Si las paredes hablaran, dirían tantas cosas sobre mí. Contarían a propios y extraños mis problemas alimenticios, miles sabrían de mis fetiches sexuales que alguna relación deben de tener con el divorcio de mis padres. Mis juegos acabarían en la basura, sería una mentirosa más. Afortunadamente no hablan, de lo contrario, sabrían que acabo de liarme con otro tipo casado.Mi nombre es Victoria. Nací hace dieciséis años, en Argentina, pero llevo quince gastándomela en esta ciudad de confusas pretensiones. Tuve una infancia aburrida, o al menos eso creía. Mis padres abandonaron la celeste y blanca pensando que acá se vivía mejor. Pobres ilusos. Pobre mamá. Papá halló consuelo en moteles baratos, acariciando a mujeres caras. Mamá se resignó. —&iqu
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