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Todos los capítulos de La Era de los Desterrados : Capítulo 1 - Capítulo 10
19 chapters
Prólogo
Puedo imaginarlo… todo se dibuja en mi mente a medida que escucho… siento el miedo… esa sensación de inquietud y pavor… esa atonía que acelera el flujo de sangre en nuestro cuerpo y nos hace sentir débil… y me doy cuenta de algo… el miedo… es lo único que realmente ha influido en el tiempo. Todos tenemos uno… miedo a morir, miedo a vivir, miedo a dejar de existir, a ser olvidado, miedo a perder, miedo al poder, incluso Dios debe tener uno y eso, llevó a los humanos al borde de la existencia.Mi abuela me contaba historias, historias que le contaron sus abuelos a ella, historias de aquellos tiempos en donde la humanidad poseía infinitos miedos, y por eso, queríamos ser los dueños de todo… siempre queriendo poder controlar el mundo, el mar, los árboles y animales, controlar la vida. Solo así dejaríamos de temer a todo, o eso creíamos
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Fuera de la Cueva
Luz… es lo primero que descubres, o al menos así fue para todos durante mucho tiempo.                 Lo primero que vez cuando naces o cuando despiertas, o en la mayoría de los casos es la luz. Luego sigue lo otro, como los colores, las formas, los objetos y todo lo que te rodea. A lo que quiero llegar es que todo comienza con la luz (incluso el día).El mundo funciona con ella, las plantas crecen y nosotros somos capaces de hacer infinidad de cosas gracias a que existe. Dependemos de la luz en casi todos los sentidos y tal vez nunca lo hemos notado ¿o sí?Esa simple palabra dice mucho… por ejemplo cuando decimos o en nuestro caso, se decía “siempre hay una luz en la oscuridad” … no es otra cosa que decir que hay esperanza y que hay una solución; o cuando decimos que “l
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El Amanecer de un nuevo destino
Pasados los minutos, el joven herido gritaba de dolor mientras el otro no hallaba que hacer. En un intento de calmarlo, arrastró el cuerpo del otro hasta una pequeña fuente y comenzó a lavar la herida. Eso no haría otra cosa que acelerar el proceso de infección, y, además, contaminaría el agua que servía de sustento para la colonia. ¿Pero que podía hacer ella? Si se le ocurría salir y decirle que dejaran de infectar el agua, estaría dando a conocer la existencia de humanos en la zona y aparte, de seguro la matarían.Pero si no hacía algo, el agua ya no sería potable y su gente tendría que alejarse más en su búsqueda. Se le ocurrió avisar en la colonia… tal vez Kenet tendría una idea de que hacer, pero nuevamente era una idea estúpida viendo la distancia que tendría que recorrer, para cuando llegaran ya el
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De Vuelta a la Oscuridad
Ya había pasado el mediodía y no había rastro de Arabís en la colonia. Grecia no hacía más que sentir que no había podido proteger a su única familia en el mundo, teniendo una idea que pudo quedarse afuera. Sentía miedo. Las criaturas que habitaban el exterior eran temibles y crueles. Todas aborrecían a los seres humanos, y muchas habían surgido de nosotros mismos. Solo los jóvenes a los que se les daba un entrenamiento eran capaces de defenderse y permanecer a salvo. Pero su querida Arabís no conocía nada.—Lo siento mucho Grecia… tal vez… esté a salvo, es una chica lista cuando quiere —le dijo Kenet sentándose a su lado —Muy inmadura, pero, sabe defenderse.—Ahora no quisiera pensar en nada —dijo dejando salir un suspiro y luego de un largo silencio prosiguió —Siempre le he contado historias de los se
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Descubiertos
Koner esquivó con gran agilidad los intentos de la bestia para herirlo con sus garras mientras Meruem trataba de perforar su espalda con su espada. La horrenda criatura era agresiva y sin control. En su mente solo existía la necesidad de destrozar la carne de sus oponentes.El animal era de gran tamaño, como un par de metros de altura. Su rostro era similar al de un murciélago, con grandes colmillos como los de los dientes de sable, orejas puntiagudas hacia atrás. Inmensas garras en sus manos y pies. Ojos amarillos con pupilas rojas como la sangre. Y el cuerpo similar al de un hombre lobo… todo en el inspiraba terror.Meruem estaba seguro de que esas criaturas solo habitaban los espesos bosques de las altas montañas nevadas de Zetna, la provincia central de Caltun; en Noriwn y Narfan, provincias al norte de Norian; en Selany provincia sur de Sulen; en Estely la provincia sur de Entur y en las Islas heladas de Lartw, prov
