El resto de diciembre fue pasando de forma frustrantemente lenta, Henry no se sentía orgulloso de su comportamiento, pero no podía evitarlo, los viejos hábitos habían retornado y sentía un creciente rechazo contra su jefa.Hank sabía que ese extraño puritanismo nacía del miedo, sin embargo, en ese momento era su único salvavidas. Tras la visita al Club Medianoche, los hermanos Webber volvieron al departamento envueltos en un pesado silencio, cada uno cavilando su personalísima experiencia. Una vez en el SoHo, bebieron hasta caer inconscientes, y aunque no alcanzaba a recordar todo lo que se dijeron, al menos le quedaba la tranquilidad de no haber soltado prenda sobre Gem.En cambio, Hal disertó sobre lo diferente que se había sentido ser azotado, en comparación con las veces que hizo lo mismo con Sienna, no encontró nada atractivo en ello.―Menos mal no me presentas
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