Cuando el capitán Trino, llego al lado del príncipe y el general, realizó dos saludos, una reverencia a Misem y se puso firme con la mano derecha en la cien, y solicitó a Fransé permiso para hablar. El general se lo concedió y el príncipe sonrió ampliamente, luego Trino dijo:
—General, recibimos información de uno de nuestros espías dice que ha detectado movimiento en algunas aldeas lejanas, explosiones, saqueos y asesinatos; estos enemigos llegan atacan con poderes oscuros y destruyen a su paso todo.—Había escuchado de esos hechiceros me parece que son de un clan que se llama "Los Curanders”, son gente terrible- dijo Fransé.—Debemos estar alerta mi general—continuó Trino.Fransé y Misem asintieron, Trino, entregó la carta al general y se retiró. el príncipe y el general lo vieron alejarse. El Capitán Trino era un año menor que Fransé, también estaba casado, era alto con el cabello castaño oscuro y los ojos verdes. Su aldea quedaba cerca de la de Fransé y luego de que fuera destruida, logrando su esposa y él, escapar llego al Castillo Dorado y con el servicio que había prestado, en tan corto tiempo, y la ayuda del rey encontró una casa cercana al pueblo, y allí vive con su esposa, aunque no tiene muchos días libres
El General Fransé miro a Misem, y con su rostro serio expresó:
—Alteza, debo pedirle que en su próxima visita al pueblo permita que uno de mi soldados o el Capitán lo acompañen, ya vio que nos ronda el enemigo y quizás nos sigan espiando.- Si, General, ya había sido informado por mi padre, sobre los ataques y esa condición, aunque no necesito guardaespaldas pero estoy dispuesto a aceptar esa petición— contestó Misem intentando esconder el tono de fastidio de su voz.—Muy bien, ahora si me disculpa debo retirarme—término Fransé.—Adelante, no hay problema.El joven General se retiró, pero no sin antes hacer una reverencia al príncipe, quien entró al castillo.Una vez adentro se dirigió a su habitación. En aquella había unos muebles que formaban un estar a un costado de la puerta, la cama estaba del lado derecho de la misma y se encontraba elevada, adornada con sabanas color crema y edredones dorados. El Príncipe fue a tomar un baño, al salir se vistió con un pantalón de tela suave color marrón y una camisa blanca de lino.
La noche haría acto de presencia muy pronto, y seria hora de cenar, pero Misem se acostó, mirando hacia el techo, el rostro de Cadelia aparecía en él, el chico sonrió. Se había dado cuenta de que sentía algo más por la chica y quería que la joven lo notara, aunque necesitaba estar seguro de sus sentimientos antes de dar algún paso.El joven príncipe se quedo dormido un rato y soño, que los enemigos atacaban el castillo y se llevaban a su querida cadelia, la torturaba y maltrataban, se despertó respirando aceleradamente y sudando frio. Sacudió la cabeza para borrar la pesadilla de su cabeza y se levantó de la cama, se sentó en uno de los muebles del estar. Y mientras se limpiaba un poco el rostro tocaron la puerta.
El chico se levantó a abrir, era su padre, El Rey, quien al verlo algo pálido le pregunto: —¿Qué tienes hijo?, tu rostro parece de papel, ¿te sientes mal?—Pasa padre- invitó Misem sin contestar aún, y mientras Milyus pasaba y se sentaba volvió, respondió—,me encuentro bien, solo tuve una pesadilla es todo.—Ya veo, misem- dijo el rey—¿Y tu?, ¿como estas?—pregunto el joven—no había podido ir a verte, ha sido un día ajetreado—explicó.- Conozco muy bien todas tus Obligaciones mi querido hijo, descuida— Añadió Milyus Sonriendo y contestando las interrogantes del principe agrego—,me encuentro de maravilla aun no soy un anciano.—Encerio, padre, aveces te portas como uno, jajajaja—bromeó Misem.—Jajaja y tu a veces pareces que tuvieras aun cinco años—siguió el juego Milyus.Ambos rieron un rato y luego el silencio cayó en la habitación, pero El Rey Milyus lo interrumpió diciendo:
—Vine fue a buscarte Misem, la cena ya está lista y quería que fuéramos ir juntos.—Vayamos, querido padre- sonrió Misem.El Rey y el príncipe se dirigieron al comedor, allí se encontraban los demás miembros del castillo. Fue una cena muy entretenida y en la sala de estar donde siempre se reunían, hubo risas y juegos esa noche, hasta que llegó la hora de acostarse.
