Sin pensarlo dos veces, Miguel ingresó a la galería para ver la operación de Renata que tenía a penas unos minutos de haber comenzado, se le notaba que trataba de mantener la poca cordura que le quedaba, evaluaba cada movimiento de Kiroga, aunque, sabía que él era muy bueno. Caminaba de un lado a otro, todavía no asimilaba que el amor de su vida estuviera en esa camilla. Dos horas habían pasado, de repente la mano de Kiroga se pausó en el aire, Miguel presionó el botón del interlocutor para hablar. —Kiroga, ¿qué sucede? —trato de que, en su voz, no se notaran los nervios. —Uno de los senos venosos está demasiado inflamado, no me permite avanzar. —Rodéalo y has una ligera incisión alrededor, pero no lo toques —indicó atento, Kiroga procedió con confianza.
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