El caminar de Dina era presuroso. Sentía las calles largas, y mirar la hora cada tres minutos las hacían aún más largas. Estaba estresada, pues apreciaba las oportunidades en la que el horario de Harry y el de ella coincidían para comer juntos, por lo que cada minuto de retraso implicaban minutos de retraso y ella ya llevaba diez. Al fin llegó a la calle donde quedaba el restaurante, del otro lado de la cera podía verlo. A pasos de cruzar el viaducto, el semáforo se torno rojo, y la muchedumbre que iba delante de Dina se detuvo. El trayecto desde su trabajo hasta allí le había parecido interminable, pero no era comparable a ese momento. Veía pasar auto tras auto, era una caravana interminable. Parecía que el semáforo no iba a ceder el paso a los peatones. Su mente viajaba en temas cualquieras, tratando de aminorar la espera y relajarse, cuando sintió estar al borde de la desesperación el tumulto comenzó a avanzar.
Entró al café, sus ojos recorrieron todas las mesas hasta que vio a Harry y fue hasta él.
-Perdón, amor. Es agobiante caminar a esta hora en la ciudad. Es una jungla.- Se excusó Dina.
-No te angusties.- Dijo el enamorado. Envolvió las manos de su prometida dentro de las de él y continuó.- Cada tortuoso minuto en que te esperé se compensan ahora.- Dichas palabras conquistaron el corazón de la dama y consumieron el momento en un beso corto y apasionado. La mesera llegó con lo que Harry había pedido con anterioridad. Al quedarse solos la mujer preguntó.
-¿Has pensado alguna fecha?-
-El 7 de Febrero.- La respuesta fue inmediata y muy segura. Dina esbozó una sonrisa afectiva, y después de un suspiro dijo.
-Me encanta la idea de casarnos el mismo día en el que nos conocimos, pero estamos a menos de cinco meses, es muy pronto.-
- ¿Pronto?, por mí nos casábamos mañana mismo.- Tan ocurrente respuesta hizo sacar una sonrisa a Dina.- ¿Qué fecha has pensado tú?
-Me gustaría para Diciembre.- Respondió.
Los ojos de Harry se abrieron ampliamente.
-¿Un año?- La mujer se limitó a confirmar con la cabeza.- Es mucho tiempo…
-Es el tiempo ideal para organizar bien y tener nuestra boda perfecta, amor.-
- ¿Y si no llegó hasta allá? ¿Y si me muero antes?- Dijo él con ocurrencia cometiendo su objetivo de dibujarle otra sonrisa a su prometida. Ella juntó sus labios con los de él, y aún con la sonrisa dijo.
- Primero muero yo.
(…)
La concentración de Harry se dispersó cuando Grace llegó a su lado y le dio una taza de café. Dejó la hoja de papel y la pluma a un lado. Luego de un suspiro pesaroso, aceptó la bebida.
-Gracias, Mamá.-
-Te notó estresado, hijo.- Dijo Grace sentándose a un lado del hombre. Se percató de la hoja y sin pedir permiso la agarró. Al leer lo escrito ahí, la mujer no pudo evitar sonreír y preguntó.
-¿Es esto lo que te tiene así?
-Sí.- Respondió Harry y luego de un sorbo de su café continuó.- ¿Cuántas personas asistieron a tu boda?
-Las necesarias, cariño.- Tan contundentes palabras se apoderaron de la atención de Harry.- Es tu boda hijo, no puedes invitar a cualquiera. No todas las personas van a querer lo mejor para ti o para Dina.
-Mamá todas estas personas son importantes para mí.- Repuso Harry mostrándole la lista de invitados.
-Pero, ¿A cuántas de estas personas les importas tú? Puedes estar rodeado de muchas personas, pero no todas van a custodiar por tu bien… No busques la gloria de tu boda en la gente, busca gente gloriosa para tu boda.- Harry sintió la mano de su progenitora en una suave caricia en su mejilla y luego sintió el beso más puro que alguien puede recibir.- La vida es un paseo hijo, recórrela de mano con quien lo merezca.- Sin más la señora de 52 años se levantó y siguió con su labor domestica y el prometido quedó divagando las sabias palabras que recién le habían dicho.