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El Principio de una Aventura
—¡Ah! —gritó Arabís moviéndose desesperada mientras los guardias tomaban posiciones de ataque para liberar a la chica —¿QUÉ ES ESTO? ¡Bájame!—¡Arabís! —gritaron Grecia y Charlie al mismo tiempo.—Parece que has servido de algo otra vez —le gritó Koner sonriendo satisfecho—Necesitábamos la ayuda de los guardianes mayores para cruzar el bosque, y no podíamos llamarlos. Pero creo que los atraes por alguna razón que desconozco. Aun así, es lo que quería.—¿Qué está pasando? —se movía nerviosa Arabís —¡Diles que me bajen!—Son los guardianes mayores… y no soy más que ellos para estarles dando órdenes —le respondió Koner divertido.El Quetzalcóatl la alejó un poco del grupo y la dej&oacut
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La llegada a Zolan
Día 1… El recorrido por el bosque fue placentero solo en ciertos puntos. No como una divertida excursión que de seguro practicaban los humanos mucho antes del Devastador, más bien como si fueses un loco aventurero que no le importa arriesgarse a nada. La verdad, lo único divertido de esto es la cantidad de criaturas amigables que se reúnen a mi alrededor cada cierto tiempo, sumado al indescriptible sentimiento de incertidumbre por lo desconocido. Por otro lado, mis compañeros de viaje son un poco distantes, apenas me miran, y solo lo hacen cuando no me escuchan o creen que les he perdido el rastro. Ciertamente se les ve algo nerviosos e impacientes, por supuesto es mi opinión personal, si les preguntara qué les sucede me ignorarían por completo y seguirían adelante; supongo que es normal, después de todo, están en un oscuro bosque lleno de secretos y bestias extrañas. C
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Apariencias que Engañan
Una sombra se deslizaba por los más oscuros callejones de la gran ciudad de Zolan. Cada cierto tiempo miraba a sus espaldas para evitar que alguien conocido lo viera o en caso de le estuvieran siguiendo. Llevaba una máscara negra que ocultaba su rostro por completo y una capa que lo encubría y protegía del frío. Los primeros copos de nieve de esa noche apenas comenzaban a caer, hacía más de dos horas que el sol se había ocultado y ya las calles comenzaban a estar desiertas.Anduvo por más de veinte minutos entre la oscuridad para después doblar a la izquierda una última vez, hasta encontrarse con otro sujeto de similar apariencia.—¿Qué tal te ha ido? —le preguntó en cuanto se detuvo frente de él.—Apenas he podido conseguir algo de información nueva, nada que no sepamos —respondió.—¿Sigue teniendo la
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Heridas del Pasado
Koner volvió casi al amanecer, por fin podía darse un respiro. Últimamente estaba algo estresado, con todo eso de la misión y que ahora también, tenían que aguantar a Arabís, había estado contra la espada y la pared. Lo mejor sería resolver todo este asunto lo más rápido posible, en pocas horas partirían desde el puerto del Este de Caltum, tomarían un barco y partirían hacia Elune. Al menos ya estarían más cerca de las Islas de Mortu.                Entró en su habitación y lo primero que notó fue que la carta que le había dejado a Meruem ya no estaba, lo que significaba que había ido a buscarlo y que posiblemente hubiera salido. Sospechando de que tal vez haya hecho alguna locura, se dirigió a su cuarto. Al entrar, comprobó que, efectivamente
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El Engaño
Koner y compañía se acercaban alertas a la extraña vivienda, precavidos, miraban en totas las direcciones esperando cualquier cosa. Cuando estaban a unos cuantos metros de llegar, Koner escuchó un sonido débil pero muy parecido a un grito.—Silencio —susurró y se detuvo en el camino para tratar de oírlo otra vez.—¡Ayudaaaaa! —escuchó muy bajo —¡Auxiliooooo! ¡Alguien!—¡Es Arabís! —se dijo más para sí que para los otros. Corrió hasta la parte trasera de la cabaña de donde se oían los gritos, encontrándose con una extraña pared de metal —¡Arabís! ¡Arabís!Arabís escuchó los gritos de Koner fuera de aquella calurosa habitación, miró a Meruem y este le sonrió alegre —¡Koner! ¡Aquí! ¡Kone
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