La cama estaba manchada de sangre, el teléfono de Anya estaba en el suelo y la alcoba apestaba a nicotina.Katherina cogió el teléfono de Anya, deslizó su dedo sobre la pantalla trazando el patrón que lo desbloqueaba: un cuadrado; un simple y descomplicado cuadrado. Podría decirse que el patrón de desbloqueo de su celular era lo único descomplicado con Anya. Al desbloquearse, lo primero que apareció en pantalla fue una foto que Katherina reconoció de inmediato. Eran ella y Mía en la cita que habían tenido ese mismo día.Mía había insistido en que debían tomarse una selfie, había arrancado el teléfono de las manos a Katherina y había tomado la foto en la que ambas estaban acarameladas, mejilla con mejilla, no le devolvió el móvil hasta pasados unos minutos con la excusa de que se estaba enviando la foto a sí misma para tener un recuerdo del momento. En realidad, se la había enviado a Anya con un pequeño texto: Ella está conmigo y estará conmigo cada vez que yo quiera.Mía pensaba que e
—La rubia acaba de marcharse —dijo James al teléfono, el olor a enfermos le estaba por provocar el vómito.—¿te vio? —preguntó la mujer con la que hablaba—Sí, pero no importa. Ella no me conoce. Tal vez Anya le ha hablado de mí. Pero me vio durante unos cuantos segundos, me prestó muchísima atención, creo que le gustó lo que vio.—¡Imbécil! —dijo la mujer—¡Vamos! Cariño, no te pongas celosa. Sabes que tengo de sobra para todas —James se levantó de su asiento, caminó por el corredor — puedo darle a probar un poco de mi verga, te aseguro que cambiará de opinión respecto a sus preferencias.—Puedes meter tu verga de anciano donde desees menos en Katherina, ella es mía. Ahora ve por tu chica y no te demores, Rob nos espera en casa para cenar.—Bah...sabes que no nos espera, nos detesta cómo cualquier adolescente detesta a sus padres.—Sí, como sea, nos vemos a las seis en casa. Chau, diviértete con tu puta—¡Oye! ¿Has pensado en lo que te dije? —James se mordió los labios y el silencio
La semana que estuvo en el hospital fue un infierno para Anya, despertaba llorando a media noche cuando veía en sus sueños a James haciéndole daño a Katherina. Entonces la llamaba con la excusa de que no podía dormir, en realidad lo hacía para asegurarse de que estuviera bien. Hablaban durante un par de horas y así lograba conciliar el sueño. El enojo por la discusión les había durado poco. Jasper se comportó mejor de lo que cualquiera hubiese esperado de él. Era adicto, e igual que Anya, intentaba dejarlo, debía tener sus propios problemas, sus propias luchas internas y sus propios demonios que enfrentar, aun así, fue al hospital cada mañana durante los siete días que Anya estuvo internada.Jasper se comportó mejor de lo que cualquiera hubiese esperado de él. Era adicto, e igual que Anya, intentaba dejarlo, debía tener sus propios problemas, sus propias luchas internas y sus propios demonios que enfrentar, aun así, fue al hospital cada mañana durante los siete días que Anya estuvo i
Katherina reconoció al hombre en la oficina de Anya. Era al mismo al que había visto en el hospital. Su rostro era muy difícil de olvidar. Se veía tan intimidante como en aquel entonces, la vio de la misma forma que lo había hecho antes.—¿Quién es? —le preguntó a Anya que estaba casi arrinconada en una esquina, detrás de su escritorio. Parecía estar ida, dispersa.Katherina frunció el ceño y achicó la mirada. Se acercó para poder verle las pupilas, vivía con el temor constante de que Anya recayera en su vicio y estaba teniendo un comportamiento sospechoso. Se había vuelto una experta en signos y síntomas típicos de los consumidores y de las recaídas, cada que podía buscaba información al respecto en internet, incluso había comprado un par de libros que hablaban el tema.—No lo sé —dijo Anya después de un rato, como si volviera en sí —se sentó frente a su escritorio —ha...ha entrado por equivocación —agregó y era obvio que aquella era una mentira recién inventada —buscaba la oficina d
