—Eres mía y siempre lo serás —le susurró James al oído, las sostuvo en sus brazos mientras ella se desplomaba.
Cada vez que esos ojos color miel se le aparecían en frente, un terrible miedo se apoderaba de ella, su presencia siempre era sinónimo de sufrimiento y dolor.
Cuando abrió los ojos, él ya no estaba, pero sí las mismas chicas en ropa interior que había visto tiradas en el suelo como trapos viejos. Había sido engañada otra vez, ¿cómo podía ser tan imbécil? Pensó, mientras se acurrucaba en el piso en posición fetal y rompía en llanto, no era la única que lloraba en aquella habitación.
Estaba rodeada de almas muy parecidas a ella; heridas, rotas, con un daño interno irreparable.
Había sido víctima de su propia inocencia, había estado tanto tiempo protegida en una bur
“Señorita Katherina Johansson, se le informa que ha sido seleccionada para ocupar la vacante de aprendiz en nuestra editorial.Por favor, presentarse el día lunes en horas de la tarde para acordar los detalles de su horario de trabajo y remuneraciónBienvenida a la familia Cooper´s.”Los gritos de Katherina se escucharon en todo el departamento, en unos segundos, Etham, Edward y Rita estaban en la habitación, Edward empuñaba un bat de beisbol que Etham tenía como adorno en una de las paredes de la sala—¡Joder! ¿por qué gritas como si trataran de matarte? ¿qué pasa contigo? —Edward bajó el bat—Me dieron el trabajo —gritó Katherina mientras saltaba en la cama—¿Qué trabajo? —preguntó Rita con el ceño fruncido —no sabía que estaba buscando trabajo porque yo con
A Katherina se le hizo imposible prestar atención, la voz del profesor parecía un eco inteligible, una molesta música de fondo que interrumpía sus pensamientos.Mia estaba más hermosa de lo que la recordaba, en especial porque no llevaba esa ropa desagradable con la que el mayor porcentaje de su cuerpo iba al descubierto. Tampoco llevaba kilos de maquillaje, su rostro lucía suave, con una luminosidad natural.Resistió las ganas de girarse a mirarla. Podía sentir la respiración forzada de Etham al lado suyo. De algo podía estar segura; si tenía que elegir entre Etham y Mia, la opción que más le convenía era Etham, aunque su corazón muriera por Mia, su cerebro le decía que esa chica no la llevaría por buen camino.Las clases del profesor Thomson, eran las más disfrutadas por Katherina, pero esa mañana, las dos horas que pasó e
Katherina lo pensó unos segundos, no quería subir al auto con Mía, estar con ella le generaba ansiedad; temía lo que era capaz de hacer o dejarse hacer, pero tampoco quería morir de hipotermia. Subió al coche, pero al asiento trasero. Ahí se sentía protegida de los encantos de Mía.—¿Estás bien? —preguntó Mia mirando por el retrovisor, Katherina sintió nervios al ver lo fácil que quitaba los ojos del camino.—Sí—¿Vas al departamento de Etham?—SÍ—¿O prefieres que te lleve a mi departamento?—No—Maldición ¡¿por qué me contestas con puros monosílabos? De verdad quiero saber si estás bien, quiero que hablemos y que resolvamos las cosas.Katherina dijo que estaba bien, pero no estaba bien, Mía no le hac&i
Mía se movía sobre Katherina y a ella le encantaba la sensación que aquel roce le causaba. Lo que sentía por Etham no llegaba a parecerse ni un poco a lo que sentía cuando estaba con Mía.Admiraba a Etham, le parecía el chico perfecto, ese con quien le gustaría casarse, comprar una casa en los suburbios y tener hijos. Pero tal vez, esos deseos en realidad no eran suyos, eso de la familia feliz; papá, mamá, una hija y un hijo, era lo que desde siempre había pensado que tenía que soñar; lo válido, lo correcto.Jamás imaginó su primera vez con una mujer, siempre pensó que sería con un chico, después del baile de graduación.Las invitaciones al baile le habían llovido, pero ningún chico cubría sus expectativas; ninguno le parecía...¿digno? pensó que había algo mal en ella, que tal
El trabajo era un sueño hecho realidad, pasó el que podía haber sido el mejor día de su vida si no hubiese estado antes con Mía. Pero al llegar las cinco de la tarde, aquel sueño tenía que acabar, tenía que ir por sus cosas y para hacerlo era necesario ver nuevamente a Etham. —Tus maletas están ahí —dijo Etham en cuanto le abrió la puerta —¿Has tocado mis cosas? —ppreguntó katherina indignada —No sabía si vendrías, te lo iba a mandar todo, solo que no sabía a dónde. Las llaves de tu auto están en la puerta del refri —contestó Etham con una calma insultante. Sabía dónde estaban las malditas llaves, ella las había dejado ahí porque ese era su lugar. Te devolveré en efectivo lo que pagaste del mes. —No quiero tu maldito dinero, Etham —contestó Katherina, poniendo los ojos en blanco y caminando hacia sus maletas. Dejó las maletas cerca de la puerta y caminó a zancadas hacia la cocina, tiró de la llave, despegando el llavero de imán de la pue
—Buenos días señorita Johansson —la saludaron en recepción, se sentía diferente a la otras veces que había estado ahí, ahora era la señorita Johansson. Circulaba un video de ella golpeando a Emma, pero no le importaba, el puesto era de ella y lo había ganado por mérito propio. No podía estar más contenta.Usó los ratos libres para llamar a Mía, ella no contestaba, simplemente dejaba sonar el móvil y no la atendía. La imaginaba viendo la pantalla, poniendo los ojos en blanco y arrugando la cara al ver que se trataba de ella.Al salir de la oficina fue al departamento de Mía, ella no estaba, le dejó una nota debajo de la puerta, se dio media vuelta para marcharse, pero no pudo caminar, sus piernas se ablandaron como algodón y le costaba respirar, apoyó su espalda en la puerta y se dejó caer. Lloró abrazando s
—¿Irás a la fogata? —preguntó Katherina que leía un libro en el sofá mientras Anya preparaba un par de sándwiches.—¿Tú irás? —preguntó Anya con asombro —¿no tienes que estudiar para un examen o hacer algo del trabajo o de tu club de lectura?Había pasado un mes desde que Anya y Katherina se habían reencontrado. Cada una vivía en lo suyo, los estudios le exigían al máximo, aun así pasaban tiempo juntas; se encontraban de a ratos en las mañanas y en las noches se juntaban para cenar.—Tengo que hacer exactamente todo lo que acabas de mencionar, pero, ya sabes como soy, lo tengo todo fríamente calculado.— Sí, lo sé, tratándose de ti, tiene que ser así —dijo mientras ponía un par de platos en la mesilla frente al sofá, un segundo, ir&eacu
Los ojos de Katherina se iluminaron en cuanto vieron a Anya entrar en el departamento—¡Por Dios! Anya ¿dónde narices estabas metida? Casi muero de un susto —dijo Katherina caminando hacia Anya—Lo siento yo... —Katherina la abrazó y Anya no tuvo que dar explicaciones. Estuvieron un rato así hasta que alguien hizo un ruido. Era la chica de la fogata aclarándose la garganta. Katherina soltó a Anya.—Ella es Becky —dijo Katherina al darse cuenta de que llevaba mucho tiempo abrazando a Anya, pero no podía evitar sentirse preocupada ´por ella. Solía pensar demasiado en el día en que la encontró y en todo lo que le había pasado, prefería morir antes de permitir que le ocurriera algo así de nuevo.—Hola Becky. Disculpen, iré a ducharmeEsa noche, como todas las demás, Katherina