Academia Militar Confederada, Planeta Telunen V, seis semanas después.
Alara se encontraba rodeada de otros cadetes como ella formando una hilera que disparaba sus rifles láseres contra blancos holográficos móviles.
—Cadete Althar —le dijo el instructor, un viejo y curtido capitán Viraki, y Alara dejó de lado su arma y se colocó en posición de firme diciendo:
—¿Sí, señor?
—Descanse. Permítame felicitarla, su puntería ha mejorado notablemente en cada una de las prácticas de tiro.
—Gracias, señor.
—Y revisé también su desempeño en los ejercicios de vuelo de ayer y permítame decirle que es impresionante. Realmente posee usted un talento innato para pilotear naves de guerra.
—Gracias, señor.
—Siga así, Cadete, y llegará lejos en la Milicia.
—Sí, señor.
—¡Cadetes! —llamó el Capitán a todos sus educandos y estos detuvieron sus disparos, presentaron armas y se pararon firmes frente a su instructor. —¿Se divirtieron disparando?
—¡Señor, sí, señor! —respondieron al unísono.
—Bien, bien. Es todo por hoy, pueden irse a sus barracas. Descansen, porque mañana tendremos una dura práctica con equipos de realidad virtual donde simularemos una batalla en tiempo real.
—¡Señor, sí, señor!
—¡Ya lárguense de aquí! —terminó de decirles con un gesto manual y las filas se rompieron.
Fuera de las horas de entrenamiento la relación entre el instructor y los cadetes era un poco más informal y flexible, si bien se mantenía una cierta distancia. En todo caso Alara tenía que esperar a Richard quien la iba a visitar ese día y aprovechó para conversar un rato con el veterano capitán que la acompañaba en la entrada principal de la Academia, contándole algunas anécdotas jocosas de sus épocas de servicio militar que la hacían reír.
Richard finalmente llegó y Alara los presentó animadamente.
—Capitán Ka’tar, él es mi novio Richard Sevilla, Richard él es mi instructor el capitán Ka’tar.
—Mucho gusto, señor —le dijo Richard recibiendo un apretón del militar que lo sacudió todo.
—Igualmente, muchacho. Cuide mucho a esta chica porque tiene potencial. Algún día será una gran oficial.
—Eso sin duda —reconoció Richard— estoy muy orgulloso de ella.
—Y… —agregó dándole unos codazos y guiñando un ojo— no la canse demasiado, necesita estar fresca mañana…
Tanto Richard como Alara ignoraron esa petitoria y se fundieron esa noche en una apasionada faena sexual dentro del diminuto, pero al menos individual, dormitorio designado para ella. Ya antes habían hecho el amor muchas veces pues Alara decidió perder su preciada virginidad con Richard muy poco después de volverse novios formales. Alara encontró que la actividad sexual previa a un pesado entrenamiento de alguna manera le mejoraba notoriamente su desempeño.
—¿Sabes, Alara? —le dijo Richard mientras ambos se abrazaban desnudos y ella tenía su cabeza sobre su hombro— en dos meses terminan las clases tanto en la Universidad como en la Academia y comienzan las vacaciones de fin de año estándar.
—Lo sé.
—Asumo que irás a tu casa ¿no?
—Por supuesto.
—Sabes que tu padre se enterará tarde o temprano de todo ¿no?
—Sí, sí… lo sé… ¡Por los dioses que lo sé! —suspiró— pero todavía no tengo idea de que voy a hacer…
En efecto el año lectivo finalizó y los estudiantes dejaron las aulas y se encaminaron de regreso a sus planetas de origen. Alara obtuvo calificaciones excelentes dentro de la Academia y le dieron un reconocimiento formal, pero no disfrutó de la ceremonia porque seguía ensimismada y preocupada por la reacción de su padre. Se introdujo a la nave espacial que la llevaría a Xith y siguió meditando sobre aquello todo el camino hasta que estuvo en la órbita de su mundo natal. Ya a este punto se despreocupó del asunto y decidió que no tenía más opción que decírselo todo, y preferiblemente de una sola vez.
Sus padres la recibieron en el puerto espacial con muchos abrazos y besos, preguntándole como le había ido en la Universidad y ella dispensaba respuestas lacónicas. Atravesaron el desierto hasta la pedregosa pero cómoda y perfectamente acondicionada casa donde vivían, en cuyo interior había unos suaves almohadones sobre un suelo alfombrado que utilizaban tradicionalmente los Xith para sentarse.
—Tengo tres noticias que darles, y será mejor que se sienten.
