El caminar de Dina era presuroso. Sentía las calles largas, y mirar la hora cada tres minutos las hacían aún más largas. Estaba estresada, pues apreciaba las oportunidades en la que el horario de Harry y el de ella coincidían para comer juntos, por lo que cada minuto de retraso implicaban minutos de retraso y ella ya llevaba diez. Al fin llegó a la calle donde quedaba el restaurante, del otro lado de la cera podía verlo. A pasos de cruzar el viaducto, el semáforo se torno rojo, y la muchedumbre que iba delante de Dina se detuvo. El trayecto desde su trabajo hasta allí le había parecido interminable, pero no era comparable a ese momento. Veía pasar auto tras auto, era una caravana interminable. Parecía que el semáforo no iba a ceder el paso a los peatones. Su mente viajaba en temas cualquieras, tratando de aminorar la espera y relajarse, cuando sintió estar al borde d
Leer más