—¿Por qué tardaste tanto? —La pregunta de Matías salió como un golpe, fuerte y seco.
Ella trato de mantener su rostro inexpresivo, Matías estaba enojado, y ella no quería correr el riesgo de enojarlo aún más.
—Estaba ocupada —respondió ella. Su acento italiano era tan evidente que a Matías le tomo un momento entenderle.
—¿Con quién?
—¿Celoso?_ aventuro ella.
—Ansioso —aseguro Matías—. Deja de jugar Cecilia ¿Lo hiciste o qué?
Cecilia esperaba que la máscara de indiferencia no se le hubiera caído. Estar frente aquella chica en las tumbas fue como estar en un basurero con una cucaracha de oro. Demasiado absurdo para ser real y a Cecilia jamás le habían gustado las cosas absurdas.
—Sí, ya le di el vaso a Celeste, si sale de esa celda no recordara mucho, y lo que recuerde no lo recordara bien —respondió Cecilia.
—¿Crees que el veneno funcione en alguien como ella?
Cecilia la recordó, con las ropas rasgadas y manchadas, y su hermoso rostro cincelando con la tristeza y el dolor. Con verla jamás pensaría que podría dar un paso fuera de aquella celda, mucho menos construir todo un mundo, sus zapatos lucían más importantes que Celeste y aun así debía ser tratada con cautela.
—No parece tener fuerzas ni para levantarse, mucho menos para que resista la dosis que le di.
—Me queda poco tiempo con ella —aventuro Matías— ¿No sabes nada de tu prima?
Cecilia resoplo y sacudió la cabeza en negación. Sabía porque Matías le había pedido a ella que le llevara el veneno a Celeste, la persona que entrega el veneno es la única persona que le envenenado recuerda y sabía que su prima la protegería de las repercusiones.
—Será mejor que sepas lo que haces… —Las palabras le salieron a Cecilia como si fuera un aliento que estuviera aguantando.
Los ojos oscuros de Matías comenzaron a aclararse en los bordes, un verde oscuro apenas notorio pero solo eso le basto a Cecilia para arrepentirse de sus palabras, sabía que enojarlo era peligroso.
—No soy ningún tonto.
Cecilia concordaba con él, no era ningún tonto, pero era cruel y temperamental, y eso lo hacía peligroso.
*******
Los pies de Celeste apenas rozaban el suelo, los grilletes le lastimaban las muñecas por el peso de su cuerpo y sus hombros dolían. No podía estar segura de cuánto tiempo había estado así. El último recuerdo coherente que tenía era el de aquella vampira de cabello negro.
Recordaba vagamente haber tomado algo, y que luego alguien había entrado a su celda y la había colgado del techo.
Todo era tan confuso en su mente que no reconoció a Matías cuando entro a su celda.
—Ya no vale la pena hacer nada contigo —le había dicho y envuelto por el enojo la apuñalo tantas veces y con tanta fuerza que rompió la hoja del chuchillo entre sus costillas. Sabía que podría llegar a matarla y tal vez eso resolvería alguno de sus problemas pero no todos.
Cuando salió de la celda su traje negro estaba salpicado de manchas más oscuras y la sangre negra de Celeste le escurría por las manos hasta el suelo.
—Aliméntala para compensar la pérdida de sangre y échale sal a sus heridas para que no sanen —Le ordeno Matías a Leonardo.
Él lo había estado esperando afuera de la celda y cuando lo vio trato de ocultar su horror, jamás había esperado ver la sangre de Celeste manchar el piso.
—Sí mi señor —Leonardo no era capaz de oponérsele.
Matías resoplo exasperado y camino fuera de las tumbas dejando atrás los sollozos de los humanos encerrados. Su día había comenzado terriblemente mal, en cuanto los primeros rayos del sol acariciaron los muros de Tierra de Nadie, había recibido un mensaje de Javier citándolo a una charla.
No le gustaba como se escuchaba eso. Nada de lo que había planeado le estaba resultando.
No se molestó en cambiarse para ver a Javier, no tenía caso seguir ocultándole algo que ya sabía, y algo en el fondo de su mente se revolvió complaciente cuando pensó que todos lo verían envuelto con la sangre de Celeste.
Javier lo había citado en la sala de lucha, un nombre demasiado pomposo para el lugar. Era el patio, sin paredes ni techo, ni siquiera tenía piso y la nieve lodosa envolvía sus zapatos lustrados, lo único que se podía ver a la distancia era el muro que los rodeaba.
Javier estaba en pleno entrenamiento cuando Matías llego.
—La falta de determinación en este lugar me parece indignante —La voz de Javier tenía cierto tono de privacidad, como si estuviera diciendo un secreto muy importante.
