La emoción que Harry sentía era casi palpable. Su ritmo cardíaco se aceleraba cada vez que recordaba lo que estaba por hacer. Corría de un lugar a otro procurando que cada rincón del salón estuviera perfecto. Organizó con sigilo cada ramo de peonías, comprobó que cada globo tuviera el aire necesario para no desacordar con los demás, por último se cercioró de tener el estuche con el anillo. No era fácil preparar los arreglos para pedirle matrimonio a Dina, con quien cumpliría siete años de noviazgo. Después de mirar el lugar de todos los ángulos posibles, dio por terminada su tarea tan ardua y gratificante.
(…)
Axel se ofreció en buscar a su hermana. Sus ojos sólo se desviaban del camino cuando inevitablemente miraba por el retrovisor a su hermana. Su rostro esbozaba una sonrisa involuntaria cada vez que suponía lo que iba a pasar, suponía lo bueno, como lo sería las lágrimas de Dina al aceptarlo, y lo malo como las lágrimas de Harry si sorpresivamente lo rechazará. Continuó el camino hasta el salón donde se haría la pedida de mano, todo el trayecto fue alegre acompañado de música y las risas de los hermanos.
-¿Para dónde vamos?- Preguntó la mujer cuando el chofer tomó una calle que no la llevaría a su departamento. No tenía una respuesta preparada así que improvisó.
-Tengo que buscar unas… bujías…- Tomando en cuenta que su hermano era mecánico, no alegó nada, más sin embargo no creyó del todo la respuesta.
En poco más de quince minutos ya habían llegado a su destino, y Dina no pudo evitar preguntarle nuevamente a su hermano.
-¿Qué hacemos aquí?-
-Vengo a buscar un lote de bujías.- Repuso Axel.
-¿Aquí?- Insistía la menor. Dudaba mucho que encontrase bujías en un salón de evento con tal alto prestigio.
-Sí Dina, aquí- Volvió a decir, esta vez bajándose del auto con rapidez, evitando tener que responder otra pregunta. Sus pasos se detuvieron a milímetros de la puerta cuando volteó y se fijó que la mujer seguía en el vehículo. Desde la acera peatonal hizo gesto con la mano llamándola hacía él. Desde el auto Dina le respondía, también con gesto, que no se bajaría. Sin conseguir la llegada de su hermana con ademanes, decidió acercarse al auto.
-Vamos…- Ordenó Axel.
-¿Para dónde?
-A… buscar las bujías- Respondió torpemente el hombre.- Son… seis cajas, ayúdame.
-¿No puedes con seis cajas de bujías?- Repuso Dina incrédula. Su hermano era capaz de levantar neumáticos de cuarenta kilogramos, galones de combustible y una vez vio como levantó la parte delantera de un chevrolett, cuando este cayó encima de un compañero de trabajo.
-No. No puedo.- Dijo cortante el hombre.
-Axel has levanta…- Axel abrió la puerta, la sujetó delicadamente del brazo y la sacó del vehículo e interrumpió sus argumentos.
-Va a ser unos segundos ¿Por qué eres tan atestada?
-No soy atestada.- Se defendió Dina, mientras ambos caminaban al local.- Estoy cansada hoy tuve que…- Las palabras de Dina se esfumaron al entrar al local y ver el escrito de un cartel difícil de ignorar, pues no obstante de estar colgado, de tener dimensiones amplias, como titulo llevaba su nombre.
“Hoy no puedo evitar el idealizarme una vida contigo. Quiero lograr mis sueños a tu lado, ayudarte a lograr los tuyos y que tú y yo logremos sueños en común. Nos imagino paseando por el mundo. Deseo disfrutar cada hora del día contigo. Quiero llegar a la vejez y decirte “Te amo” Que nos besemos con nuestro último aliento de vida mientras recordamos todo nuestro pasado. Quiero llegar al futuro y disfrutarlo contigo”
Cásate conmigo, Dina.”
Cuando ella vio a su novio de pie con el estuche en mano desencadenó las lágrimas que evitó derramar al leer el cartel. Dominada por el sentimiento eufórico, no tuvo fuerzas de articular palabras, y movió la cabeza repetitivamente en señal de aceptación. Ya estando cerca de él, ella lo besó y Harry selló el momento poniéndole el anillo.