(…)
Un suspiro pesaroso dejó ver el cansancio de Harry quien después de pasar la tarde con su madre, llegó a su departamento exhausto y se tumbó en la cama. Sus ojos dominados por el agotamiento se cerraban involuntariamente. Su cuerpo perdía rigidez y su mente comenzó a divagar. Se veía a él y a Dina tomados de la mano. Ambos vestían apropiadamente para resguardarse del colosal clima hibernal que asechaba. Un tren llegó y ella preguntó.
-¿Para dónde vamos?
-A nuestra vida juntos, amor.- Dijo encaminándose hacia el tren. Cuando estuvo por abordar, un desconocido le advirtió que su acompañante lo había dejado, al instante volteó al asiento donde esperaron, nadie estaba allí. Navegó los ojos por entre la multitud buscando a su amada, y la voz de aquel hombre resonó en él.
-Debes seguir sin ella.
Ambos se persignaron al salir de la iglesia y al bajar el último peldaño se agarraron de la mano. El sacerdote les había pedido puntualidad a primeras horas de la mañana para acordar bien todo lo requerido para el evento nupcial, así que para los enamorados no había mejor excusa para desayunar juntos. Caminaron rumbo a la cafetería predilecta, era perfecta para ellos, quedaba a media hora del trabajo de ella y cuarenta y cinco minutos para él, además allí hicieron su primera comida oficial como novios.
Harry hacía énfasis en algunos temas tratados en la reunión con el padre, preguntaba y comentaba, a lo que él dijera. Dina contestaba con “sí”, “no” e incluso se limitaba a responder con ruidos proveniente de su garganta, sin duda él se sentía distanciado e incluso suponía que algo en la reunión no le había gustado del todo. Aunque llegó a un punto en el cual prefirió guardar silencio, no resistió la indiferencia de su acompañante y decidió volver a hablar, esta vez preguntando algo en que la respuesta tendría que ser más clara que un “sí” o un “no.”
-¿Estás desconforme por algo?- Sólo en ese momento Dina miró a Harry, pues desde que salieron del templo, su atención iba orientada en el paisaje urbano.
-¿Cómo en qué?- Respondió.
- Quizás en… la fecha.- Dijo él decidido. Bien sabia que los deseos de su novia era celebrar el matrimonio en fechas decembrinas, sin embargo insistió que se adelantara para Agosto. El padre tenía muchas fechas reservadas para Diciembre así que accedió a la insistencia y no pretendía empezar una discusión frente al religioso. Reparando en el acuerdo que había entre los caballeros ella también accedió.
-Me tomó desprevenida tu cambio tan abrupto, pero está bien…- Dejó a medias su opinión y volvió a su actitud de antes. Harry no quedó conforme con la respuesta. Se detuvo en seco la miró de frente y repuso.
-Regresemos y pedimos fecha en Diciembre.- El tono grotesco indignó a Dina quien creyó haber dejado claro su opinión y habló.
- Creí que los dos estábamos de acuerdo con que sería el quince de…-
- Bueno perdona mi afán por querer casarme contigo.- Interrumpió él con tono sarcástico.- No pensé que te enfadaría tanto si adelantábamos la fecha.
- Harry, ¿qué te sucede?- Dijo ella notando la actitud tosca que había demostrado.
- Me levanté hoy, entusiasmado por asegurar nuestra fecha y tú pareces discrepante.
-No es sólo hoy.- Bufó al terminó de él. Si había algo de admirar de Dina era el tiempo que podía durar paciente ante una situación hostil, como ahora, y el respeto que mantenía para no interrumpir a alguien cuando daba su opinión.- Has estado adverso últimamente, te sobresaltas a la mínima, cambias de opinión constantemente y… tú no eres así…- El silencio reino entre ellos. Era la verdad, él aceptaba su cambio de conducta, soñaba constantemente en su futuro, pero Dina no estaba presente, y no dejaba de imaginar que ella lo dejaría y profirió.
