—¿Qué quieres decir, Wanner? — pregunto en un fuerte intento por contenerme.
—Nos pertenece. —Wanner Green me da la noticia que he estado soñando desde hacía tanto tiempo.
La compañía de Frederick nos pertenece.
Demonios.
Me levanto de la silla junto al escritorio y camino al ventanal con una vista magnifica de las calles de Vancouver.
Tengo mi propia compañía.
—No puedo creerlo, Wanner. — mi abogado, mi amigo, un ex compañero de universidad que me ha acompañado a lo largo de esta negociación, a escondidas de mis padres y de la empresa Hossen & Domert, algo mío, que pueda dirigir sin tener que responsabilizarme ante mi padre ni tampoco aceptar sus ineptas y ridículas decisiones.
—Lo sé, amigo. Es más pronto de lo que habíamos esperado.
—Demasiado pronto. Ni siquiera
La llegada al edificio de Clyde, donde el chofer me dejó informando que allí era el punto indicado por su jefe, fue tan escandalosa como jamás pude haber imaginado. Me caí de bruces en los escalones y mi rodilla chocó con el filo de uno de estos, haciéndome un pequeño corte que él casi mancha mi vestido de no haber sido porque éste era absolutamente corto. Mis hermanas y mi mejor amiga tenían el afán de decirme que vestía demasiado recatada, como si fuese una mujer casada con cuatro hijos. Pero es que ellas no entienden que en verdad me siento más cómoda sin demostrar y enseñar todo lo que tengo en mí. Mi madre siempre me enseñó bajo su propio ejemplo y sé que ella es una mujer valiente, llena de escrúpulos que destaca entre los demás, aun cuando no desea llamar la atención. Asimismo, quiero ser cuando yo sea de su edad y así intento mostrarme ahora y más aún considerando la carrera que ejerzo. ¿Has visto a una psicóloga con una
Otro día más que llego a mi casa en la mañana. Amanecer fuera jamás fue una opción para mí, ni siquiera lo pensé. Nunca consideré que despertaría en otra cama que no fuese la media. Cuando estaba con Malcom, pues cada noche, él me regresaba a mi casa y mi hermana o mi madre me abría la puerta. No estoy acostumbrada a despertar en una cama de hotel o en un apartamento que no sea el mío. Pero supongo que la vida es una constante evolución, una guerra contra los cambios. Debo de acostumbrarme a que soy una mujer adulta que en determinado momento podría amanecer en la cama de un extraño. Sé que no debería ser una opción, sé que los paradigmas de la vida es que uno termine siempre acompañado por la persona con la que quieres pasar el resto de sus días, pero en mi caso no sé lo que quiero aún de la vida, más que el hecho de tener una familia amplia y varios hijos a los cuales querer. —Por fin llegó la señorita. —Mi madre se ríe y me abraza. —Debo irme
Mi madre llega con la cabeza cabizbaja. De inmediato sé que algo muy grave sucede para que ella pierda la luz de sus ojos ese brillo tan hermoso que siempre me ha encantado observar. Después de ella, ducharse y cenar, nos sentamos las cuatro en la mesa y mi madre comienza a toquetear con sus dedos, ese sonido de la madera me empieza a impacientar. —Mamá, ¿Qué sucede? — Pregunta Neny. —Si nos has llamado a las 3 es porque esto es importante. Nunca nos reúnes a todas. Normalmente mi madre solo consulta conmigo sus decisiones, mis dos hermanas, una que recién comienza la universidad y la otra que está en secundaria, siempre se quedan rezagadas en su mundo y nosotras dos somos las encargadas de que todo fluya bien en casa. De mantener el techo sobre sus cabezas y que no tengan que preocuparse por nada más que estudiar. Actualmente trabajo en el consultorio infantil Melodías. Pero eso no me da para mucho más que solo cubrir gastos de la casa. Apenas voy t
