Cuando tenía seis años creía que el día más feliz de mi vida había sido ese en el que mi madre me compró aquella muñeca que tanto deseaba. Cuando tuve trece años, pensé que el mejor día de mi vida había sido cuando por fin mi madre me dio permiso para salir sola con mis amigas, y cuando cumplí la mayoría de edad creí que era el mejor día de mi vida porque finalmente podía ser independiente. Pero qué equivocada estaba; porque todos esos días no fueron tan felices como el día en que le dije que sí a Guillermo.
Luego de pronunciar el tan anhelado “acepto”, el padre continuó con la ceremonia, y entonces él también aceptó y finalmente estábamos unidos, para siempre.
La fiesta transcurrió con normalidad, estaban todas las personas que me importaban; excepto Jimena; y toda la fa
Las manos me temblaban, estaba sudando como si el cuarto estuviera a cuarenta grados de temperatura, si me hubiese visto en el espejo, probablemente habría encontrado a una Andrea pálida, lánguida y ojerosa, con enormes lágrimas amenazando desbordarse por mis ojos.No sabía cómo sentirme. ¿Un hijo? ¿Debería estar feliz? Mi única preocupación era cómo Guillermo se tomaría tal noticia.La voz de Gustav se escuchaba demasiado lejos para comprender algo de lo que balbuceaba. Si su moralidad se lo hubiera permitido, habría entrado al baño de mujeres solo para saber si estaba embarazada o no, pero yo no quería decírselo a nadie. Quería guardar este secreto durante el tiempo en que esa pequeña celulita se convirtiera en una persona; si tan solo fuera posible.Estuve tanto tiempo dentro del baño que Gustav tuvo que ir por las llaves
En mi vida había leído la biblia un par de veces. Mi familia fue cristiana en una época pasada de la cual ya no tenía demasiados recuerdos, sin embargo, se me había quedado alguna que otra cosa de aquellos tiempos en los que mi pasatiempo era leer los versículos que el padre de la iglesia mandaba para aprender en casa.Y de todos esos versículos, nunca olvidaba el génesis. Cuando Eva se atrevió a desafiar a Dios, y entonces fue castigada por ello.Me sentía igual que ella, sucia y pecadora. Siendo castigada de alguna forma por Dios.El dolor físico del aborto que Guillermo me había convencido de hacer eventualmente pasó. Sin embargo, la pena que llevaba en el corazón no se borraba con nada.Guillermo en cambio siguió como si nada. No volvió a mencionar el tema y por supuesto me advirtió que yo tampoco debía hacerlo en ninguna circu
Siempre creí que eso de que había esposos que golpeaban a sus mujeres era un cuento lejano, un mito que contaban las abuelas para asustar a sus pequeñas nietas sobre el matrimonio. Algo que, lógicamente, jamás me iba a pasar a mí. No. Pues, ¿cómo era posible que no me diera cuenta de que alguien que amaba era capaz de hacerme eso?Claramente, no había sido capaz de darme cuenta antes.El dolor de los golpes que él infligió en mí no me dolía tanto como el trasfondo en sí de su acción.Yo lo había provocado, de nuevo. Eso no tenía discusión. Sin embargo, no podía entender cómo es que esto de alguna forma podía significar amor.Una cosa sí era segura. Jamás me atrevería a desafiarlo de nuevo.Para mí pasaron años, siglos tal vez; tumbada en la esquina de la sala, saboreand
Finalmente, después de más de medio año sentí que Guillermo se estaba comportando como un verdadero esposo. Si tan solo hubiera imaginado que tenía que presionarlo para que me tratara mejor; sin duda, lo hubiera anticipado mucho antes.Todo entre los dos había cambiado, ahora era mucho más atento y cariñoso conmigo de lo que había sido jamás. Y eso me gustaba.En mi pecho se formaba una calidez que retumbaba de amor y emoción, cada vez que él me consentía. Dejé de temerle a su toque porque ya no me trataba con desprecio o ira, incluso, le había dado algo de prioridad a mi placer.Hacía varios meses que no habíamos vuelto a pelear, sin embargo, algo dentro de mí me susurraba a lo lejos que no me hiciera falsas esperanzas; después de todo, no era la primera vez que Guillermo parecía haber cambiado para luego
Me quedé horas esperando a que Guillermo volviera por mí, mas, el tiempo pasó y yo solo podía quedarme hecha un ovillo sobre el césped húmedo sin parar de llorar. Me lo había hecho de nuevo, otra vez volvía a comportarse como un patán idiota y ahí estaba yo. Sufriendo por el que se supone era el amor de mi vida.Cuando pasó tanto tiempo como para que el sol estuviera casi por ponerse entendí que él no vendría, así que con las pocas fuerzas que tenía me puse de pie y comencé a deambular por el camino; que creía, era el indicado para volver.Me tardé bastante, y hasta estaba segura de haberme perdido, pero finalmente, logré encontrar la salida de aquella montaña.Ya era de noche, y no salían autobuses sino hasta el amanecer.No podía creer que Guillermo fuera capaz de tanto. Me abandonó en me
Cuando te casas, imaginas que será para toda la vida. Mis padres no me habían dado el mejor ejemplo de ese sacramento, porque crecí sin él prácticamente toda mi vida, pero, nunca dejé de soñar con el anhelado momento en el que mi príncipe azul aparecería.Viéndolo desde una perspectiva lejana, Guillermo y yo habíamos pasado por muchos altibajos como pareja, y a veces la idea de dejarlo se me paseaba por la mente como un cazador acechando a su presa. La veía desde lejos con temor. Y a penas olía su presencia, huía a esconderme aterrorizada, porque no podía darme el derecho de concebirla siquiera.Cuatro meses se fueron volando desde aquel fatídico día en que a mi querida hermana se le había ocurrido la brillante idea de llegar a mi casa sin aviso ni invitación.Cuatro meses desde que Guillermo se había vuelto a poner violento
Creí que el día más feliz en la vida de una mujer era cuando se casaba. ¡Qué equivocada estaba! El día más feliz fue cuando supe que el pequeño bebé que crecía en mi vientre era un niño.Jamás me detuve a pensar si cuando fuera madre iba a querer tener un varón o una niña. En realidad, no me importaba el género. Pero cuando el doctor me dio la noticia con un setenta por ciento de probabilidades de que era varón mi corazón estalló de alegría.Tendría un pequeño príncipe a mi lado y eso era lo más maravilloso que me podía ocurrir.Guillermo por otra parte no pareció alegrarle la noticia tanto como a mí. Aunque el lo acreditaba a que estaba demasiado preocupado por mí como para que le interesara el sexo de nuestro hijo.—El doctor te ha dicho que tu embarazo es de alt
Siempre me había preguntado qué se sentiría estar inconsciente. ¿Sería capaz de sentir mi propio cuerpo? ¿O tal vez me vería flotando desde arriba? Era uno de esos enigmas que a veces no me dejaban dormir por las noches.Mi decepción fue grande cuando descubrí que realmente no sentí nada.Cuando abrí los ojos, lo último que recordaba era aquella tabla de la mesa de mi casa; ni siquiera recuerdo el dolor, solo la madera.Tardé un par de minutos en comprender dónde estaba. Una enfermera corrió a ayudarme cuando se dio cuenta de que había despertado. Un enorme tubo salía de mi boca y no me dejaba respirar. Un doctor también corrió y me sacaron el tubo de inmediato.En seguida empezaron a hacerme preguntas: “¿sabes quién eres?” “¿Sabes dónde estás?”Quise responde