- Quizás me apresuré, ¿en verdad quieres casarte conmigo?-
-Llevamos siete años de noviazgo, claro que estamos a tiempo de dar el siguiente paso y por supuesto que estoy segura de querer casarme contigo.- Cerró los ojos y buscó los labios de su novio, él correspondió el beso debidamente y al separarse ella susurró.
-Nos vamos a casar. Agosto, Diciembre, no importa… Te amo.-
(…)
Alissa observaba detalladamente a su compañera de piso. Sus ojos la recorrían de pies a cabeza y devuelta, había algo que no le convencía del todo, pero no estaba segura de qué podía ser, ladeó la cabeza y comentó.
-Me parece que esos zapatos no lucen con tu atuendo… colócate las sandalias negras.-
Dina suspiró extasiada. Se había cambiado tanto de ropa que ya casi no quedaban opciones en el armario, sin embargo obedeció.
-¿Cuántas opciones les quedan?
-Tres, si no resulta con ninguno haremos la recepción en el taller de Axel.- Respondió Dina ajustándose la sandalia.
-Un lugar grasiento, viciado con el olor de combustible, a casi hora y media de distancia de la iglesia… tal vez no sepa cuál es tu visión de boda ideal, pero no creo que un taller de mecánica sea el sitio adecuado…- Opinó Alissa.
-No, pero ya hemos visitado más de seis sitios y no nos ha resultado.- Profirió Dina viéndose al espejo, dio vuelta y pidió una evaluación de su cambio.- ¿Y ahora?-
-Perfecta…- Alagó su compañera quien no tardó en recuperar la conversación de antes.- ¿Son muy costosos?-
-Algunos, los otros no tienen espacio para los ciento cinco invitados.-
-Igual, no creo que el taller se opcional.-
-Tal vez, pero el tiempo va corriendo y necesitamos apresurar…- La conversación se interrumpió cuando ambas oyeron el grito de Harry llamando a Dina.-El último intento, sino no compraré lejía para depurar el taller…- Culminó Dina.
(…)
Los prometidos intercambiaban miradas mientras la organizadora de eventos ojeaba en su computadora. Después de unos segundos de espera, la señorita habló.
-No, el quince de Agosto ya está reservado…-
La mirada de Dina perdió brillo. Era el último sitio que quedaba, después de que los otros salieran de su presupuesto, ella aguardaba esperanzas en este. Agradecieron el tiempo dedicado a atenderlos y con la moral abajo se retiraron.
-Bien, será en el taller… ¿Conoces algún lugar donde podamos comprar lejía en cantidad?- Dijo Dina, a las risas de ella se le unió Harry. A pesar de bromear en ese momento, él sentía la desmotivación en ella. Rodeó su torso en un confortable abrazo y dijo.
- El taller es el sitio perfecto.-
-No, no lo es Harry- Expresó Dina, aún sonriente. Aunque Axel había tenido la voluntad de ceder su local, Alissa tenía razón no era el lugar ideal para llevar a cabo tan soñado evento.
-Lo es, ese taller ha estado en tu familia desde que tu abuelo vivía allí con tu abuela. Y tu papá… se crio ahí, es el lugar donde tu hermano aprendió a trabajar y dejó de vivir en el sótano de mi suegra.- Dina no disimuló lo humorístico que le pareció el comentario. No eran mentiras el que Axel haya encontrado su pasión en la mecánica había ayudado mucho en su madurez.- Faltas tú por tener un anécdota digna de recordar en ese lugar.- Continuó.- Además, no me parece buena idea rechazar la opción del hombre que nos presentó.- Culminó Harry uniendo sus labios con los de ella.
-El taller es buena idea.- Dijo ella recuperándose del beso. Las razones dadas no serían las mejores, pero le pareció un gesto muy lindo que Harry la motivara.
Luego de pasar un mañana viendo locales, la pareja decidió pasear por la ciudad. Caminaban sin afán ni un rumbo preciso. El cometido de la tarde era estar juntos. Faltaría poco más de una hora para que el sol se ocultara por completo y luego de zacear su hambre, dieron rumbo al departamento de Harry. Qué mejor manera de cerrar tan romántico día que terminar juntos. Iban platicando de temas sociales, y repentinamente Harry se detuvo para leer un aviso. Dina se detuvo unos centímetros adelante, pensó que el aviso diría algo sobre deporte, finanzas o cualquier tema del el agrado de su novio. Cuando despegó la mirada del aviso, Dina creyó que seguirían su camino, sin embargo hizo un ademán con la mano para que se acercara, extrañada obedeció.
