Todos los capítulos de El Castillo Dorado Libro 1 El Principe Misem: Capítulo 1 - Capítulo 10
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El primer Rey y su Hijo
En la época donde existían: reyes, caballeros, hechiceros, soldados y aldeanos. Los terrenos de la Europa del siglo XV estaban divididos por bosques frondosos con impredecible senderos y caminos que llegaban: a pueblos, aldeas y reinos lejanos. De estos reinos, los más grandes y conocidos eran; el del Castillo de plata, el cual pertenecía a una Condesa nacida en una lejana región llamada «True Bell», y que provenía de un linaje de poderosos hechiceros, a su vez poseedores de una gran cantidad de tierras.El otro reino era el del Castillo Dorado, ubicado al norte y a 500 millas del castillo de plata, el cual había pertenecido a una generación de reyes antiguos y, para la época pertenecía al Rey Milyus quien al igual que la Condesa de True Bell, era el poseedor de una cantidad considerable de tierras.El Rey Milyus, tenía 45 años de edad, sus ojos eran verdes y su cabello rubio tenía destellos blancos. Era compasivo, generoso y bondadoso. Su pueblo y las aldeas cercanas vivía
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La hermosa Cadelia
Al salir completamente el sol del día siguiente, sus rayos dieron sobre los ladrillos dorados del Castillo hiciendo brillar la imponente estructura y darle un realce maravilloso. Cuando el reloj del pueblo anunciaban las ocho de la mañana, los cocineros del castillo tenían listo el desayuno. Los mayordomos, avisaban al rey y al príncipe, mientras las amas de llaves llamaban a los soldados; para que fueran al gran comedor.Una vez más los habitantes del castillos se reunían en la larga mesa del comedor que disponía de veinticuatro sillas. En el día se podía distinguir mejor aquella habitación la cual, era amplia, sobre la mesa colgaba un candelabro labrado que funcionaba a gas. En las paredes colgaban cuadros con diferentes paisajes; detrás del asiento del Rey Milyus, había una chimenea y sobre la encimera de estas colgaba un retrato de la Reina Amelia la madre de Misem.  Al termin
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La aparición de los hechiceros Curanders
Cuando el capitán Trino, llego al lado del príncipe y el general, realizó dos saludos, una reverencia a Misem y se puso firme con la mano derecha en la cien, y solicitó a Fransé permiso para hablar. El general se lo concedió y el príncipe  sonrió ampliamente, luego Trino dijo: —General, recibimos información de uno de nuestros espías dice que ha detectado movimiento en algunas aldeas lejanas, explosiones, saqueos y asesinatos; estos enemigos llegan atacan con poderes oscuros y destruyen a su paso todo.—Había escuchado de esos hechiceros me parece que son de un clan que se llama "Los Curanders”, son gente terrible- dijo Fransé.—Debemos estar alerta mi general—continuó Trino.      Fransé y Misem asintieron, Trino, entregó la carta al general y se retiró. el príncipe y el general lo vieron alejarse. El Capitán  Trino era un año menor que Fransé, también estaba casado, era alto con el cabello castaño oscuro y los ojos verdes. Su aldea que
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Mino el joven Hechicero
Ya había salido y la imponente estructura del Castillo Dorado, se iluminaba con sus destellos.       Misem regresaba del pueblo. El príncipe había salido temprano a visitar a su amiga Cadelia, cuya madre había decaído, pero ya se encontraba mejor. Cuando llegaba al portón del castillo, el chico se detuvo en seco, pues vio que cerca del gran portón de hierro de su Castillo, se encontraba parado un hombre, viendo la estructura fijamente. El joven frunció el ceño y se acercó lentamente y colocándose al lado de aquel hombre, dandose cuenta que era también joven, le pregunto:—¿Buscas algo del castillo?.—Solo Ofrecer mis servicios como hechicero— contestó sin titubear el hombre joven.—¿Sabes quien soy, hechicero?—interrogó Misem nuevamente.—Por supuesto, joven alteza, mi aldea es...—se interrumpió el hombre—quiero decir era parte de su reino.—¿Era?—preguntó con c
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La Amenaza del Enemigo
Cuando Mino llego al sitio en el que se había ocasionado el aparatoso golpe, vio un caballo en el suelo luchando por colocarse en pie y junto a este yacía un hombre inmovil, el hechicero se acercó hacia el, y levantó medianamente la cabeza del sujeto, le tomó el pulso, era debil. De pronto el hombre reaccionó y tomando fuertemente a Mino por la camisa acercándolo hacia él dijo desesperado:  —¡Ya vienen, ellos ya vienen! —¿quienes vienen?—preguntó Mino confundido, pero al mismo tiempo preocupado. —Debo entregar la carta al rey—continuó el hombre sin responderle al chico. Sacó un sobre del sucio y quemado pantalón e hizo una acción para levantarse. Pero fue inutil, pues volvió a caer en los brazos de Mino que lo sujetó, tenía heridas de mucha pr
