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Todos los capítulos de LA CHICA DE SIRIUS: Capítulo 1 - Capítulo 10
13 chapters
I
Planeta Xith, Sistema Sirius, Confederación Interestelar. Año 2148. Xith era el quinto planeta del sistema trinario Sirius. Iluminado por tres soles, tenía un clima árido y seco. Llovía una vez cada quinientos años y su superficie era poco más que un extenso e incandescente desierto arenoso con inhóspitas montañas pedregosas y resecas, dunas agrestes y muy escasos recursos hídricos. Sus nativos, acostumbrados a este clima inclemente, se protegían cubriéndose con turbantes y gruesos velos. Los Xith eran humanoides de piel morena y cabeza lampiña, sus ojos tenían un tono esmeralda brillante.En el puerto espacial más grande del planeta, ubicado en la ciudad de Kammath, se encontraba una tradicional familia Xith despidiéndose de su hija adolescente.—¡Ten mucho cuidado, Alara! —le decía su madre, una mujer de edad madura
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II
Ya Alara se había asentado en su nuevo hogar, ya había hecho una amiga, ya conoció a su compañero o compañera de habitación que había decorado la mitad del cuarto con vómito, y ahora se dirigía a una manifestación política estudiantil organizada por el partido que su padre había odiado toda su vida y que resultaba, en efecto, una aglomeración multitudinaria. Incontables estudiantes se reunieron en torno a una tarima y sobre la cual grupos de muchachos conversaban entre sí preparándose para sus discursos. A espaldas del podio ondeaba una bandera con un cometa negro que identificaba a la Coalición (el símbolo del Bloque era una supernova representada por una estrella de cuatro puntas blanca y por lo general los bloquistas se identificaban con el color blanco así como los coalicionistas con el color negro).—¡Alara! —le gritó Zum
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III
 —¿Cuántos planetas has visitado, Richard? —le preguntó ella mientras ambos se recostaban en un cráter y observaban el estrellado horizonte.—No sé, la verdad, perdí la cuenta. Cuando era niño acompañaba a mi papá en sus giras a través de toda la Confederación cuando se reunía con trabajadores y políticos y después de que murió, mi madre y yo nos refugiamos en Marte por un tiempo. Cuando la situación se normalizó volvimos a la Confederación pero mi madre obtuvo un trabajo como embajadora así que igual viajaba constantemente. Creo que he conocido gran parte de la Galaxia, debo haber visitado cientos de sistemas diferentes…—¡Asombroso!—¿Y tú?—Antes de entrar a la  Universidad nunca había salido de mi sistema solar. Las únicas veces en que
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IV
Academia Militar Confederada, Planeta Telunen V, seis semanas después.Alara se encontraba rodeada de otros cadetes como ella formando una hilera que disparaba sus rifles láseres contra blancos holográficos móviles.—Cadete Althar —le dijo el instructor, un viejo y curtido capitán Viraki, y Alara dejó de lado su arma y se colocó en posición de firme diciendo:—¿Sí, señor?—Descanse. Permítame felicitarla, su puntería ha mejorado notablemente en cada una de las prácticas de tiro.—Gracias, señor.—Y revisé también su desempeño en los ejercicios de vuelo de ayer y permítame decirle que es impresionante. Realmente posee usted un talento innato para pilotear naves de guerra.—Gracias, señor.—Siga así, Cadete, y llegará lejo
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V
Planeta Marte, Sistema Sol, año 2149. Desde su independencia de la Tierra el Planeta Marte se había sumido en incesantes y cruentos enfrentamientos bélicos que ensangrentaron la ya de por si roja superficie marciana. Algunos pensaban que Marte estaba condenado a ser un mundo violento y conflictivo porque estaba bautizado con el nombre del dios de la guerra. La colonización humana de Marte permitió la creación de una atmósfera y una vegetación genéticamente diseñada que la hacía endémica del planeta y asemejaba a grandes palmeras adaptadas a la rala atmósfera artificial. Aunque era posible para los humanos vivir en el exterior, aún así seguía siendo lo más común que la población residiera en enormes ciudades metálicas de aspecto gótico, repletas de edificios cuadriculados, torres cilíndricas y puen
