Los ojos de Katherina se iluminaron en cuanto vieron a Anya entrar en el departamento
—¡Por Dios! Anya ¿dónde narices estabas metida? Casi muero de un susto —dijo Katherina caminando hacia Anya
—Lo siento yo... —Katherina la abrazó y Anya no tuvo que dar explicaciones. Estuvieron un rato así hasta que alguien hizo un ruido. Era la chica de la fogata aclarándose la garganta. Katherina soltó a Anya.
—Ella es Becky —dijo Katherina al darse cuenta de que llevaba mucho tiempo abrazando a Anya, pero no podía evitar sentirse preocupada ´por ella. Solía pensar demasiado en el día en que la encontró y en todo lo que le había pasado, prefería morir antes de permitir que le ocurriera algo así de nuevo.
—Hola Becky. Disculpen, iré a ducharme
Esa noche, como todas las demás, Katherina
—¡Oh! Lo siento —dijo Criss que había asomado su cabeza a la oficina de Katherina y la vio gimiendo con Mía encima de ella succionando sus pezones. Se fue y cerró la puerta—¡Oh! ¡Por Dios! ¡Qué vergüenza!—¿Te coges a mi hermano?—Nooooo —repondió Katherina horrorizada ante la pregunta de Mía—¿y por qué demonios entra a tu oficina sí, sin llamar? creo que tienen demasiada confianza, además me habló maravillas de ti para que viniera a ver tu presentación.—No sé por qué abrió la puerta sin llamar, creo que nunca imaginó que iba a estar cogiendo con su hermana y a todas estas, puedo cogerme a quien yo quiera y tú no tienes ningún derecho a reclamar nada, recuerda que fuiste tú quien se marchó sin decir nada, después de, d
—¡¿Qué?! Abortarás. ¡Noooo!—Vamos Kathe, es mi cuerpo, tengo derecho a decidir—Claro, es tu jodido cuerpo. Pero lo que ha pasado con tu cuerpo es tú culpa y de nadie más, pudiste decidir cuidarte, pudiste decidir usar preservativo o tomar pastillas, no matarás a tu bebé.—Deja de llamarlo bebé, aún no es un bebé, es un saco de células amorfo y viscoso. No tiene cara, ni cuerpo, ni manitos ni piecitos todos tiernos como te los estás imaginando.—Anya... sé responsable de tus malditas acciones por primera vez en tu vida y ten a tu bebé.—¡Vete a la mierda Katherina! —Anya se puso de pie de un brinco — iré yo sola a hacerme el aborto, pretender que yo haga lo que tú quieres no es apoyarme.—No pretendo que hagas lo que yo quiero, Anya. Solo espero que hagas lo c
—No puedes solo venir y besarme cuando quieras, estoy en una relaciónKatherina fue muy clara, le costó hablar con firmeza mientras Mía la tenía acorralada; con la espalda contra la pared y presionando sus pechos contra los de ella.Había tomado por costumbre entrar a la oficina de Katherina cuando quería.—Pues...yo no tengo ningún problema en ser tu amante —le dijo Mía sin el mínimo decoro, besándola en el cuello.—Pues yo nunca he querido ser tu amante, Mía—Katherina la empujó y caminó hacia su escritorio— yo quería algo serio, ¿sabes? —suspiró y se sentó—yo quería que nos conociéramos, ir con calma y tener algo bonito y duradero. Pero tú simplemente desapareciste y no podías pretender que te esperara por siempre.Si estaba dispuesta a esperarla, siempre
Katherina se había marchado por su “emergencia en el trabajo” Anya sabía que esa emergencia tenía nombre y apellido: Mía Cooper. La perra tenía a Katherina dejando la baba en el suelo por ella y pensar en eso ponía a Anya de malas.No fue a la clase de respiración en la que Katherina la había inscrito “¿quién necesita que le enseñen a respirar?” Pensó, “Coges aire y después lo sueltas, es literalmente lo más fácil del mundo”.Se repitió a sí misma aquella ocurrencia como la excusa perfecta para librarse de ir. En el fondo sabía que la única razón por la que había accedido a esas clases, era que pasar tiempo con Katherina . Pero Katherina había preferido ir a cogerse a su jefa.Se echó sobre la cama boca abajo con el teléfono en manos. Jasper; el chico guapo que había conocido en rehabilitación, le había dejado un par de mensajes. Lo pensó por unos segundos viendo la pantalla de su móvil; tenía cero ganas de ver a Jasper aunque el chico estaba como quería, la verdad era que no tenía án
