Saravi.En una maniobra elaborada y planificada, logro salir ilesa de la casona. Llegar al campamento me tomará al menos veinte minutos, pero el paso que llevo no solo es rápido; es más bien lleno de adrenalina, con una emoción tan tangible, que las mejillas me duelen de tanto sonreír. Para Mishaal será una sorpresa mi llegada, pues nuestra visita sería en dos días más, pero, ante la premura, es casi necesario este encuentro. Cuando llego al territorio Ayatolá, noto un revuelo en el lugar, sin duda alguna algo no anda bien. Por un instinto propio me adentro más, tomando la precaución de no ser vista aún. Así que, junto a un arbusto bastante tupido, hago un espacio para observar más de cerca lo que está sucediendo. —Mi señor, ¡por favor!, déjeme explicarle… —s&uacu
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