El caminar de Dina era presuroso. Sentía las calles largas, y mirar la hora cada tres minutos las hacían aún más largas. Estaba estresada, pues apreciaba las oportunidades en la que el horario de Harry y el de ella coincidían para comer juntos, por lo que cada minuto de retraso implicaban minutos de retraso y ella ya llevaba diez. Al fin llegó a la calle donde quedaba el restaurante, del otro lado de la cera podía verlo. A pasos de cruzar el viaducto, el semáforo se torno rojo, y la muchedumbre que iba delante de Dina se detuvo. El trayecto desde su trabajo hasta allí le había parecido interminable, pero no era comparable a ese momento. Veía pasar auto tras auto, era una caravana interminable. Parecía que el semáforo no iba a ceder el paso a los peatones. Su mente viajaba en temas cualquieras, tratando de aminorar la espera y relajarse, cuando sintió estar al borde d
Amelia recogía los platos vacíos de la última mesa que recibió comensales por la jornada dominical. Colocó los platos uno encima de otro y todos los vasos a su alrededor. Llegó a la cocina esforzándose por mantener el equilibrio, era una hazaña que pocos se atreverían a lograr, sin embargo los años de experiencia ya la tenían entrenada para tal acrobacia. Dejó los platos en la fregadero, recostó su espalda en la pared e inicio una conversación con su compañera.-¿A dónde irán de luna de miel?-No lo he hablado con Harry.- Respondió Dina sin apartar la mirada de su labor.-¿Para dónde te gustaría ir?...Y no me digas que el lugar es lo de menos, si tienes buena compañía.- Dina rió al oír el comentario, pues su compañera adivinó la respuesta. Miró a Amelia con
Los enamorados caminaban despreocupados, presumiendo su amor a los demás transeúntes, él rodeaba la cintura de su amada y ella guardaba su mano en el bolsillo trasero de los jeans de su prometido. Disfrutaban un año más de relación, como si fuesen creados el uno para el otro. Ninguno veía placer en cosas materiales. Se regocijaban más en un paseo romántico, combatiendo las altas temperaturas con un helado, mientras recorrían las joyerías de la ciudad en busca de las alianzas que sellarían su amor para la eternidad.-¿Tienes alguna idea del modelo de la sortija que te gustaría lucir?- Preguntó Harry.-Una que combine con la tuya.- Respondió ella concediéndole un beso en la mejilla.- ¿Tú cómo imaginas tu sortija? Él sonrió ante la pregunta, lo cual hizo pensar a Dina quien repuso.- ¿Qué?-Bueno, yo
Bajaba las escaleras una por una, sin mucho afán. Rectificó que llevase la tarjeta de crédito, las llaves de la casa y colocó la alarma de la casa, abrió la puerta de su domicilio y allí estaba su cuñado y su mejor amigo recostados en el chevrolett de brazos cruzados y con gafas negras, conservando una actitud misteriosa.-Vaya, que puntuales son…- Alagó sorprendido Harry.-Todo lo contario a ti.- Divulgó Axel.- Quedamos en vernos a las nueve en la boutique.- Harry se apresuró a ver la hora en su reloj de mano y dijo:-Son las nueve y diez.- Axel y Dario se carcajearon sarcásticamente y el segundo reprochó.-No tienes ni idea de lo largo que es la elección del traje.--Pero para eso estamos nosotros, expertos en el tema.- Apoyo su cuñado.Los padrinos no dijeron nada más y se subieron en el auto, y Harry siguió sus pasos, so
Harry observaba las flores de una de las amplias mesas de la floristería. Opinaba para sí mismo sobre todas las flores. Se detuvo al ver peonías en rosado y blanco, esas eran las flores favoritas de su prometida, por ende esas serían las protagonistas del salón el quince de Agosto. No sabía qué color le gustaría a ella, así que apeló a pedir su opinión. La llamaría para que ella se acercara a donde él estaba, pero el establecimiento estaba atiborrado de personas, decir su nombre a voz alta llamaría la atención de más de un cliente. Resolvió en ser él quien fuese hacia donde ella estaba.-Amor…- Dijo, despojándola de su letargo. La notó ida y no dudo en preguntar. - ¿Estás bien?--Sí, me distraje viendo esas flores.- Se excusó, señalándole el mencionado ramo.-¿Las calas
Harry vertía el café en una taza y juntaba las tostadas de pan junto a unas rebanadas de queso que previamente había servido en un plato. Se sentó en el comedor. Su vista indagaba en la computadora. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro al comprobar que su recepción de hotel en Río de Janeiro se había logrado con éxito, lo último en certificar para que la ceremonia nupcial se llevara en tranquilidad. Se aseguró de tener todos los proveedores que formarían parte del evento. Se apresuró en responder el teléfono apenas oyó el tono de llamada. Hacía cinco días que no veía a su futura esposa por petición de ella quien creía era supersticiosa en ese tema, así que en estos momentos el oír su voz era lo más reconfort
La tristeza que Harry sentía era visible. Su mente se abatía cada vez que recordaba lo que estaba por hacer. Caminaba de un lugar a otro buscando tranquilidad en cada paso. Organizó con sigilo cada ramo de peonías. Comprobó que cada vela estuviera encendida, por último se cercioró de tener el ramo de calas. No era fácil preparar los arreglos fúnebres de Dina, quien falleció en un accidente vehicular dos días antes de su matrimonio. Miraba el lugar de todos los ángulo, y era inevitable el no recordar cuando entraron juntos para preguntar el alquiler.Se paró frente a la foto de amplias dimensiones de la fallecida y se reflejo en ella. Se vio a sí mismo vistiendo un traje levita azul rey y recordó lo que él dijo aquel día, al igual que distinguió su corbata tonalidad azul cielo y lloró al recordar los detalles del vestido que tanto quiso ver, y lo