—Buenos días señorita Johansson —la saludaron en recepción, se sentía diferente a la otras veces que había estado ahí, ahora era la señorita Johansson. Circulaba un video de ella golpeando a Emma, pero no le importaba, el puesto era de ella y lo había ganado por mérito propio. No podía estar más contenta.Usó los ratos libres para llamar a Mía, ella no contestaba, simplemente dejaba sonar el móvil y no la atendía. La imaginaba viendo la pantalla, poniendo los ojos en blanco y arrugando la cara al ver que se trataba de ella.Al salir de la oficina fue al departamento de Mía, ella no estaba, le dejó una nota debajo de la puerta, se dio media vuelta para marcharse, pero no pudo caminar, sus piernas se ablandaron como algodón y le costaba respirar, apoyó su espalda en la puerta y se dejó caer. Lloró abrazando s
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