Katherina reconoció al hombre en la oficina de Anya. Era al mismo al que había visto en el hospital. Su rostro era muy difícil de olvidar. Se veía tan intimidante como en aquel entonces, la vio de la misma forma que lo había hecho antes.—¿Quién es? —le preguntó a Anya que estaba casi arrinconada en una esquina, detrás de su escritorio. Parecía estar ida, dispersa.Katherina frunció el ceño y achicó la mirada. Se acercó para poder verle las pupilas, vivía con el temor constante de que Anya recayera en su vicio y estaba teniendo un comportamiento sospechoso. Se había vuelto una experta en signos y síntomas típicos de los consumidores y de las recaídas, cada que podía buscaba información al respecto en internet, incluso había comprado un par de libros que hablaban el tema.—No lo sé —dijo Anya después de un rato, como si volviera en sí —se sentó frente a su escritorio —ha...ha entrado por equivocación —agregó y era obvio que aquella era una mentira recién inventada —buscaba la oficina d
Katherina ignoró a Mía y aceleró el paso.—Te dije que no debería trabajar estando embarazada —la voz de Mía llegó a Katherina desde atrás, ella no se detuvo, aunque descubrir que Mía tenía una linda “familia feliz” la había herido, en ese momento curiosamente, solo quería estar con Anya y saber si se encontraba bien.El asunto no pasó a mayores “ una subida de tensión” dijo el médico, no era algo grave, al menos si no se volvía frecuente. Anya estuvo relajándose en la enfermería durante un par de horas y luego pudieron irse a casa o al menos, eso hubiesen querido, el evento navideño continuaba en marcha y Katherina era la responsable, no podía solo marcharse. Anya se sentó en la mesa junto a varios empleados, entre ellos; Jasper. Mientras que Katherina, fue invitada a sentarse en una gran mesa rectangular en la que estaban varios ejecutivos importantes y sus familias, para su pesar, estaba sentada al lado de Mía.Mía metió su mano por debajo del mantel y luego debajo del vestido negr
Anya notó la ausencia de Katherina, de Mía y de Jame en la mesa de ejecutivos.—Tengo que ir al baño —susurró al oído de Jasper quien asintió con la cabezaEn vez de ir al baño, Anya salió al estacionamiento, sacó una caja de cigarros de su pequeño bolso dorado, la había comprado hacía un par de semanas, pero había resistido la tentación de fumar uno. Sacó un cigarro y lo puso entre sus labios. Después de unos segundos cerró los ojos y dejó salir un suspiro, no llevaba encendedor, devolvió el cigarro y la caja a su bolso, se subió al auto y condujo sin saber a dónde.Después de un par de horas, su teléfono no paraba de sonar. No atendió las llamadas. Suponía que era Katherina la que la llamaba sin parar, no se atrevió a mirar la pantalla de su teléfono.Lloraba a mares, apretaba el volante muy fuerte con ambas manos, había salido de la ciudad y la carretera por la que conducía estaba desolada y oscura. El corazón se le había arrugado dentro del pecho hasta volverse nada, un vacío inm
Bratt dio un paso atrás y Katsumi se apresuró a dar un paso al frente y cerró la puerta tras de sí. Miró algo de reproche en la mirada de Anya, o tal vez eran cosas que su consciencia la hacía imaginar.—Me alegra verte —dijo con un hilo de voz, en realidad se alegraba de ver a Anya, pero la verdad era que había llegado en el peor de los momentos. Tenía suficientes cosas que atender como para tener que lidiar con la problemática vida de su hijastra. Se sintió terrible por pensar eso —¿qué te ha pasado? —la miró de pies a cabeza con ojos entrecerrado y gesto crítico —¡VAYA! —dijo sin pensarlo cuando reparó en la barriga. Todavía estaba hecha un manojo de nervios por la posibilidad de ser descubierta por Anya y no había notado el estado deplorable en el que se encontraba la pobre chica, pero la mayor sorpresa fue su redonda barriga, Anya se había embarazado. Katsumi de inmediato pensó en la reacción de Adrick —¿estás bien? —preguntó por preguntar para no decir nada referente al evidente