A Katherina se le hizo imposible prestar atención, la voz del profesor parecía un eco inteligible, una molesta música de fondo que interrumpía sus pensamientos.
Mia estaba más hermosa de lo que la recordaba, en especial porque no llevaba esa ropa desagradable con la que el mayor porcentaje de su cuerpo iba al descubierto. Tampoco llevaba kilos de maquillaje, su rostro lucía suave, con una luminosidad natural.
Resistió las ganas de girarse a mirarla. Podía sentir la respiración forzada de Etham al lado suyo. De algo podía estar segura; si tenía que elegir entre Etham y Mia, la opción que más le convenía era Etham, aunque su corazón muriera por Mia, su cerebro le decía que esa chica no la llevaría por buen camino.
Las clases del profesor Thomson, eran las más disfrutadas por Katherina, pero esa mañana, las dos horas que pasó e
Katherina lo pensó unos segundos, no quería subir al auto con Mía, estar con ella le generaba ansiedad; temía lo que era capaz de hacer o dejarse hacer, pero tampoco quería morir de hipotermia. Subió al coche, pero al asiento trasero. Ahí se sentía protegida de los encantos de Mía.—¿Estás bien? —preguntó Mia mirando por el retrovisor, Katherina sintió nervios al ver lo fácil que quitaba los ojos del camino.—Sí—¿Vas al departamento de Etham?—SÍ—¿O prefieres que te lleve a mi departamento?—No—Maldición ¡¿por qué me contestas con puros monosílabos? De verdad quiero saber si estás bien, quiero que hablemos y que resolvamos las cosas.Katherina dijo que estaba bien, pero no estaba bien, Mía no le hac&i
Mía se movía sobre Katherina y a ella le encantaba la sensación que aquel roce le causaba. Lo que sentía por Etham no llegaba a parecerse ni un poco a lo que sentía cuando estaba con Mía.Admiraba a Etham, le parecía el chico perfecto, ese con quien le gustaría casarse, comprar una casa en los suburbios y tener hijos. Pero tal vez, esos deseos en realidad no eran suyos, eso de la familia feliz; papá, mamá, una hija y un hijo, era lo que desde siempre había pensado que tenía que soñar; lo válido, lo correcto.Jamás imaginó su primera vez con una mujer, siempre pensó que sería con un chico, después del baile de graduación.Las invitaciones al baile le habían llovido, pero ningún chico cubría sus expectativas; ninguno le parecía...¿digno? pensó que había algo mal en ella, que tal
El trabajo era un sueño hecho realidad, pasó el que podía haber sido el mejor día de su vida si no hubiese estado antes con Mía. Pero al llegar las cinco de la tarde, aquel sueño tenía que acabar, tenía que ir por sus cosas y para hacerlo era necesario ver nuevamente a Etham. —Tus maletas están ahí —dijo Etham en cuanto le abrió la puerta —¿Has tocado mis cosas? —ppreguntó katherina indignada —No sabía si vendrías, te lo iba a mandar todo, solo que no sabía a dónde. Las llaves de tu auto están en la puerta del refri —contestó Etham con una calma insultante. Sabía dónde estaban las malditas llaves, ella las había dejado ahí porque ese era su lugar. Te devolveré en efectivo lo que pagaste del mes. —No quiero tu maldito dinero, Etham —contestó Katherina, poniendo los ojos en blanco y caminando hacia sus maletas. Dejó las maletas cerca de la puerta y caminó a zancadas hacia la cocina, tiró de la llave, despegando el llavero de imán de la pue