Sus padres acataron. Alara sabía que su madre era una mujer comprensiva y amorosa que, de no ser por la devota obediencia que le promulgaba a su padre, aceptaría sin cuestionar sus decisiones. En cambio de su progenitor podía esperar cualquier reacción… sólo rogó que no sacara su viejo rifle láser de la vitrina y le volara la cabeza.
—¿Sucede algo malo, hija? —preguntó su madre en tono preocupado.
—No realmente. Simplemente quiero informarles de las decisiones que he tomado y que no son sujetas de debate.
—¿¡Que!? —preguntó su padre ya algo irritado…
—Papá, quiero que sepas que te amo y te respeto y siempre lo haré, pero ya he tomado las riendas de mi propia vida. Sé que no aprobarás lo que te comunicaré pero tendrás que aceptarlo porque no cambiaré de opinión. Primero, sé que has sido partidario del Bloque toda tu vida, como tu padre, y tu abuelo y tu bisabuelo, etcétera, pero yo no. Ahora soy simpatizante de la Coalición e incluso participé de actividades organizadas por su Juventud.
—Me decepcionas —dijo malencarado pero tranquilo— siempre pensé que eras más inteligente y que no te dejarías engatusar por las mentiras propagandísticas de la izquierda. ¡Pero en fin! ¡Has lo que quieras!
—Lo otro que debo decirles es que a principios de este año dejé la Universidad Teluni e ingresé a la Academia Militar.
—¿¡QUE!?
—Sí, papá. Quiero ser militar y de hecho mis superiores están muy complacidos con mis capacidades. Soy la primera en mi clase.
—¡Por los dioses! ¡Alara! —clamó— ¡Una mujer Xith no debe ser militar! ¡Eso está estrictamente prohibido en los Libros Sagrados…!
—¡Por favor, papá! ¡Deberías sentirte orgulloso de tu hija! Estoy siguiendo tus pasos.
—Bueno, bueno… está bien… —reconoció más calmado— de todas maneras cuando veas la dureza de la vida militar vas a volver a la realidad.
—Eso lo veremos, papá. Ahora va la última noticia que tengo que darte…
—Pues sea lo que sea ya no puede ser nada peor…
Alara se aclaró la garganta pensando “Espera y verás”
—Tengo novio —dijo y su padre quedó boquiabierto y con los ojos desorbitados— y es… es humano. Se llama Richard Sevilla y es el hijo del famoso líder sindical coalicionista Francisco Sevilla. Tenemos ya casi un año de salir y lo amo. Debes de saber que aún sin tu aprobación voy a seguir viéndolo y sólo los dioses saben que sucederá en el futuro. Ya no soy una niña y tomaré las decisiones que me plazcan. Eres libre de aceptarme o no, es tu decisión. ¿Has comprendido, papá? ¿Papá? ¿¡Papa!?
—Hija llama al médico, tu padre sufrió un desmayo…
Planeta Marte, Sistema Sol, año 2149.Desde su independencia de la Tierra el Planeta Marte se había sumido en incesantes y cruentos enfrentamientos bélicos que ensangrentaron la ya de por si roja superficie marciana. Algunos pensaban que Marte estaba condenado a ser un mundo violento y conflictivo porque estaba bautizado con el nombre del dios de la guerra.La colonización humana de Marte permitió la creación de una atmósfera y una vegetación genéticamente diseñada que la hacía endémica del planeta y asemejaba a grandes palmeras adaptadas a la rala atmósfera artificial. Aunque era posible para los humanos vivir en el exterior, aún así seguía siendo lo más común que la población residiera en enormes ciudades metálicas de aspecto gótico, repletas de edificios cuadriculados, torres cilíndricas y puen
Planeta Tierra, Sistema Sol, Confederación Interestelar.Richard Sevilla, el novio de Alara, se había graduado en ciencias políticas y relaciones interplanetarias en la Universidad de Cerapix y había logrado ser electo como miembro del Parlamento Mundial, el poder legislativo del gobierno local de la Tierra.Como cualquier planeta confederado la Tierra tenía autonomía interna en cuanto a la selección de su sistema político y de sus gobernantes, siempre y cuando esta autonomía no contradijera las leyes y normas confederales. Un ancestro de Richard, llamado José Antonio Sevilla, había sido Secretario General de las Naciones Unidas casi cien años en el pasado y había realizado una serie de reformas estructurales convirtiendo a la ONU literalmente en un gobierno mundial. La Asamblea General se convirtió en el Parlamento Mundial y dejó de tener embaj
