Planeta Tierra, dos meses después.
Richard analizó aquellos informes que le llevaron sus asesores, muy intrigado. Los revisó una y otra vez. ¡No había otra explicación posible!
Llegó al despacho de Alfred Gordon. Junto al secretario se encontraba Lisbeth van Hausen.
—¿Qué es esto? —dijo tirándole las carpetas de la investigación en el escritorio.
—Veo que lo descubriste —adujo Gordon.
—Demando una explicación —insistió golpeando la superficie de una carpeta con su dedo índice.
—¿Qué quieres que te explique? —preguntó Gordon.
—Estos documentos demuestran un desvío de fondos públicos para fines personales, Alfred. Es corrupción.
—No seas tan moralista, Richard —le dijo &e
Sistema Sol.El permiso de Alara se terminó y debió reingresar al servicio militar. La guerra en Marte estaba cada vez peor, la teoría resultó equivocada y el Imperio Anaki comenzó a enviar refuerzos al planeta, gesto imitado por la Confederación al punto de que ya casi era una guerra abierta entre las dos potencias galácticas.Alara fue asignada a un potente acorazado, la nave militar más poderosa y grande que existía. Un acorazado era una nave gigantesca que podía medir generalmente entre diez y cien kilómetros de extensión. Sus escudos eran los más resistentes y su arsenal el más destructivo, por lo que un acorazado sólo podía ser destruido por otro.El acorazado en el que viajaba Alara era comandado por el capitán Ka’tar quien se sentaba en una cómoda y amplia silla en el centro del Puente desde la cua
Planeta Xith, cinco años después.—Y así, me encontraba en las selvas de Cygma VIII combatiendo Xorgon. ¿Alguna vez has visto un Xorgon? —le decía el viejo Shamur a su nieto de cinco años, hijo de Richard y Alara. El niño era casi indiferenciable de un Xith ya que heredó los ojos felinos de la madre, y miraba a su abuelo boquiabierto y con mirada atónita escuchando sus relatos. Negó con la cabeza, como era lógico, y su abuelo continuó. —Los Xorgon son unos reptiles de tres metros de altura, con grandes hocicos repletos de afilados colmillos y garras como navajas. —Ante la descripción el infante tragó saliva— Mi escuadrón y yo sumábamos unos veinte soldados Confederados, y frente a nosotros en una planicie estaban alrededor de ochenta de estos monstruos fuertemente armados y mirándonos con odio rabioso. Pero, me enc
Michael se encontraba en efecto junto a su amiga Yar’lin en su habitación.Yar’lin era una muchacha Viraki de 12 años. Ya para su edad mostraba un incipiente pero esbelto cuerpo femenino y vestía muy escasa ropa, como era normal para los Viraki. Usaba aretes en sus orejas puntiagudas y unos lacitos que decoraban las dos antenas de su cabeza. Su cabello azulado lo sostenía en una cola, aunque algunos rizos caían sueltos en el frente y los lados de la cara.Yar’lin saltaba sobre la cama de Michael, ya que era muy inquieta. Finalmente se dejó caer boca arriba sobre la acolchada superficie y usó sus propias manos como almohada, mientras Michael la observaba sentado en la silla giratoria que colocaba frente a su escritorio y su computadora.—¿Debe ser divertido ser híbrido? —preguntó Yar’lin clavando sus ojos verdes en Michael.—Lo dices como si yo f
Puerto Espacial Na’mu, Planeta Viraki Prima.El más grande de los puertos espaciales del mundo Viraki había sido bautizado en nombre del procónsul Na’mu, principal promotor de la paz entre los Viraki y los Xith y quien negoció el tratado que puso fin a la guerra entre ambos pueblos 17.000 años en el pasado. Na’mu también fue conocido por haber adoptado y criado como propio a un niño Xith en plena guerra. Se le veía como uno de los padres de la duradera alianza que eventualmente evolucionaría en la Confederación y una estatua suya recibía a los pasajeros que llegaban a Viraki Prima ubicada en una de las salidas principales.El enorme puerto espacial recibía cientos de transportes interestelares cada día y miles de pasajeros de infinidad de mundos distintos. Aguardando en una de las salas de espera se encontraban Richard, Alara y Michael a la expectativa
El día siguiente empezó como era normal. Todos los Días de la Confederación se conmemoraba el aniversario de la firma del Tratado de Talos con un vistoso festival. Empezaba con un desfile militar en que el Ejército Confederado hacía marchar a sus solados con uniformes de gala y algunas naves con estelas de colores recorrían el cielo. Luego pasaban carrozas alegóricas, una por cada Planeta Confederado, usualmente representativas de la cultura del planeta en cuestión, y finalmente desfilaban grupos de estudiantes de primaria y secundaria. Todo aquello era televisado. En la tarde el Primer Ministro de la Confederación daba un discurso frente a los miembros del Senado, de la Corte Suprema y los embajadores y en la noche las familias se reunían a cenar y pasarla juntos.Richard y toda su familia observaron el desfile en palco de lujo (una de las ventajas de ser senador) y Richard tuvo que estar presente c
Planeta Xith, Sistema Sirius, Confederación Interestelar. Año 2148. Xith era el quinto planeta del sistema trinario Sirius. Iluminado por tres soles, tenía un clima árido y seco. Llovía una vez cada quinientos años y su superficie era poco más que un extenso e incandescente desierto arenoso con inhóspitas montañas pedregosas y resecas, dunas agrestes y muy escasos recursos hídricos. Sus nativos, acostumbrados a este clima inclemente, se protegían cubriéndose con turbantes y gruesos velos. Los Xith eran humanoides de piel morena y cabeza lampiña, sus ojos tenían un tono esmeralda brillante.En el puerto espacial más grande del planeta, ubicado en la ciudad de Kammath, se encontraba una tradicional familia Xith despidiéndose de su hija adolescente.—¡Ten mucho cuidado, Alara! —le decía su madre, una mujer de edad madura
Ya Alara se había asentado en su nuevo hogar, ya había hecho una amiga, ya conoció a su compañero o compañera de habitación que había decorado la mitad del cuarto con vómito, y ahora se dirigía a una manifestación política estudiantil organizada por el partido que su padre había odiado toda su vida y que resultaba, en efecto, una aglomeración multitudinaria. Incontables estudiantes se reunieron en torno a una tarima y sobre la cual grupos de muchachos conversaban entre sí preparándose para sus discursos. A espaldas del podio ondeaba una bandera con un cometa negro que identificaba a la Coalición (el símbolo del Bloque era una supernova representada por una estrella de cuatro puntas blanca y por lo general los bloquistas se identificaban con el color blanco así como los coalicionistas con el color negro).—¡Alara! —le gritó Zum
—¿Cuántos planetas has visitado, Richard? —le preguntó ella mientras ambos se recostaban en un cráter y observaban el estrellado horizonte.—No sé, la verdad, perdí la cuenta. Cuando era niño acompañaba a mi papá en sus giras a través de toda la Confederación cuando se reunía con trabajadores y políticos y después de que murió, mi madre y yo nos refugiamos en Marte por un tiempo. Cuando la situación se normalizó volvimos a la Confederación pero mi madre obtuvo un trabajo como embajadora así que igual viajaba constantemente. Creo que he conocido gran parte de la Galaxia, debo haber visitado cientos de sistemas diferentes…—¡Asombroso!—¿Y tú?—Antes de entrar a la Universidad nunca había salido de mi sistema solar. Las únicas veces en que