El resto de diciembre fue pasando de forma frustrantemente lenta, Henry no se sentía orgulloso de su comportamiento, pero no podía evitarlo, los viejos hábitos habían retornado y sentía un creciente rechazo contra su jefa.
Hank sabía que ese extraño puritanismo nacía del miedo, sin embargo, en ese momento era su único salvavidas. Tras la visita al Club Medianoche, los hermanos Webber volvieron al departamento envueltos en un pesado silencio, cada uno cavilando su personalísima experiencia. Una vez en el SoHo, bebieron hasta caer inconscientes, y aunque no alcanzaba a recordar todo lo que se dijeron, al menos le quedaba la tranquilidad de no haber soltado prenda sobre Gem.
En cambio, Hal disertó sobre lo diferente que se había sentido ser azotado, en comparación con las veces que hizo lo mismo con Sienna, no encontró nada atractivo en ello.
―Menos mal no me presentas
―Quítate la ropa ―ordenó Gem al entrar.Hank estaba ofuscado todavía, sumado a la expectativa y la ansiedad, su estado de aturdimiento era enorme.―¿Qué? ―preguntó, de pie en medio de la sala del apartamento de su jefa.La decoración del sitio era tan ecléctica como su dueña, Gem Rivers vivía en Turtle Bay, en un edificio en la esquina de la Calle 49. El mismo estaba paralelo a la autovía FDR, y tenía vistas al Río Este. La construcción solía ser una fábrica, que fue adaptada para crear apartamentos de estilo moderno e industrial, con paredes de ladrillo, vigas metálicas y pisos de porcelanato de color gris plomo que daban un aire de concreto pulido.Cuando Henry estuvo allí la vez anterior, no entró en el departamento de su jefa, de hecho, la entrega de las medicinas a sus vecinos sirvió también para que dejar
Después de la noche de Navidad, volvieron el jueves al trabajo. A petición de Gem ―la jefa― Henry fue hasta recursos humanos y le pidió disculpas a Lizzie. Le explicó someramente que no estaba disponible a nivel emocional para ningún tipo de relación, porque estaba enfocado en resolver la situación de la custodia de sus hijas, así que no disponía de tiempo para nada más.La morena aceptó las disculpas, aunque su actitud arisca demostró que continuaba dolida, lo que hizo que fuese mejor para sus intenciones porque funcionaba para evitar que ella intentara buscar sus favores sexuales de nuevo.Tenía mucho en qué pensar, su primera sesión de BDSM fue extrañamente… satisfactoria, pero sentía que se había perdido algo fundamental. Las palabras finales de Gem resonaban en su cabeza, en especial el hecho de lo mucho que le recalcó que era
Hank se encontraba nervioso, si tres meses atrás le hubiesen dicho que iba a tener una relación de esa índole con su jefa habría tildado de loco a quien fuese.Lo más impresionante era comprender la forma en que todo evolucionó entre ellos, y aunque sostenía que Gem Rivers no le caía bien al cien por ciento, al menos tenía dos cosas muy en claro.Primero, su jefa era una persona capaz y profesional.Segundo, aunque todavía dudaba y había camino que recorrer, sentía que podía confiar en ella.Los padres de Henry anunciaron que pasarían esa fecha en Long Island con la hermana menor de su padre. Así que este no tuvo reparo en que se quedara con el carro, porque según sus propias palabras “aceptar una invitación de tu jefe era el primer paso para ascender en tu empleo”. Casi quiso decirle que la fiesta no era de índole labo
Gemini sonrió ante aquella muestra de respeto. Se notaba que Henry Webber había hecho un esfuerzo por comprender y aceptar las formas que las prácticas del BDSM promulgaban.Lo mantuvo en esa posición durante unos minutos, midiendo si era capaz de mantenerse cabizbajo, controlando su ansiedad y anticipación. Sonrió con malicia, apretando con suavidad la caja entre sus manos.―Mentiría si te digo que lo voy a pensar ―respondió con lentitud, controlando el tono de su voz. Hank permaneció con la cabeza agachada, enfocando sus ojos a los pies de Gem―. Creo que decidí hacerte mi sumiso desde que me retaste con contarles a todos en la oficina que era Dominante.Henry sintió un leve escalofrío, aquella confesión le hizo darse cuenta de que no había escapatoria.―Culpa a tu amiga Bettany ―soltó ella con desdén―. Ella es la causante de todo esto, Hank.