Javier estaba vestido una camiseta de algodón azul y pantalones de pijama bordado con corazones, pero los vampiros que lo rodeaban en un círculo perfecto lo miraban como si estuviera vestido con la armadura más fuerte del mundo.
—¡Vamos! ¿Nadie? —vocifero Javier.
Dos vampiros dieron un paso al frente, juntos. Ambos se enfrentaron cuerpo a cuerpo contra Javier juntos, y ambos perdieron juntos.
Javier se movía con la gracia de años de lucha y entrenamiento, esquivaba todos los golpes y no daba uno hasta asegurarse que fuera mortal.
—¿Me llamaste para una exhibición de fuerza? —vocifero Matías cuando noto que otro del círculo se preparaba para enfrentar a Javier.
Cada par de ojos se posaron sobre él y cada uno de ellos retrocedió ante la vista de la sangre oscura que cubría su traje.
—Retrocedan todos —ordeno Javier y el círculo se abrió hasta encerrar a Matías y Javier dentro.
—¿Cuánto tiempo pensaste que podías tenerla allí?—le pregunto Javier.
—Tal vez un año —respondió con sinceridad Matías.
—Y solo tuviste tres días. Esto es más de lo que se puede manejar ¿De verdad crees que no la están buscando debajo de cada piedra?
La luz del sol rebotaba sobre el cabello de Matías como un halo dorado, allí, de pie, con el traje manchado de sangre se acercaba más a la visión de un ángel vengador que a la de un vampiro.
—Sé lo que hago Javier —aseguro Matías.
—Todo es un problema desde que la trajiste aquí, las leyes…
_—as leyes no son aplicables en este lugar.
Javier se cernió sobre Matías, fue tan rápido que cualquier intento de Matías por evitarlo hubiera sido en vano. Los dedos de Javier se apretaron en torno a su cuello y sintió el dolor cruzarle la garganta, solo había una forma de matar a alguien que estaba diseñado para no morir, y era la decapitación.
Matías no lucho, lo que él tenía de belleza Javier lo tenía en fuerza. Matías trato de no bajar la mirada, lo conocía lo suficiente para saber que contra él no podría ganar así que todo lo que podía hacer era mantener el orgullo.
—Podrás ser mi primo y el favorito del rey Alucard, pero tú mismo lo has dicho, aquí no se aplican las leyes, estas bajo mis órdenes desde el momento en que cruzaste las puertas, así que a partir de ahora me encargare yo —vocifero Javier.
—Alucard no va a permitir que se la entregues.
—Es Tierra de Nadie Matías, ni un rey puede m****r aquí.
La entrada fortificada con docenas de guardias armados, muros de plata demasiados altos para saltar, y en la cima arqueros lo recorrían con un arco en una mano y una flecha en la otra. Pasillos armados con defesas para contener escapes y motines, y todo diseñado por él.«No hay muchas salidas» pensó, pero ni él sabía cómo huir sin que nadie lo notara.Javier se paseaba perezosamente por su biblioteca. Los estantes eran montañas de libros, él era capaz de decir la trama a la perfección de cada uno de ellos, pero en ese momento le costaba recordar algunos, toda su concentración estaba en los planos que se desparramaban en el suelo.Él mismo había levantado cada muro, cada habitación. Había diseñado una cárcel de la cual no podía salir. Era un genio atrapado en su propia creación.Cuando las puertas de la biblioteca
Ella se había sorprendido por la juventud y belleza de su rostro. Incluso había una voz interna, que trataba de ignorar, que le decía que era más hermosa que ella. Trago en seco. Celeste no tenía rasgos que la hiciera muy exótica, pero había algo en ella que hacía su belleza sutil algo memorable. Memorable así había imagino a alguien como ella.Sus ojos pasaron de Celeste a su hermano.—Es muy hermosa —Le dijo.—No se necesitamos alguien hermosa, necesitamos a alguien justa —respondió su hermano.—Luce muy joven ¿No le estas pidiendo mucho? —preguntó ella.—Tiene nuestra edad y esta despertado.Celeste escuchaba las voces. Una era una voz fluía y moderada, como una caricia, la otra era una voz aguda y chillona, como si estuviera conteniendo la emoción, pero ambas eran voces demasiado perfectas y e
«La verdad siempre está detrás de una cortina de humo»Lucas recordó las palabras de su padre, no le gustaba recordar las cosas que él le había dicho, mucho menos si tenían alguna pisca de razón.Lucas nunca había tenido talento para la mentira y con el tiempo había aprendido que la verdad no está detrás de la cortina de humo; la verdad es la cortina de humo.—¿Qué me paso?Fue la primera pregunta de Celeste. Estaba sentada en la cama, él bajaba la mirada esporádicamente para asegurarse que las heridas no se abrieran. Sentía escalofrió en la piel de sus brazos, la energía que estaba usando para mantener el dolor de Celeste distante no era grande, aun así se sentía incómodo.Él había escuchado tanto de ella que se la había imaginado como una guerra confiada y vibrant