Mientra en lo más profundo de los bosques del este, en una cueva oculta entre las montañas, se encontraban escondidos un grupo de hechiceros, pertenecientes al Clan que se hacía llamar ”Los Curanders", estos hechiceros se dedicaban a saquear a los pueblos aldeas ubicadas entre los bosques del este y del norte, también sometían a la gente que habitaba en los mismos, asesinando a todo aquel que no obedecía sus ordenes o se rebelaba.Los hechiceros que pertenecían a este clan, habían sido exiliados del círculo mágico al que pertenecían, por prácticar magia prohibida y no cumplir con la protección de los reino, pues los había consumido la ambición de poseer y obtener como fuere grandes riquezas.
El grupo de hechiceros tenía un líder, quien era un ser despreciable y muy cruel, este llevaba por nombre Linten y tenía 30 años de edad, alto, con ojos negros ensombrecidos e inexpesivos, su esposa e hijo a quien llamaron Lino también eran curanders, aunque el niño solo tenia 3 años de edad. El segundo al mando y mejor amigo de Linten; llevaba por nombre Natchez, aunque su mirada tenía cierto brillo, también era un hombre cruel, aveces incluso más que el líder del clan. Su esposa había muerto en una lucha y este se encargaba de su hija de un año de edad y le había colocado por nombre Natacha.
Los hechiceros, deseaban apoderarse de el reino del Castillo de Plata y del Castillo Dorado. Sin embargo, sabían que los líderes de ambos castillos estaban muy atentos a cualquier ataque. Querían ir primero contra el Castillo Dorado, y por eso habían creado un hábil plan, que creían que funcionaria, aquella noche Linten le dijo a Natchez:—Debemos tener bien establecido cuando atacaremos.—podemos atacar primero algunas aldeas cercanas y luego mandar un mensaje de amenaza- ideó Natchez —si es buena idea, amigo mio- aprobó Linten—tengo ganas de derramar algo de sangre jajajaja—rió Natchez.Un numeroso grupo de hechiceros, se dirigió a una aldea a 125 millas del Castillo Dorado, al llegar, empezaron a saquear y a allanar casas, no estaban dispuestos a dejar a nadie con vida. Sin embargo los Curanders ignoraban que en aquella aldea también había una familia con un poderoso miembro, salvo cuando llegaron a la casa de esa familia, y al tratar de derrumbar la puerta, desde su interior se escuchó un potente grito:
—¡BOLA DE FUEGO!Con la potencia del poder la puerta salio disparada y se llevó con sigo a dos o tres hechiceros, quienes explotaron junto con esta a escasos metros. Y en el umbral aparecieron cinco Curanders mas, desde adentro un Joven con el cabello negro y de alta estatura, parado protegiendo a sus padres y hermana les exclamó:
—¡Larguense de aquí o los mataré a todos!—No me había percatado de que en la aldea había un hechicero—dijo una voz detrás de él grupo que estaba asomado en el umbral sin puerta de la casa. Linten, apareció entre ellos y con una sonrisa que dejo ver sis amarillentos dientes se burlo—,¿que nos matarás dices?, ja, pero muchacho si estas temblando como gelatina.Era cierto el chico estaba algo asustado, su familia no tenia magia, debía protegerla, pero tras una orden de Linten los hechiceros se movieron tan rapido que ni el chico, ni su padre se dieron cuenta cuando los apresaron, a la madre del joven y a su hermana menor la encerraron en el cuarto principal y las humillaron. El joven hechicero oía desde la sala los gritos de su madre y hermana que sólo paparon, cuando ya habían sido asesinadas. El muchacho intentaba safase del agarré, pero no lo lograba, hasta que con lágrimas en sus ojos vió como otros dos curanders golpeaban a su padre hasta dejarlo sin vida. Al ver caer el cuerpo de su padre al suelo, su poder comenzó a elevarse y aunque lo habían comenzado a golpear, logró soltarse del agarre con su energía mágica, lleno de dolor, tristeza e irá, salió de su casa, pero antes de que el grupo de curanders saliera tras el, invocó:
—Muro de Contención.Una pared fuerte se levantó en el umbral de la puerta de la casa y respirando profundo, lágrimas corrían por su rostro, el Joven grito:
—¡TORNADO DE FUEGO! Un gigantesco remolino de colores naranja y rojo consumió la casa con todo lo que en ella habia. Los Curanders que aún estaban en la aldea, se fueron luego de destruirla completamente, pensando que todos los habitantes habían muerto. El joven hechicero se había escondido y al ver que el clan de hechiceros se retiraba, siguió por el bosque, no tenia ya nada, se sentía terrible pués no había podido proteger a su familia. Estaba solo y lo había perdido todo.Aún era de madrugada, aunque el oscuro cielo ya asomaba rastros de azul. El hechicero se había mantenido durante la noche con algunos frutos silvestres, y tomando un poco de agua del lago. Ya amanecia, cuando el poderoso chico vislumbró la silueta alta e imponente, del Castillo Dorado, desidió ir hasta allá, así que emprendió su camino.