—Esta es la chica de la que les hablé —adujo el capitán Ka’tar aproximándose a los dormitorios de los soldados que recién se estaban levantando en la mañana, acompañado del Almirante. Los soldados, incluyendo a Alara, se pusieron firmes ante la presencia de sus superiores.—Descansen —dijo el almirante Gutiérrez— y sigan con sus actividades.Dicho esto los soldados se relajaron y prosiguieron con el proceso ordinario de bañarse y vestirse para ir a desayunar. Todos salvo Alara que aún estaba rodeada de sus oficiales.—El capitán Ka’tar nos dice que es usted su mejor subordinada —afirmó Gutiérrez y Alara no pudo evitar sonrojarse un poco.—Gracias, señor. El capitán Ka’tar es muy amable, señor.—Hemos revisado su historial académico
Planeta Tierra, dos meses después. Richard analizó aquellos informes que le llevaron sus asesores, muy intrigado. Los revisó una y otra vez. ¡No había otra explicación posible!Llegó al despacho de Alfred Gordon. Junto al secretario se encontraba Lisbeth van Hausen.—¿Qué es esto? —dijo tirándole las carpetas de la investigación en el escritorio.—Veo que lo descubriste —adujo Gordon.—Demando una explicación —insistió golpeando la superficie de una carpeta con su dedo índice.—¿Qué quieres que te explique? —preguntó Gordon.—Estos documentos demuestran un desvío de fondos públicos para fines personales, Alfred. Es corrupción.—No seas tan moralista, Richard —le dijo &e
Sistema Sol.El permiso de Alara se terminó y debió reingresar al servicio militar. La guerra en Marte estaba cada vez peor, la teoría resultó equivocada y el Imperio Anaki comenzó a enviar refuerzos al planeta, gesto imitado por la Confederación al punto de que ya casi era una guerra abierta entre las dos potencias galácticas.Alara fue asignada a un potente acorazado, la nave militar más poderosa y grande que existía. Un acorazado era una nave gigantesca que podía medir generalmente entre diez y cien kilómetros de extensión. Sus escudos eran los más resistentes y su arsenal el más destructivo, por lo que un acorazado sólo podía ser destruido por otro.El acorazado en el que viajaba Alara era comandado por el capitán Ka’tar quien se sentaba en una cómoda y amplia silla en el centro del Puente desde la cua
Planeta Xith, cinco años después.—Y así, me encontraba en las selvas de Cygma VIII combatiendo Xorgon. ¿Alguna vez has visto un Xorgon? —le decía el viejo Shamur a su nieto de cinco años, hijo de Richard y Alara. El niño era casi indiferenciable de un Xith ya que heredó los ojos felinos de la madre, y miraba a su abuelo boquiabierto y con mirada atónita escuchando sus relatos. Negó con la cabeza, como era lógico, y su abuelo continuó. —Los Xorgon son unos reptiles de tres metros de altura, con grandes hocicos repletos de afilados colmillos y garras como navajas. —Ante la descripción el infante tragó saliva— Mi escuadrón y yo sumábamos unos veinte soldados Confederados, y frente a nosotros en una planicie estaban alrededor de ochenta de estos monstruos fuertemente armados y mirándonos con odio rabioso. Pero, me enc
Michael se encontraba en efecto junto a su amiga Yar’lin en su habitación.Yar’lin era una muchacha Viraki de 12 años. Ya para su edad mostraba un incipiente pero esbelto cuerpo femenino y vestía muy escasa ropa, como era normal para los Viraki. Usaba aretes en sus orejas puntiagudas y unos lacitos que decoraban las dos antenas de su cabeza. Su cabello azulado lo sostenía en una cola, aunque algunos rizos caían sueltos en el frente y los lados de la cara.Yar’lin saltaba sobre la cama de Michael, ya que era muy inquieta. Finalmente se dejó caer boca arriba sobre la acolchada superficie y usó sus propias manos como almohada, mientras Michael la observaba sentado en la silla giratoria que colocaba frente a su escritorio y su computadora.—¿Debe ser divertido ser híbrido? —preguntó Yar’lin clavando sus ojos verdes en Michael.—Lo dices como si yo f
Puerto Espacial Na’mu, Planeta Viraki Prima.El más grande de los puertos espaciales del mundo Viraki había sido bautizado en nombre del procónsul Na’mu, principal promotor de la paz entre los Viraki y los Xith y quien negoció el tratado que puso fin a la guerra entre ambos pueblos 17.000 años en el pasado. Na’mu también fue conocido por haber adoptado y criado como propio a un niño Xith en plena guerra. Se le veía como uno de los padres de la duradera alianza que eventualmente evolucionaría en la Confederación y una estatua suya recibía a los pasajeros que llegaban a Viraki Prima ubicada en una de las salidas principales.El enorme puerto espacial recibía cientos de transportes interestelares cada día y miles de pasajeros de infinidad de mundos distintos. Aguardando en una de las salas de espera se encontraban Richard, Alara y Michael a la expectativa