La cama estaba manchada de sangre, el teléfono de Anya estaba en el suelo y la alcoba apestaba a nicotina.Katherina cogió el teléfono de Anya, deslizó su dedo sobre la pantalla trazando el patrón que lo desbloqueaba: un cuadrado; un simple y descomplicado cuadrado. Podría decirse que el patrón de desbloqueo de su celular era lo único descomplicado con Anya. Al desbloquearse, lo primero que apareció en pantalla fue una foto que Katherina reconoció de inmediato. Eran ella y Mía en la cita que habían tenido ese mismo día.Mía había insistido en que debían tomarse una selfie, había arrancado el teléfono de las manos a Katherina y había tomado la foto en la que ambas estaban acarameladas, mejilla con mejilla, no le devolvió el móvil hasta pasados unos minutos con la excusa de que se estaba enviando la foto a sí misma para tener un recuerdo del momento. En realidad, se la había enviado a Anya con un pequeño texto: Ella está conmigo y estará conmigo cada vez que yo quiera.Mía pensaba que e
—La rubia acaba de marcharse —dijo James al teléfono, el olor a enfermos le estaba por provocar el vómito.—¿te vio? —preguntó la mujer con la que hablaba—Sí, pero no importa. Ella no me conoce. Tal vez Anya le ha hablado de mí. Pero me vio durante unos cuantos segundos, me prestó muchísima atención, creo que le gustó lo que vio.—¡Imbécil! —dijo la mujer—¡Vamos! Cariño, no te pongas celosa. Sabes que tengo de sobra para todas —James se levantó de su asiento, caminó por el corredor — puedo darle a probar un poco de mi verga, te aseguro que cambiará de opinión respecto a sus preferencias.—Puedes meter tu verga de anciano donde desees menos en Katherina, ella es mía. Ahora ve por tu chica y no te demores, Rob nos espera en casa para cenar.—Bah...sabes que no nos espera, nos detesta cómo cualquier adolescente detesta a sus padres.—Sí, como sea, nos vemos a las seis en casa. Chau, diviértete con tu puta—¡Oye! ¿Has pensado en lo que te dije? —James se mordió los labios y el silencio
La semana que estuvo en el hospital fue un infierno para Anya, despertaba llorando a media noche cuando veía en sus sueños a James haciéndole daño a Katherina. Entonces la llamaba con la excusa de que no podía dormir, en realidad lo hacía para asegurarse de que estuviera bien. Hablaban durante un par de horas y así lograba conciliar el sueño. El enojo por la discusión les había durado poco. Jasper se comportó mejor de lo que cualquiera hubiese esperado de él. Era adicto, e igual que Anya, intentaba dejarlo, debía tener sus propios problemas, sus propias luchas internas y sus propios demonios que enfrentar, aun así, fue al hospital cada mañana durante los siete días que Anya estuvo internada.Jasper se comportó mejor de lo que cualquiera hubiese esperado de él. Era adicto, e igual que Anya, intentaba dejarlo, debía tener sus propios problemas, sus propias luchas internas y sus propios demonios que enfrentar, aun así, fue al hospital cada mañana durante los siete días que Anya estuvo i
Katherina reconoció al hombre en la oficina de Anya. Era al mismo al que había visto en el hospital. Su rostro era muy difícil de olvidar. Se veía tan intimidante como en aquel entonces, la vio de la misma forma que lo había hecho antes.—¿Quién es? —le preguntó a Anya que estaba casi arrinconada en una esquina, detrás de su escritorio. Parecía estar ida, dispersa.Katherina frunció el ceño y achicó la mirada. Se acercó para poder verle las pupilas, vivía con el temor constante de que Anya recayera en su vicio y estaba teniendo un comportamiento sospechoso. Se había vuelto una experta en signos y síntomas típicos de los consumidores y de las recaídas, cada que podía buscaba información al respecto en internet, incluso había comprado un par de libros que hablaban el tema.—No lo sé —dijo Anya después de un rato, como si volviera en sí —se sentó frente a su escritorio —ha...ha entrado por equivocación —agregó y era obvio que aquella era una mentira recién inventada —buscaba la oficina d