Un año y unos meses más tarde. Lucrecia estaba en su oficina. Viendo una fotografía de sus hijos, sonrió y tomó la llamada que estaba esperando. Era Fabio el cual quería asegurarse de que tomara el vuelo. —Mi amor, tengo que ir a ver al abuelo y una hora más tarde me voy a Mainvillage de vuelta. —Lo sé, pero la vez pasada te dejó el vuelo, papá hizo berrinche porque no querías ir en jet privado, y blah, blah. —Sí, mi amor, lo sé, pero voy a estar los próximos tres meses en casa y será maravilloso. Ahora, relajado, llevo todo, no se me va el vuelo y si no igual llego caminando. —Bien, Alonso y Charlie están esperando para hablarte. Lucrecia disfrutaba de la conversación con ese par. Era alucinante lo divertidos que le resultaban
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