CAPÍTULO 101

Anya se acercó y tocó la espalda de Reccee, la miraba atónita, con la boca entreabierta y el ceño fruncido. le palpó la piel con las yemas de los dedos.

—Ok —cogió el abrigo y se enfundó nuevamente en él —te creo —dijo —podrías...¿podrías vestirte? —Recce la miró confundido.

La espalda del Reccee que la había estafado, tenía tatuado un gran dragón. Pero este Recce no tenía nada, ni una marca, ni siquiera un vestigio que indicara que hubo un tatuaje, no se podía desaparecer un tatuaje de ese tamaño de una forma tan perfecta.

—¿Quieres algo de tomar? ¿té? ¿café? ¿agua? —preguntó Anya caminando hacia la cocina

—Té, por favor —le contestó Reccee que estaba de pie como un soldado.

—Ah, puedes sentarte.

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