Ya había salido y la imponente estructura del Castillo Dorado, se iluminaba con sus destellos. Misem regresaba del pueblo. El príncipe había salido temprano a visitar a su amiga Cadelia, cuya madre había decaído, pero ya se encontraba mejor. Cuando llegaba al portón del castillo, el chico se detuvo en seco, pues vio que cerca del gran portón de hierro de su Castillo, se encontraba parado un hombre, viendo la estructura fijamente. El joven frunció el ceño y se acercó lentamente y colocándose al lado de aquel hombre, dandose cuenta que era también joven, le pregunto:—¿Buscas algo del castillo?.—Solo Ofrecer mis servicios como hechicero— contestó sin titubear el hombre joven.—¿Sabes quien soy, hechicero?—interrogó Misem nuevamente.—Por supuesto, joven alteza, mi aldea es...—se interrumpió el hombre—quiero decir era parte de su reino.—¿Era?—preguntó con c
Cuando Mino llego al sitio en el que se había ocasionado el aparatoso golpe, vio un caballo en el suelo luchando por colocarse en pie y junto a este yacía un hombre inmovil, el hechicero se acercó hacia el, y levantó medianamente la cabeza del sujeto, le tomó el pulso, era debil. De pronto el hombre reaccionó y tomando fuertemente a Mino por la camisa acercándolo hacia él dijo desesperado:—¡Ya vienen, ellos ya vienen!—¿quienes vienen?—preguntó Mino confundido, pero al mismo tiempo preocupado.—Debo entregar la carta al rey—continuó el hombre sin responderle al chico.Sacó un sobre del sucio y quemado pantalón e hizo una acción para levantarse. Pero fue inutil, pues volvió a caer en los brazos de Mino que lo sujetó, tenía heridas de mucha pr
Con la llegada de las próximas fiestas navideñas, en el pueblo habían colocado luces de colores que colgaban de los faroles, y dentro de las casa cada familia colocaba sus adornos u objetos sagrados, conforme a sus creencias.El Castillo Dorado se mantenía impecable y lo habían adornado con girnaldas, y cintas de diversos colores. Los miembros de aquel Castillo celebraban las navidades en familia, pero la fiesta en la que reunían a todo el pueblo en un solo lugar era la de fin de año, la cual seguían preparando y planificando.Misem el príncipe y el hechicero Mino, seguían sus entrenamientos, usaban sus trajes de invierno ya que comensaba a sentirse la llegada del invierno, el Capitán trino, les enseñaba técnicas de lucha cuerpo a cuerpo, ya que el General tuvo que marcharse a una misión. Temporalmente se les había unido, un joven hechicero llamado Ebon, un extraño y un poco sombrío chico, quien ya tenía una semana en el castillo y era aprendiz de Mino, aunqu
Milyus y Misem prepararon lo necesario para partir lo antes posible. El Príncipe se sentía molesto por la traición de Ebon; sin embargo, Milyus solo sentía culpa, por confiar en aquel hombre. No obstante su objetivo primordial era rescatar a Cadelia y traerla sana y salva.Franse y Trino daban a los capitanes de brigadas las órdenes para mantener seguro el Castillo, mientras sus líderes y ellos iban a buscar a los curanders y La señorita Cadelia. Finalmente Salieron en sus caballos, hacia las montañas.Mientras, a unas 200 millas del Castillo Dorado; en una cueva oculta de las montañas del norte, en la que se encontraban escondidos el grupo de hechiceros curanders que había atacado el Castillo Dorado, comiendo y riéndose escandalosamente de sus chistes tontos, a uno pocos metros de ellos estaba Cadelia, encerrada en una pesada jaula de hierro. La joven había despertado all&iacut