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VI
Planeta Tierra, Sistema Sol, Confederación Interestelar. Richard Sevilla, el novio de Alara, se había graduado en ciencias políticas y relaciones interplanetarias en la Universidad de Cerapix y había logrado ser electo como miembro del Parlamento Mundial, el poder legislativo del gobierno local de la Tierra. Como cualquier planeta confederado la Tierra tenía autonomía interna en cuanto a la selección de su sistema político y de sus gobernantes, siempre y cuando esta autonomía no contradijera las leyes y normas confederales. Un ancestro de Richard, llamado José Antonio Sevilla, había sido Secretario General de las Naciones Unidas casi cien años en el pasado y había realizado una serie de reformas estructurales convirtiendo a la ONU literalmente en un gobierno mundial. La Asamblea General se convirtió en el Parlamento Mundial y dejó de tener embaj
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VII
 —Esta es la chica de la que les hablé —adujo el capitán Ka’tar aproximándose a los dormitorios de los soldados que recién se estaban levantando en la mañana, acompañado del Almirante. Los soldados, incluyendo a Alara, se pusieron firmes ante la presencia de sus superiores. —Descansen —dijo el almirante Gutiérrez— y sigan con sus actividades. Dicho esto los soldados se relajaron y prosiguieron con el proceso ordinario de bañarse y vestirse para ir a desayunar. Todos salvo Alara que aún estaba rodeada de sus oficiales. —El capitán Ka’tar nos dice que es usted su mejor subordinada —afirmó Gutiérrez y Alara no pudo evitar sonrojarse un poco. —Gracias, señor. El capitán Ka’tar es muy amable, señor. —Hemos revisado su historial académico
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VIII
Planeta Tierra, dos meses después.  Richard analizó aquellos informes que le llevaron sus asesores, muy intrigado. Los revisó una y otra vez. ¡No había otra explicación posible! Llegó al despacho de Alfred Gordon. Junto al secretario se encontraba Lisbeth van Hausen. —¿Qué es esto? —dijo tirándole las carpetas de la investigación en el escritorio. —Veo que lo descubriste —adujo Gordon. —Demando una explicación —insistió golpeando la superficie de una carpeta con su dedo índice. —¿Qué quieres que te explique? —preguntó Gordon. —Estos documentos demuestran un desvío de fondos públicos para fines personales, Alfred. Es corrupción. —No seas tan moralista, Richard —le dijo &e
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IX
Sistema Sol. El permiso de Alara se terminó y debió reingresar al servicio militar. La guerra en Marte estaba cada vez peor, la teoría resultó equivocada y el Imperio Anaki comenzó a enviar refuerzos al planeta, gesto imitado por la Confederación al punto de que ya casi era una guerra abierta entre las dos potencias galácticas. Alara fue asignada a un potente acorazado, la nave militar más poderosa y grande que existía. Un acorazado era una nave gigantesca que podía medir generalmente entre diez y cien kilómetros de extensión. Sus escudos eran los más resistentes y su arsenal el más destructivo, por lo que un acorazado sólo podía ser destruido por otro. El acorazado en el que viajaba Alara era comandado por el capitán Ka’tar quien se sentaba en una cómoda y amplia silla en el centro del Puente desde la cua
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X
Planeta Xith, cinco años después. —Y así, me encontraba en las selvas de Cygma VIII combatiendo Xorgon. ¿Alguna vez has visto un Xorgon? —le decía el viejo Shamur a su nieto de cinco años, hijo de Richard y Alara. El niño era casi indiferenciable de un Xith ya que heredó los ojos felinos de la madre, y miraba a su abuelo boquiabierto y con mirada atónita escuchando sus relatos. Negó con la cabeza, como era lógico, y su abuelo continuó. —Los Xorgon son unos reptiles de tres metros de altura, con grandes hocicos repletos de afilados colmillos y garras como navajas. —Ante la descripción el infante tragó saliva— Mi escuadrón y yo sumábamos unos veinte soldados Confederados, y frente a nosotros en una planicie estaban alrededor de ochenta de estos monstruos fuertemente armados y mirándonos con odio rabioso. Pero, me enc
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