—No puede ser. —Dice mi madre repitiendo exactamente mi expresión mientras le muestro el correo electrónico donde especifica una cifra que jamás en mi vida me sería posible ganar aquí en Canadá. —Te estoy diciendo, es lo mejor que me han ofrecido en toda la vida. —Con esto es más que suficiente para que podamos sostenernos sin problema. —A mi madre se lo merecen los ojos y la miro sonriendo de lado a lado. —Es increíble, la verdad.— La sonrisa se borra de mis labios al recordar el único detalle que me hace ruido. —Mamá... —¿Qué sucede? —Mi madre me abraza eufórica y me aprieta en su pecho. —Vamos a poder saldar la hipoteca, esto es increíble. ¿Dónde es el trabajo? Es increíble que una empresa aquí en Vancouver pague tanto. —Ese es el problema, mamá no está en Vancouver. —Le invito a que tome asiento y nos miramos las dos a los ojos, mientras el silencio se hace pesado. Mis hermanas están dormidas. Mi madre, efectivamente, ha llegado ta
Siempre he escuchado que las luces de París son más hermosas que las de las demás ciudades. Debo constatar que, efectivamente son bellísimas. Las luces tienen un brillo mágico, romántico, un brillo que destaca y se incrementa a cada segundo. Es como si las luces se metieran en nuestros corazones y de repente todo tuviera un brillo inusual, una característica que antes no habíamos reconocido en nuestros propios países. Jamás creí que podría salir de Canadá y ahora me veo en París mientras mi cuerpo desnudo acaricia el borde del ventanal, en el hotel que nos estamos hospedando.Tantas cosas han cambiado en tan poco tiempo, tanto así que me sorprendo con la facilidad que me he adaptado a estas.¿Cómo es posible que esté desnuda con un hombre al cual no sé su nombre y me limito a hacer y seguir las reglas que nosotros mismos nos impusimos la
—¿Estás segura de que dio positiva? —escuchó la pregunta de Rosita y sacó del bolso la caja de la prueba y se la coloco enfrente.—Revísala tu misma. — le digo cubriéndome el rostro con las manos. — No puede ser. — murmuro con las lágrimas al borde de los ojos.—¿Vic, lo hiciste sin protección en algún momento? —Me pregunta y yo dejó caer la cabeza en la mesa. —No te pongas así y respóndeme. Si el bebé ya está ahí, no puedes hacer nada más.—Sabes que uso la píldora. Tengo años utilizándola.—¿Pero dejaste de usar el preservativo en algún momento? —Inquiere y azorada le miro.—No-no lo sé. — tartamudeo intentando recordar. Con Clyde todo ha sido tan intenso. — ¡Dios mío! ¡Ni siquiera
Salgo de la oficina de Recursos Humanos con una sonrisa que no puedo evitar mostrar. Estoy emocionada, todo ha ido perfecto. Me siento como si me hubiese ganado la lotería. Y es que el salario que voy a devengar es el triple de lo que gano en Canadá.Adelantó mis pasos y llego al ascensor. Pulso el botón y espero a que las puertas se abran, veo los números cambiar del octavo piso y descendiendo. Es un edificio bastante alto y debo aprenderme cada piso, al menos eso me dijo la gerente de Recursos humanos.—¡Vicky! — escucho la voz de alguien llamarme y me vuelvo a congelar.—Timotheo. —Digo dándome cuenta por segunda vez que no se trata de Clyde.Sé que Estados Unidos, al menos según lo que Rosita adivinó por su acento, pero dudo mucho que el mundo sea tan pequeño como para terminar trabajando en la misma compañía.—¿Qu&eacu
Todo está en el camión de la mudanza. Contratamos un servicio de mudanza, traslados y empaques, para supuestamente estar más tranquilas de que todo llegaría primero y que ellos mismos organizarían lo más pesado, como los sofás y el refrigerador.Pero nosotros llegamos primero y encontramos la casa vacía.—¿Qué te dicen? — le pregunto a mi madre mientras confirmo que he pautado cita para las dos de la tarde con un ginecólogo que según Waze estaba bastante cerca del apartamento.—No responden. — dice Neny.—No puede ser. — murmuro. — tengo la ropa desde esta mañana, estoy sudada. — murmuro pues me siento incomoda y hasta pegajosa, algo tonto pues debe de estar casi nevando de tanto frio hace.—Sube y date un baño. — dice mi madre.—No puedo creer que estés tan tranquila cuand