, fingiendo estar desmayada creyó aquella escena como cierta y emitió un grito ensordecedor que muchos escucharon inclusive Melissa, quien corrió hacia su hermano.Melissa llegó alterada a su lado respirando con dificultad y abriendo grandemente los ojos; no encontraba las palabras específicas para decirle a su hermano la situación.—La loca que has metido en esta casa se acaba de suicidar—casi gr
— Porque conozco como la palma de mi mano a mi marido; es que te digo que él no trabajaría como alguien humilde — Manifestó con una sonrisa cínica, volteando a verla —, ¿Crees que podrás amarrarlos por un fingido embarazo?, el cual termina ahora mismo.— No es fingido, estoy embarazada de tu marido — Confesó colocándose de pie lentamente viéndola a los ojos —, Por eso mismo, si te quedas sabrás que siempre tendrás que soportarme.— Una más o una menos ¿qué más da? — Dijo encogiendo sus hombros, aunque internamente le dolía —, Solo serás una basura, a mi lado.— Esta basura puede ser tu perdición y dejarte en la cochina