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Todos los capítulos de Esto NO es una Historia de Amor: Capítulo 11 - Capítulo 20
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CAPÍTULO IX: Tus caricias me matan de amor
Pasé la noche velando su sueño, como una madre preocupada cuidando de su pequeño hijo; en mi caso, era una novia desesperada. Quería seguir llorando, pero ya no me salían más lágrimas, estaba segura de que me había quedado seca.La traición de Guillermo seguía tan fresca en mi pecho como cuando me enteré de ella, sin embargo, me sentía terriblemente culpable por orillarlo a intentar suicidarse. Empecé a pensar que quizá no era para tanto; todos los hombres son infieles, aunque sea alguna vez; eso me lo enseñó mi padre, y por supuesto; mi madre, quien le perdonó más de una en varias ocasiones cuando yo era pequeña.Me sentía impotente, extraña, extremadamente vulnerable y al mismo tiempo, poderosa. Jamás imaginé que algún hombre me amaría tanto como para no querer vivir sin mí. Él rea
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CAPÍTULO X: Para toda la vida
Muchas veces había escuchado hablar de gente que tiene experiencias extracorpóreas, de esas en las que parece que ves todo desde fuera de tu cuerpo, como si fueras un simple espectador presenciando un show. En mi caso, no era el show más placentero del mundo.La pobre mujer que miraba desde la distancia parecía derramar lágrimas sin siquiera poner ningún esfuerzo, y el hombre que estaba de pie frente a ella con la mirada perdida y las manos empuñadas parecía comenzar a darse cuenta de lo que acababa de hacer.De pronto suavizó la mirada y aflojó los puños, y se desplomó en el suelo arrodillado como si hubiese recibido un disparo, entonces comenzó a llorar descontrolado e intentó acercase a la mujer, pero ella despertó de su letargo e instintivamente hizo un esfuerzo por alejarse de él, aunque claramente era un esfuerzo en vano.Entonces, como si todo l
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CAPÍTULO XI: De verdad te amo
Toda mujer sueña en algún momento con el día en que un apuesto hombre, el que creemos es nuestro príncipe azul; nos pedirá matrimonio.Imaginamos que será en una hermosa playa al atardecer, con la arena todavía cálida sobre nuestros pies, de fondo las olas rompiendo contra la playa, como toda una telenovela; la brisa soplando y ondeando el vestido rojo que tendríamos puesto, junto a nuestro cabello suelto, rodeadas de pétalos de rosas formando un corazón, y finalmente, él, arrodillado frente a ti con una hermosa y pequeña caja envuelta en terciopelo azul, y en su interior, un precioso anillo con un gran diamante resplandeciendo a la luz del sol.Así me lo había imaginado un millón de veces cuando era niña, y lo fantaseaba una y otra vez desde que supe lo que era el amor romántico mientras veía las novelas con mi madre los domingos por la
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CAPÍTULO XII: Hasta que la muerte nos separe
Cuando tenía seis años creía que el día más feliz de mi vida había sido ese en el que mi madre me compró aquella muñeca que tanto deseaba. Cuando tuve trece años, pensé que el mejor día de mi vida había sido cuando por fin mi madre me dio permiso para salir sola con mis amigas, y cuando cumplí la mayoría de edad creí que era el mejor día de mi vida porque finalmente podía ser independiente. Pero qué equivocada estaba; porque todos esos días no fueron tan felices como el día en que le dije que sí a Guillermo.Luego de pronunciar el tan anhelado “acepto”, el padre continuó con la ceremonia, y entonces él también aceptó y finalmente estábamos unidos, para siempre.La fiesta transcurrió con normalidad, estaban todas las personas que me importaban; excepto Jimena; y toda la fa
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CAPÍTULO XIII: En las buenas y en las malas
Las manos me temblaban, estaba sudando como si el cuarto estuviera a cuarenta grados de temperatura, si me hubiese visto en el espejo, probablemente habría encontrado a una Andrea pálida, lánguida y ojerosa, con enormes lágrimas amenazando desbordarse por mis ojos.No sabía cómo sentirme. ¿Un hijo? ¿Debería estar feliz? Mi única preocupación era cómo Guillermo se tomaría tal noticia.La voz de Gustav se escuchaba demasiado lejos para comprender algo de lo que balbuceaba. Si su moralidad se lo hubiera permitido, habría entrado al baño de mujeres solo para saber si estaba embarazada o no, pero yo no quería decírselo a nadie. Quería guardar este secreto durante el tiempo en que esa pequeña celulita se convirtiera en una persona; si tan solo fuera posible.Estuve tanto tiempo dentro del baño que Gustav tuvo que ir por las llaves
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CAPÍTULO XIV: De tantas cosquillas me vas a matar
En mi vida había leído la biblia un par de veces. Mi familia fue cristiana en una época pasada de la cual ya no tenía demasiados recuerdos, sin embargo, se me había quedado alguna que otra cosa de aquellos tiempos en los que mi pasatiempo era leer los versículos que el padre de la iglesia mandaba para aprender en casa.Y de todos esos versículos, nunca olvidaba el génesis. Cuando Eva se atrevió a desafiar a Dios, y entonces fue castigada por ello.Me sentía igual que ella, sucia y pecadora. Siendo castigada de alguna forma por Dios.El dolor físico del aborto que Guillermo me había convencido de hacer eventualmente pasó. Sin embargo, la pena que llevaba en el corazón no se borraba con nada.Guillermo en cambio siguió como si nada. No volvió a mencionar el tema y por supuesto me advirtió que yo tampoco debía hacerlo en ninguna circu
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CAPÍTULO XV: ¡Soy tan torpe!