—El libro que contiene nuestras leyes se llama Palabra Verdadera. Escribiste la mayoría de las leyes en tu primera vida, unas pocas fueron agregadas en vidas posteriores —vocifero Lucas acercando un pequeño libro verde al regazo de Celeste.Celeste lo miro. La cubierta verde brillaba tanto que parecía de plástico. El árbol labrado e incrustado en ella era de oro sólido. Celeste no lo toco.Lucas la miraba con compasión. Estaba terriblemente perdida, como un bebé abandonado. Él sabía exactamente como se sentía aquello, en un segundo había sacudido todas sus creencias. En su momento él necesito de mucho tiempo para acostumbrarse a su nueva vida—¿Mi primera vida? —La voz suave de Celeste le sorprendió, no se escuchaba tan asustada como se veía.—Tú eres la Elegida —respondió Lucas.Lucas int
Las ruedas raspaban el asfalto frío y el movimiento arrullaba a Celeste. Ella sentía que estaba sobre un flotador sobre la piscina. Sentía que el viento frío le peinaba el cabello y de fondo se escuchaba música de jazz. La mujer cantaba perezosamente con acento francés. No era la clase de música que ella solía escuchar bajo ningún escenario.Lucas la miro de reojo.Cuando Celeste quedo inconsciente tuvo el tiempo suficiente para tomar una muestra de su sangre y notar que fue drogada. Supo en ese momento que la mente de Celeste era inusualmente inestable mientras la droga aún estuviera en su sistema. Así que opto por hacerla dormir y llevársela. Él tenía la seguridad de que aunque tuviera la mente despejada ella elegiría no irse con ellos.Se supone que solo era cuestión de decirle lo que es y ella acudiría al llamado de su raza. Las historias de
Celeste miro la extensa continuidad del mundo que se le presentaba. Era como sacada de la imaginación de un pintor inclinado al uso excesivo de color. Estaba lleno de vegetación, árboles extraños que se curvaban en intrincados ángulos, sus hojas deslumbraban con la intensa paleta de colores. Celeste jamás había visto hojas tan azules, o tan negras, o tan moradas, era como si un estudio de pintura hubiese vomitado.Eso le robo el primer suspiro de asombro.La continuidad del color del bosque era interrumpido por caminos de piedras lisas y de un verde tan oscuro, que a la distancia se veían como trazos negros que cortaban el color.Celeste trato de enumerar las casas que allí estaban pero se extendían a la distancia como la multitud. Tenían un aspecto extraño, como cabañas de montañas hechas de la misma roca del camino, en algunos puntos destellaban con un brillo plat
Muchos vieron pasar al trío, eran como una imagen mal enfocada, reconocían la elegancia de Clara y la brusquedad de Diego al correr, pero toda la atención estaba en la Reina de Reyes.Para la gran mayoría era la primera vez que estaban tan cerca de alguien como ella. En sus mentes se reproducían las historias de gloria y sangre, nadie era tan fuerte como ella, y eso solo agudizaba un poco la decepción de ver a una chica menuda y pequeña, de respiración agitada y corazón acelerado a la que le costaba seguir el paso.Aun así el miedo, el respeto y la adoración se mantenían fuertes.Fueron hacia el oeste del castillo, las torres eran tan similares entre sí que llegaban a confundirse si no fuera por la arquitectura que decoraba su entorno.Dos cúpulas grandes paralelas de palta oscura se conectaban por un pasillo cerrado hacia una pirámide con secciones he
El Salón de Cristal era fuertemente iluminado por nada. Era como si las paredes estuvieran hechas de luz que se extendían hasta unirse en el infinito. El pulido, brillante y negro suelo era un abismo. Y los tronos vacíos se alzaban alejados en el centro, como grandes bloques de joyas, oro y plata.Los Séptimo se pusieron a cada lado de la Reina de Reyes. Celeste miro otra vez su zapatos, estaba tan fuera de lugar, pero aun así levanto el mentón, enderezo lo mejor que pudo sus hombros y avanzo. La postura se sentía rígida y poco natural pero era lo que tenía para ofrecer.Caminaban en línea recta casi perfecta. Los reyes estaban colocados como Dasan les había mostrado. Nadie quedo sobre su trono y sus rodillas se apoyaron en el suelo. El Salón de Cristal era el único lugar donde un rey hincaba la rodilla.Los reyes vestían como tal, envueltos en victoria y erguidos d