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TREINTA
... Era viernes al fin. May guardó sus cuadernos y lápices en su mochila, se la echó al hombro y abandonó el salón, con el firme propósito de ir a casa a echarse sobre el sofá y comer porquerías mientras veía algo en la televisión. Pero Evie tenía otros planes para ella. Había otra fiesta. Y esta vez, no sería una chafa, porque era organizada por los estudiantes de tercer año en un galpón clandestino, donde podías meter todo el alcohol que te cupiera en las manos. May recibió la noticia sin ninguna emoción, a pesar de que Evie se había esmerado en hacerlo parecer el evento del siglo. — Estoy un poco cansada, ¿sabes? — dijo, mientras caminaban en dirección a la parada de colectivos. Carol no había podido unírseles porque su maestro de microeconomía había programado u
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TREINTA Y UNO
...May contempló su reflejo ante al espejo. No estaba vestida para salir, eso estaba muy claro. Apenas había hecho algo con su cabello y llevaba puesto unos jeans desteñidos, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero. Lo único que destacaba de su aspecto eran unas argollas doradas y un labial rojo pasión con el que había ataviado sus labios. El resto era May Lehner en un día normal de semana.Y estaba bien, ¿verdad?Bueno, probablemente a Evie no le parecería bien, pero al diablo. Era eso o no ir. Y Evie preferiría que fuera envuelta en una bolsa de basura antes que permitir que se quedara en casa.May se retocó un poco más los labi
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TREINTA Y DOS
...William se apartó como repelido por una fuerza externa y el pánico apareció en sus ojos negros.May lo contempló a él y a la puerta sin saber muy bien qué hacer. Al final, le indicó que guardara silencio, algo redundante porque William no había emitido ningún sonido, y fue hasta la puerta para mirar por el pequeño orificio. Sus amigas aguardaban del otro lado, Evie moviendo el pie impacientemente y Carol ajustándose un poco la corta falda que de seguro había sido idea de Evie.Por primera vez, May no estuvo feliz de verlas.El timbre sonó de nuevo. Luego, le siguió la voz de Evie, efusiva como era.

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TREINTA Y TRES
...Por primera vez desde que se había mudado a la gran ciudad, May decidió no ir a ver a sus padres. No podría, de todos modos. Estaba agonizando de dolor de cabeza y ahora había comenzado a vomitar otra vez.Maldito alcohol y maldito William Horvatt. Si no fuera por él, ella habría hecho su vida normal. Estaría ya en la estación de trenes, preparándose para subirse al tren que la llevaría a la casa de sus padres, a varios kilómetros de esa pérfida ciudad llena de sujetos indeseables como William Horvatt.A las doce recién dejó de vomitar y comenzó a sentirse mejor. A las una, pudo comer algo, aunque luego sintió nauseas. Y a las dos, recibió un llama
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TREINTA Y CUATRO
...William la vio sentada en un apartado cubículo de la biblioteca, revisando algo en su computadora portátil y frunciendo la nariz cada tanto en tanto. Al parecer, lo que veía ahí no le gustaba para nada.Tratando de pasar desapercibido, se ubicó detrás de una estanteria de libros y la espió, algo que jamás pensó que haría, mucho menos con una estudiante. Ella acababa de bajar la tapa de su laptop y se disponía a salir de la biblioteca, pues el primer bloque de clases acababa de terminar. William la observó mientras echaba descuidadamente sus materiales dentro de su mochila, sin preocuparse siquiera si estos cabían o no dentro.William deseó decirle que tuviera má
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TREINTA Y CINCO
...May vio a sus amigas charlando en el frontis de la facultad. Iba a acercarse a ellas cuando notó que Wade también estaba allí, charlando con un grupo de chicos. Aunque Wade no era precisamente amigo de Evie ni de Carol, siempre que May se lo topaba, este se acercaba a ellas y se quedaba charlando con las tres un buen rato. A Evie le caía bien porque era divertido y ruidoso como ella. A Carol no tanto, pero lo toleraba dentro de la medida de lo posible. Afortunadamente, si no estaba May de por medio, Wade se mantenía alejado de sus amigas.Justo como ahora.May retrocedió varios pasos hasta desaparecer del foco visual de Wade y sus amigas. Permaneció un buen rato allí escondida, hasta que recibió una lla
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TREINTA Y SEIS
...May se inventó un resfrío para no salir a beber con Evie y Carol. No fue sencillo, pero al final Evie se resignó y cortó la llamada advirtiendo que la próxima semana no se salvaría. Por medio de un mensaje, se enteró de que Carol también se había excusado para no ir, así que le propuso que se reunieran en su apartamento a beber algo y comer porquerías. Carol estuvo de acuerdo y a eso de las nueve se presentó en el apartamento con dos botellas de champaña y muchas porquerías en una bolsa de papel.Ordenaron una pizza, bebieron y comieron golosinas hasta hartarse. Mientras pasaban la comida tendidas sobre la alfombra de la sala, a May se le ocurrió hablar de William Horvatt. Sabía que Carol no lo tomar&iacut
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TREINTA Y SIETE
...Ilda Polak llevaba siendo secretaria del departamento de derecho privado desde hace más de diez años y había visto muchas cosas ocurrir ante sus ojos, pero jamás un romance entre estudiantes y docentes. Era perspicaz y astuta, dos características imprescindibles para el cargo que ocupaba, porque muchas veces aparecían chiquillas como la que acababa de irse, con excusas baratas para poder acercarse a los maestros. El romance entre estudiantes y docentes estaba prohibido por reglamento, pero eso no siempre le importaba a los involucrados. Al fin de cuentas, los romances tórridos eran atractivos, inyectaban cierta adrenalina en el cuerpo.Ilda sabía cuándo estaba frente a ese tipo de romances tórridos. Lo olía, lo veía a través d
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TREINTA Y OCHO
...La mirada de May Lehner en la clase del jueves era venenosa. William trató de pasarla por alto, pero era inevitable caer en sus ojos verdes, nublados por la rabia que sentía hacía él. Él nunca la había visto tan enojada y de forma tan obvia.Al finalizar la clase, ella se levantó de un brinco y salió del aula sin dirigirle una sola mirada. William salió tras ella, pero se detuvo a mitad de camino, porque sería un error hacer algo en medio de tanto público. La contempló alejarse hasta que desapareció en una esquina. Que estúpido había sido dando una respuesta como esa. Bueno, tampoco se arrepentía de haberla encarado. Seguía convencido de que tenía algo con ese soquete de Wade.

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TREINTA Y NUEVE
...May llegó con varios minutos de anticipación porque ese día se llevaría a cabo el examen oral de derecho común. Estaba tan nerviosa, que cuando William Horvatt cruzó la puerta, ella casi dio un salto en su asiento. Para no entrar en pánico, bajó la cabeza y se negó a mirarlo a los ojos.William dejó su maletín sobre la mesa. Luego fue al pizarrón y escribió:El examen constará de dos preguntas. Si no sabe la respuesta, no invente. Respete el tiempo de los demás. Solo yo presidiré el examen. Respiren.

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