Alonso no se enojó, sabía que de estar en la situación de su esposa cualquier mensaje le parecería una provocación o una aventura. Él abrió el computador y le mostró los correos que ella se rehusó a leer. —Sé que para ti soy una hija más... —Lucrecia por qué quieres provocar una gran pelea —No quiero una gran pelea, quiero una gran reacción. Lo he intentado todo, te tiré los anillos, te dije que estamos separados y tú finges que no he dicho nada de esto, que no está pasando. Alonso, si no estás enamorado de mí, puedo vivir con eso, pero, no voy a estar en el limbo toda mi vida. Ya viví ahí. Tú tuviste el matrimonio con el que todos sueñan, tú estabas enamorado y ella era perfecta, pero no lo soy. Alonso se sentó en la cama, al lado de su esposa y le puso las manos en las mejillas. Se acercó a ella y le dio un beso. —Lucrecia nunca he dicho que tuviese el matrimonio perfecto., Hacía más esnórquel que nadie, s
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