Celeste fue despertando despacio, sentía los grilletes pesados en torno a sus muñecas y la piedra fría e irregular del suelo bajo su rostro. Fue abriendo los ojos con calma, tratando de recordar.Olía como si hubiera cadáveres alrededor y se estremeció con el recuerdo.«¿Mamá?» Pensó.—No te preocupes por tu madre, ya cumplió su propósito.Celeste escucho una voz aterciopelada, como una suave caricia y tembló.Él estaba de pie al otro extremo de la habitación, su cabello era un haz de luz dorada en medio de la oscuridad, tenía un traje oscuro, la tela parecía tan costosa como sus zapatos, pero no parecía preocupado por estar de pie en medio de los charcos lodosos y congelados. Su rostro era hermoso e infantil, pero no había nada en él que reflejara la inmadurez de la adolescencia. Lucia etéreo
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