Después de poner las pautas, Henry parecía saturado de información y algo aturdido. Gemini, como buena Dominante, sabía que tenía que adelantarse a ciertas necesidades de su nuevo sumiso; él no sabía con exactitud qué quería experimentar, todavía quedaban prejuicios por desmontar, así que tenía que ir con cuidado, con mucho tiento, guiándolo en el camino del oscuro placer que estaba descubriendo.La última aclaratoria fue sobre las sesiones como tal. Podían durar solo unos minutos o un par de horas. Podían ser suaves o intensas. También existían unas más largas que se conocían como internamientos o internados, incluso las sesiones de exhibición como la vivida en Park Avenue, pero lo más importante de todo eso era que él iba a tener siempre un espacio seguro para disfrutar del envión de adrenalina, hormonas y en
Escuchó a Hank trasteando por la casa, sonrió ante la resistencia del hombre, que tras unas horas decidía irse de allí sin más. Ella no lo hubiese dejado marcharse si no lo creía conveniente, pero parte de dar un buen cuidado previo era también darle el espacio para que asimilara lo sucedido.Hank, en su sentido más literal, estaba llevando a cabo ese lema de “Año nuevo, vida nueva” al pie de la letra.Supuso que no estaba tan disperso porque su primera sesión había sido, con mucho, más intensa; ahora él se encontraba contrastando las diferencias entre la liberación emocional contra la liberación mental. La primera vez ella lo quebró a conciencia, demostrándole que era mejor que el dique se rompiera y la avalancha la recibiera alguien con poder para ayudarlo. Esa noche él se entregó a sí mismo, viviendo la experiencia c
Después de esa primera sesión Hank se sintió de nuevo perdido, fue gracias a la habilidad de Gem de separar las cosas lo que le ayudó a estabilizarse emocionalmente. El dos de enero habían regresado a la oficina y ella actuó como si nada hubiese pasado, todos hablaron sobre su última noche del año, contando las anécdotas de las fiestas donde estuvieron y Rivers contó que estuvo con unos amigos en un departamento de la Quinta. Cuando fue su turno de contar lo que sucedió, su jefa ni siquiera lo miró, recordó que era una persona normal y lo que hacía en su intimidad era suyo, así que dijo la verdad:―Fui a una fiesta con una amiga y luego a mi casa, nada del otro mundo.Él quería hacerle un par de preguntas respecto a varias cosas relacionadas con su nuevo estatus, como por ejemplo ¿qué días iban a verse y durante cuánto tiemp
La relación Ama/sumiso se estaba desarrollando más rápido de lo que él siquiera imaginó. Henry no podía negarse a sí mismo lo fácil que iba deslizándose al dominio de Gemini. Lo supo cinco semanas después, que, tras pedirle permiso para ir a beber a un bar con su mejor amigo, esta le autorizó la salida, con la condición de que, si se enredaba con una mujer esa noche, debía llamarla durante el sexo.Tragó saliva ante ese mensaje, los juegos iban escalando y desde que habían comenzado el primero de enero, poco a poco La Ama iba probando sus límites. Seis sesiones ocurrieron desde entonces, la que más placer le había causado fue la asfixia por parte de Gemini, cuando lo hizo tenderse en el piso, desnudo, atado de manos y tobillos, y ella se colocó sobre su rostro, abierta de piernas, para restregar su sexo vestido con una delicada prenda de sat&eac