—Buenos días señorita Johansson —la saludaron en recepción, se sentía diferente a la otras veces que había estado ahí, ahora era la señorita Johansson. Circulaba un video de ella golpeando a Emma, pero no le importaba, el puesto era de ella y lo había ganado por mérito propio. No podía estar más contenta.Usó los ratos libres para llamar a Mía, ella no contestaba, simplemente dejaba sonar el móvil y no la atendía. La imaginaba viendo la pantalla, poniendo los ojos en blanco y arrugando la cara al ver que se trataba de ella.Al salir de la oficina fue al departamento de Mía, ella no estaba, le dejó una nota debajo de la puerta, se dio media vuelta para marcharse, pero no pudo caminar, sus piernas se ablandaron como algodón y le costaba respirar, apoyó su espalda en la puerta y se dejó caer. Lloró abrazando s
—¿Irás a la fogata? —preguntó Katherina que leía un libro en el sofá mientras Anya preparaba un par de sándwiches.—¿Tú irás? —preguntó Anya con asombro —¿no tienes que estudiar para un examen o hacer algo del trabajo o de tu club de lectura?Había pasado un mes desde que Anya y Katherina se habían reencontrado. Cada una vivía en lo suyo, los estudios le exigían al máximo, aun así pasaban tiempo juntas; se encontraban de a ratos en las mañanas y en las noches se juntaban para cenar.—Tengo que hacer exactamente todo lo que acabas de mencionar, pero, ya sabes como soy, lo tengo todo fríamente calculado.— Sí, lo sé, tratándose de ti, tiene que ser así —dijo mientras ponía un par de platos en la mesilla frente al sofá, un segundo, ir&eacu
Los ojos de Katherina se iluminaron en cuanto vieron a Anya entrar en el departamento—¡Por Dios! Anya ¿dónde narices estabas metida? Casi muero de un susto —dijo Katherina caminando hacia Anya—Lo siento yo... —Katherina la abrazó y Anya no tuvo que dar explicaciones. Estuvieron un rato así hasta que alguien hizo un ruido. Era la chica de la fogata aclarándose la garganta. Katherina soltó a Anya.—Ella es Becky —dijo Katherina al darse cuenta de que llevaba mucho tiempo abrazando a Anya, pero no podía evitar sentirse preocupada ´por ella. Solía pensar demasiado en el día en que la encontró y en todo lo que le había pasado, prefería morir antes de permitir que le ocurriera algo así de nuevo.—Hola Becky. Disculpen, iré a ducharmeEsa noche, como todas las demás, Katherina
—¡Oh! Lo siento —dijo Criss que había asomado su cabeza a la oficina de Katherina y la vio gimiendo con Mía encima de ella succionando sus pezones. Se fue y cerró la puerta—¡Oh! ¡Por Dios! ¡Qué vergüenza!—¿Te coges a mi hermano?—Nooooo —repondió Katherina horrorizada ante la pregunta de Mía—¿y por qué demonios entra a tu oficina sí, sin llamar? creo que tienen demasiada confianza, además me habló maravillas de ti para que viniera a ver tu presentación.—No sé por qué abrió la puerta sin llamar, creo que nunca imaginó que iba a estar cogiendo con su hermana y a todas estas, puedo cogerme a quien yo quiera y tú no tienes ningún derecho a reclamar nada, recuerda que fuiste tú quien se marchó sin decir nada, después de, d
—¡¿Qué?! Abortarás. ¡Noooo!—Vamos Kathe, es mi cuerpo, tengo derecho a decidir—Claro, es tu jodido cuerpo. Pero lo que ha pasado con tu cuerpo es tú culpa y de nadie más, pudiste decidir cuidarte, pudiste decidir usar preservativo o tomar pastillas, no matarás a tu bebé.—Deja de llamarlo bebé, aún no es un bebé, es un saco de células amorfo y viscoso. No tiene cara, ni cuerpo, ni manitos ni piecitos todos tiernos como te los estás imaginando.—Anya... sé responsable de tus malditas acciones por primera vez en tu vida y ten a tu bebé.—¡Vete a la mierda Katherina! —Anya se puso de pie de un brinco — iré yo sola a hacerme el aborto, pretender que yo haga lo que tú quieres no es apoyarme.—No pretendo que hagas lo que yo quiero, Anya. Solo espero que hagas lo c