La relación Ama/sumiso se estaba desarrollando más rápido de lo que él siquiera imaginó. Henry no podía negarse a sí mismo lo fácil que iba deslizándose al dominio de Gemini. Lo supo cinco semanas después, que, tras pedirle permiso para ir a beber a un bar con su mejor amigo, esta le autorizó la salida, con la condición de que, si se enredaba con una mujer esa noche, debía llamarla durante el sexo.Tragó saliva ante ese mensaje, los juegos iban escalando y desde que habían comenzado el primero de enero, poco a poco La Ama iba probando sus límites. Seis sesiones ocurrieron desde entonces, la que más placer le había causado fue la asfixia por parte de Gemini, cuando lo hizo tenderse en el piso, desnudo, atado de manos y tobillos, y ella se colocó sobre su rostro, abierta de piernas, para restregar su sexo vestido con una delicada prenda de sat&eac
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