Siempre creí que eso de que había esposos que golpeaban a sus mujeres era un cuento lejano, un mito que contaban las abuelas para asustar a sus pequeñas nietas sobre el matrimonio. Algo que, lógicamente, jamás me iba a pasar a mí. No. Pues, ¿cómo era posible que no me diera cuenta de que alguien que amaba era capaz de hacerme eso?Claramente, no había sido capaz de darme cuenta antes.El dolor de los golpes que él infligió en mí no me dolía tanto como el trasfondo en sí de su acción.Yo lo había provocado, de nuevo. Eso no tenía discusión. Sin embargo, no podía entender cómo es que esto de alguna forma podía significar amor.Una cosa sí era segura. Jamás me atrevería a desafiarlo de nuevo.Para mí pasaron años, siglos tal vez; tumbada en la esquina de la sala, saboreand
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CAPÍTULO XVI: Como de luna de miel
Finalmente, después de más de medio año sentí que Guillermo se estaba comportando como un verdadero esposo. Si tan solo hubiera imaginado que tenía que presionarlo para que me tratara mejor; sin duda, lo hubiera anticipado mucho antes. Todo entre los dos había cambiado, ahora era mucho más atento y cariñoso conmigo de lo que había sido jamás. Y eso me gustaba. En mi pecho se formaba una calidez que retumbaba de amor y emoción, cada vez que él me consentía. Dejé de temerle a su toque porque ya no me trataba con desprecio o ira, incluso, le había dado algo de prioridad a mi placer. Hacía varios meses que no habíamos vuelto a pelear, sin embargo, algo dentro de mí me susurraba a lo lejos que no me hiciera falsas esperanzas; después de todo, no era la primera vez que Guillermo parecía haber cambiado para luego
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CAPÍTULO XVII: ¡Tu familia es mi familia!
Me quedé horas esperando a que Guillermo volviera por mí, mas, el tiempo pasó y yo solo podía quedarme hecha un ovillo sobre el césped húmedo sin parar de llorar. Me lo había hecho de nuevo, otra vez volvía a comportarse como un patán idiota y ahí estaba yo. Sufriendo por el que se supone era el amor de mi vida.Cuando pasó tanto tiempo como para que el sol estuviera casi por ponerse entendí que él no vendría, así que con las pocas fuerzas que tenía me puse de pie y comencé a deambular por el camino; que creía, era el indicado para volver.Me tardé bastante, y hasta estaba segura de haberme perdido, pero finalmente, logré encontrar la salida de aquella montaña.Ya era de noche, y no salían autobuses sino hasta el amanecer.No podía creer que Guillermo fuera capaz de tanto. Me abandonó en me
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CAPÍTULO XVIII: ¡Seremos Padres!
Cuando te casas, imaginas que será para toda la vida. Mis padres no me habían dado el mejor ejemplo de ese sacramento, porque crecí sin él prácticamente toda mi vida, pero, nunca dejé de soñar con el anhelado momento en el que mi príncipe azul aparecería.Viéndolo desde una perspectiva lejana, Guillermo y yo habíamos pasado por muchos altibajos como pareja, y a veces la idea de dejarlo se me paseaba por la mente como un cazador acechando a su presa. La veía desde lejos con temor. Y a penas olía su presencia, huía a esconderme aterrorizada, porque no podía darme el derecho de concebirla siquiera.Cuatro meses se fueron volando desde aquel fatídico día en que a mi querida hermana se le había ocurrido la brillante idea de llegar a mi casa sin aviso ni invitación.Cuatro meses desde que Guillermo se había vuelto a poner violento
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