En horas de la tarde Ary, llegó al centro comunitario, quería ver a los niños de la banda y sus avances con ellos. Al ingresar por uno de los pasillos se encontró con Ángel García, Ariadna se estremeció, y se asustó, la última vez que aquel hombre estuvo ahí, fue violento, sin embargo, notó lo diferente que se veía el señor rasurado, limpio, y sin oler a alcohol. El hombre tenía veintiocho años, era de contextura corpulenta, alto, de piel bronceada, ojos negros, cabello oscuro —Señora, buenas tardes —saludo con cortesía. —Hola. —Sonrió Ary—. Imagino que está buscando a sus hijos. —Sí, pero también vine por otro motivo...—presionó sus labios—. Deseo hablar con usted. —Por supuesto —respondió Ariadna con mucha curiosidad. —Quisiera asistir a las charlas para alcohólicos —pronunció Ángel, respirando agitado, sintiendo vergüenza, entonces Ariadn
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