Cuando bajaron del peñasco se encontraron con Fransé y Misem, este último aún pasando el dolor de sus profundas heridas, ambos bajo la sombra de un frodoso árbol.Trino se percató, de que ni Mino ni el Rey habían Llegado, y al llegar junto al príncipe y el General y les preguntó:—¿El hechicero y el rey no llegan, aún?—No y estamos un poco preocupados— dijo Fransé.—Deberíamos ir a buscarlos, claro si el príncipe se siente mejor— Añadió Trino mirando a Misem, quien estaba con los ojos cerrados.—Si, yo también me encuentro preocupada, espero estén bien— intervino Cadelia, luego se acercó con suavidad a Misem, se puso cara a cara con el e interrogó con un suave susurro— ¿Cómo te encuentras, mi querido Misem?—Ya esto bastante mejor
La noche los cubrió con su oscuro manto y ya avanzada aquella penumbra, los chicos divisaron el pueblo, ligeramente iluminado, con la tenue luz gris de la luna que finalmente vieron ante ellos, y desde la mitad del camino Notaron que el Castillo Dorado.Cadelia se detuvo en su casa, la unica con una luz encendida, pues dentro de esta sus padres esperaban su regreso. cuando la chica toco la puerta, la pareja dio un salto y su padre fue quien abrió, al ver a su hija parada en el umbral se perdieron en un abrazo. Una vez dentro de la casa y todos sentados, su padre le Preguntó:—Hija, ¿te encuentras bien? ¿te hicieron daño?—Estoy bien papá—contesto con voz ronca y baja la joven, sin mirar a su padre.—Te ves triste, mi niña ¿Que sucedió?— pregunto su mamá, quien se habia acercado a ella.La muchacha levantó la cara y al encontrarse con el rostro de su madre y sus ojos tiernos que la miraban, sus labios temblaron y antes de poder decir alg
El Hechicero había montado en su caballo, y anduvo con lentitud a través del pueblo, y notó que ya algunos negocios y casas tenían colgados en la puerta un liston negro, obedeciendo el luto, el hechicero se entristeció, al recordar que el bodadoso rey,. que lo había ayudado cuando el se encontraba desahuciado ya no estaba. Al salir del pueblo, vio a unas pocas millas el caballo de Misem e hizo que el suyo apurara el trote para alcanzarlo.El principe ya iba a medio camino de la colina que subía al Castillo cuando el sonido de los cascos de un caballo cercano a el lo hizo detener su andar. Cuando el animal llegó junto a él y su jinete bajó, el chico preguntó:—¿Tuviste suerte con Elena?—¡Eh!, bueno hablamos— contestó Mino nervioso e iniciaron su caminata nuevamente— me invitó...—negó con la cabeza y volvió a decir—Nos invitó, a una reunión de amigos, me dijo que sería en dos días y...—No amigo, no tengo humor para reuniones.—Cadelia también irá—anunció Mino, e
Dos años pasaron pronto, el hechicero Mino quien ya tenía 21 años, habia fortalecido su poder y estaba mas lleno de conocimiento, su relación con Elena quien ya tenía 18 años, iba muy bien.Misem y Cadelia tambien tenia una sólida relación y no habían tenido mas desacuerdos en todo ese tiempo.Incluso el Capitan Trino y el General Fransé teniendo ambos 24 alos de edad, tenian prosperidad en su matrimonio aunque ninguno aún había podido tener hijos.tanto en el pueblo como en el Castillo, se preparaban para celebraciones importantes, el cumpleaños 18 de Misem y el mas grande de todos la coronación.Para el cumpleaños del principe se prepararía un gran banquete, donde también se anunciaría formalmente el compromiso de Misem y Cadelia.Luego de la celebración del cumpleaños del principe, la tensión cr