El día que lo conocí, mi mundo pareció detenerse por un instante, luego de eso, es como si mi vida hubiera sido marcada por un antes y un después. Un antes en el que todo era simple, sin vida y sin color; llevaba mi vida como cualquier otra chica de mi edad; estudiaba en una universidad decente, y aspiraba; como todas (o eso me gustaba creer), a encontrar un hombre maravilloso, del que me enamoraría perdidamente y él de mí, viviríamos juntos, nos casaríamos, tendríamos dos o tal vez tres hijos, y mi vida sería perfecta.El después fue justo cuando su mirada se cruzó con la mía, y de inmediato me regaló aquella sonrisa conquistadora. Una hilera de dientes blancos y perfectos me embelesó; tanto, que no dudé en aceptar que se acercara a hablarme, aunque estaba reunida con mis amigas en la cafetería ese día.¡Dios! es que me quedo corta
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