-Se alquila local para cualquier tipo de celebración, precio negociable.- Leyó en voz alta Harry, en ese momento la puerta del establecimiento se abrió y salió una pareja agradeciendo. Harry se dirigía a la entrada cuando Dina lo detuvo y le preguntó.
-¿Qué vas a hacer?-
-Preguntar, tal vez no los alquilen. Es grande.- Dijo indicando la estructura. Dina no recordó las palabras de aliento que él le dio para convencerla del taller y con una sonrisa recriminó.
-¿Y el taller, no era el lugar perfecto?-
-Lo es cuando no hay opción.- Respondió carismáticamente.- Vamos.- Dijo llevándola de la mano.
Los ojos de Dina se vislumbraron. El sitio era espacioso, pulcro, quedaba a menos de veinte minutos de la iglesia. De la mano de Harry comenzaron a inspeccionar el lugar y ella imaginaba como sería el baile, la comida… todo, era el lugar perfecto.
-Buenas noches.- Los enamorados voltearon al unisonó al lugar origen de la voz, al tener la atención de los visitantes, el gerente preguntó.- ¿Puedo ayudarlos?
-Vimos el anuncio de alquiler y nos interesamos.- Respondió Harry.
-Por supuesto, ¿Para qué tipo de celebraciones lo requieren?-
-Nuestra boda.- Dijo Dina mostrándole el anillo.
-Felicitaciones.- Alagó cordialmente el hombre a la pareja.- ¿Tienen fecha?-
-Quince de Agostos.- Contestaron armonizados. Gesto el cual robó la sonrisa de los dos.
-Me parece que esa fecha ya está ocupada.- La alegría de los novios duro poco. Harry percibió, una vez más, la desilusión de Dina así que la atrajo a hacía él halándola sutilmente de la cintura. El directivo revisaba su agenda, hoja por hoja hasta llegar a las reservaciones de Agosto.- Quince de Agosto, sí estaba reservada.- Las palabras del hombre resonaron en Dina.
-¿Estaba?-
-Sí, la cancelaron hace poco…-
-¿Quiere decir que está disponible?- Interrumpió Harry
-Exacto, ¿harán su reservación?...-
Amelia recogía los platos vacíos de la última mesa que recibió comensales por la jornada dominical. Colocó los platos uno encima de otro y todos los vasos a su alrededor. Llegó a la cocina esforzándose por mantener el equilibrio, era una hazaña que pocos se atreverían a lograr, sin embargo los años de experiencia ya la tenían entrenada para tal acrobacia. Dejó los platos en la fregadero, recostó su espalda en la pared e inicio una conversación con su compañera.-¿A dónde irán de luna de miel?-No lo he hablado con Harry.- Respondió Dina sin apartar la mirada de su labor.-¿Para dónde te gustaría ir?...Y no me digas que el lugar es lo de menos, si tienes buena compañía.- Dina rió al oír el comentario, pues su compañera adivinó la respuesta. Miró a Amelia con
Los enamorados caminaban despreocupados, presumiendo su amor a los demás transeúntes, él rodeaba la cintura de su amada y ella guardaba su mano en el bolsillo trasero de los jeans de su prometido. Disfrutaban un año más de relación, como si fuesen creados el uno para el otro. Ninguno veía placer en cosas materiales. Se regocijaban más en un paseo romántico, combatiendo las altas temperaturas con un helado, mientras recorrían las joyerías de la ciudad en busca de las alianzas que sellarían su amor para la eternidad.-¿Tienes alguna idea del modelo de la sortija que te gustaría lucir?- Preguntó Harry.-Una que combine con la tuya.- Respondió ella concediéndole un beso en la mejilla.- ¿Tú cómo imaginas tu sortija? Él sonrió ante la pregunta, lo cual hizo pensar a Dina quien repuso.- ¿Qué?-Bueno, yo
