—¿Qué has dicho? — debo haberlo imaginado, aunque casi puedo jurar que ese hombre con rostro de modelo, cabello oscuro como la noche, ojos verdes electrificante, y labios rosados y esculpidos por dioses griegos, casi puedo aseverar que me ha pedido irse con él a su apartamento.—Me escuchaste, hermosa. — dice como si tal cosa no tuviera importancia.—Puedo asegurarte de que quiero creer que no te escuché bien.—¿Qué tan terrible sería eso?Él me observa y yo le miro tímida. Es un hombre muy guapo, sus ojos son de un color almendra, muy llamativos e imposibles de dejar de mirar.Rosita se ha marchado, esfumado, me dejó aquí con un completo extraño. Intento mirar sobre su hombro, pero el hombre es demasiado alto, al menos para mi estatura.—¿A quién buscas? — inquiere, mientras hace se&
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