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Fiesta, traición y secuestro
Con la llegada de las próximas fiestas navideñas, en el pueblo habían colocado luces de colores que colgaban de los faroles, y dentro de las casa cada familia colocaba sus adornos u objetos sagrados, conforme a sus creencias.El Castillo Dorado se mantenía impecable y lo habían adornado con girnaldas, y cintas de diversos colores. Los miembros de aquel Castillo celebraban las navidades en familia, pero la fiesta en la que reunían a todo el pueblo en un solo lugar era la de fin de año, la cual seguían preparando y planificando.Misem el príncipe y el hechicero Mino, seguían sus entrenamientos, usaban sus trajes de invierno ya que comensaba a sentirse la llegada del invierno, el Capitán trino, les enseñaba técnicas de lucha cuerpo a cuerpo, ya que el General tuvo que marcharse a una misión. Temporalmente se les había unido, un joven hechicero llamado Ebon, un extraño y un poco sombrío chico, quien ya tenía una semana en el castillo y era aprendiz de Mino, aunqu
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Peligroso rescate
Milyus y Misem prepararon lo necesario para partir lo antes posible. El Príncipe se sentía  molesto por la traición de Ebon; sin embargo, Milyus solo sentía culpa, por confiar en aquel hombre. No obstante su objetivo primordial era rescatar a Cadelia y traerla sana y salva.Franse y Trino daban a los capitanes de brigadas las órdenes para mantener seguro el Castillo, mientras sus líderes y ellos iban a buscar a los curanders y  La señorita Cadelia. Finalmente Salieron en sus caballos, hacia las montañas.Mientras, a unas 200 millas del Castillo Dorado; en una cueva oculta de las montañas del norte, en la que se encontraban escondidos el grupo de hechiceros curanders que había atacado el Castillo Dorado, comiendo y riéndose escandalosamente de sus chistes tontos, a uno pocos metros de ellos estaba Cadelia, encerrada en una pesada jaula de hierro. La joven había despertado all&iacut
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La Última Batalla del Rey Milyus
Cuando bajaron del peñasco se encontraron con Fransé y Misem, este último aún pasando el dolor de sus profundas heridas, ambos bajo la sombra de un frodoso árbol. Trino se percató, de que ni Mino ni el Rey habían Llegado, y al llegar junto al príncipe y el General y les preguntó: —¿El hechicero y el rey no llegan, aún?—No y estamos un poco preocupados— dijo Fransé.—Deberíamos ir a buscarlos, claro si el príncipe se siente mejor— Añadió Trino mirando a Misem, quien estaba con los ojos cerrados.—Si, yo también me encuentro preocupada,  espero estén bien— intervino Cadelia, luego se acercó con suavidad a Misem, se puso cara a cara con el e interrogó con un suave susurro— ¿Cómo te encuentras, mi querido Misem?—Ya esto bastante mejor
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Celos y confusión
La noche los cubrió con su oscuro manto y ya avanzada aquella penumbra, los chicos divisaron el pueblo, ligeramente iluminado, con la tenue luz gris de la luna que finalmente vieron ante ellos, y desde la mitad del camino Notaron que el Castillo Dorado. Cadelia se detuvo en su casa, la unica con una luz encendida, pues dentro de esta sus padres esperaban su regreso. cuando la chica toco la puerta, la pareja dio un salto y su padre fue quien abrió, al ver a su hija parada en el umbral se perdieron en un abrazo. Una vez dentro de la casa y todos sentados, su padre le Preguntó:—Hija, ¿te encuentras bien? ¿te hicieron daño?—Estoy bien papá—contesto con voz ronca y baja la joven, sin mirar a su padre.—Te ves triste, mi niña ¿Que sucedió?— pregunto su mamá, quien se habia acercado a ella.La muchacha levantó la cara y al encontrarse con el rostro de su madre y sus ojos tiernos que la miraban, sus labios temblaron y antes de poder decir alg
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Reconciliación y primer beso
El Hechicero había montado en su caballo, y anduvo con lentitud a través del pueblo, y notó que ya algunos negocios y casas tenían colgados en la puerta un liston negro, obedeciendo el luto, el hechicero se entristeció, al recordar que el bodadoso rey,. que lo había ayudado cuando el se encontraba desahuciado ya no estaba. Al salir del pueblo, vio a unas pocas millas el caballo de Misem e hizo que el suyo apurara el trote para alcanzarlo.El principe ya iba a medio camino de la colina que subía al Castillo cuando el sonido de los cascos de un caballo cercano a el lo hizo detener su andar. Cuando el animal llegó junto a él y su jinete bajó, el chico preguntó:—¿Tuviste suerte con Elena?—¡Eh!, bueno hablamos— contestó Mino nervioso e iniciaron su caminata nuevamente— me invitó...—negó con la cabeza y volvió a decir—Nos invitó, a una reunión de amigos, me dijo que sería en dos días y...—No amigo, no tengo humor para reuniones.—Cadelia también irá—anunció Mino, e
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