Bajaba las escaleras una por una, sin mucho afán. Rectificó que llevase la tarjeta de crédito, las llaves de la casa y colocó la alarma de la casa, abrió la puerta de su domicilio y allí estaba su cuñado y su mejor amigo recostados en el chevrolett de brazos cruzados y con gafas negras, conservando una actitud misteriosa.-Vaya, que puntuales son…- Alagó sorprendido Harry.-Todo lo contario a ti.- Divulgó Axel.- Quedamos en vernos a las nueve en la boutique.- Harry se apresuró a ver la hora en su reloj de mano y dijo:-Son las nueve y diez.- Axel y Dario se carcajearon sarcásticamente y el segundo reprochó.-No tienes ni idea de lo largo que es la elección del traje.--Pero para eso estamos nosotros, expertos en el tema.- Apoyo su cuñado.Los padrinos no dijeron nada más y se subieron en el auto, y Harry siguió sus pasos, so
Harry observaba las flores de una de las amplias mesas de la floristería. Opinaba para sí mismo sobre todas las flores. Se detuvo al ver peonías en rosado y blanco, esas eran las flores favoritas de su prometida, por ende esas serían las protagonistas del salón el quince de Agosto. No sabía qué color le gustaría a ella, así que apeló a pedir su opinión. La llamaría para que ella se acercara a donde él estaba, pero el establecimiento estaba atiborrado de personas, decir su nombre a voz alta llamaría la atención de más de un cliente. Resolvió en ser él quien fuese hacia donde ella estaba.-Amor…- Dijo, despojándola de su letargo. La notó ida y no dudo en preguntar. - ¿Estás bien?--Sí, me distraje viendo esas flores.- Se excusó, señalándole el mencionado ramo.-¿Las calas
Harry vertía el café en una taza y juntaba las tostadas de pan junto a unas rebanadas de queso que previamente había servido en un plato. Se sentó en el comedor. Su vista indagaba en la computadora. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro al comprobar que su recepción de hotel en Río de Janeiro se había logrado con éxito, lo último en certificar para que la ceremonia nupcial se llevara en tranquilidad. Se aseguró de tener todos los proveedores que formarían parte del evento. Se apresuró en responder el teléfono apenas oyó el tono de llamada. Hacía cinco días que no veía a su futura esposa por petición de ella quien creía era supersticiosa en ese tema, así que en estos momentos el oír su voz era lo más reconfort
La tristeza que Harry sentía era visible. Su mente se abatía cada vez que recordaba lo que estaba por hacer. Caminaba de un lugar a otro buscando tranquilidad en cada paso. Organizó con sigilo cada ramo de peonías. Comprobó que cada vela estuviera encendida, por último se cercioró de tener el ramo de calas. No era fácil preparar los arreglos fúnebres de Dina, quien falleció en un accidente vehicular dos días antes de su matrimonio. Miraba el lugar de todos los ángulo, y era inevitable el no recordar cuando entraron juntos para preguntar el alquiler.Se paró frente a la foto de amplias dimensiones de la fallecida y se reflejo en ella. Se vio a sí mismo vistiendo un traje levita azul rey y recordó lo que él dijo aquel día, al igual que distinguió su corbata tonalidad azul cielo y lloró al recordar los detalles del vestido que tanto quiso ver, y lo
La emoción que Harry sentía era casi palpable. Su ritmo cardíaco se aceleraba cada vez que recordaba lo que estaba por hacer. Corría de un lugar a otro procurando que cada rincón del salón estuviera perfecto. Organizó con sigilo cada ramo de peonías, comprobó que cada globo tuviera el aire necesario para no desacordar con los demás, por último se cercioró de tener el estuche con el anillo. No era fácil preparar los arreglos para pedirle matrimonio a Dina, con quien cumpliría siete años de noviazgo. Después de mirar el lugar de todos los ángulos posibles, dio por terminada su tarea tan ardua y gratificante.(…)Axel se ofreció en buscar a su hermana. Sus ojos sólo se desviaban del camino cuando inevitablemente miraba por el retrovisor a su hermana. Su rostro esbozaba una sonrisa involuntaria cada vez que suponía lo que iba a